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¿Obama es peronista?

Flavio Jurado es marplatense, vecino de Fort Lauderdale y republicano; dice que Obama es peronista y se sabe más local que el nativo en tanto su conversión debió ser precedida por un auto de fe.

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Flavio Jurado es marplatense, vecino de Fort Lauderdale y republicano; dice que Obama es peronista y se sabe más local que el nativo en tanto su conversión debió ser precedida por un auto de fe. Como centurión voluntario de las reservas morales de este país Flavio viste el sayo ministerial en defensa de los padres fundadores del modo en que sus abuelos –inmigrantes vascos en la Pampa húmeda– defendieron con uñas y dientes su país de adopción. Por momentos tengo la impresión de que Flavio supone que la continuidad republicana depende de su prédica. En ese sentido mi vecino es un evangelista, su Evangelio es la Constución y el Bill of Rights.

Alguna vez esa prédica sostuvo la vocación musulmana de Obama y los vínculos del otrora candidato con el fundamentalismo. Durante aquellas jornadas preelectorales Flavio vivió convencido de que el anticristo-mulato venía a destruir lo que con tanta dificultad habían edificado los republicanos durante ocho años de incansable lucha contra el terrorismo y el enemigo demócrata. Flavio Jurado sostiene al igual que los los birthers (www.birthers.org) la inconstitucionalidad del mandato presidencial. Según estos delirantes Obama resultaría tan converso como Flavio, lo que resulta inaceptable en términos legales. Flavio dice que Obama pretende llevarnos de narices al infierno del socialismo pluralista cargándose a Israel en la cruzada y a menos de un año de la derrota electoral encuentra entre los asambleístas de los town hall meetings y el propuesto plan de salud del Estado, nuevos argumentos en su la lucha contra el “fascismo demócrata”. La cosa está que arde…

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“¡Están convirtiendo a la patria de Jefferson en un reducto comunista! ¡Esto no es Europa!” La voz en cuello de la gorda que aparece en la pantalla plana me recuerda aquellas que se alzaron en Gualeguaychú temiendo la llegada de Armageddon.

Los republicanos como Flavio resisten las transformaciones con la vehemencia de muchos sectores progresistas latinoamericanos. Por momentos éstos responden al llamado de emisoras de ultraderecha irrumpiendo en asambleas al grito de ¡Libertad o Muerte! y consignas de esas que harían vibrar a las masas chapistas. Sólo que en estas asambleas el peligro son los rojos que vuelven para amenazar la continuidad del proyecto revolucionario de 1776. Es curioso, por momentos el socialismo del siglo XXI parecería reflejarse en el folclore de la derecha norteamericana.

Katy Abram, asambleísta republicana, asegura que los padres fundadores no contemplaban la socialización de la medicina y el rescate financiero de Detroit. La razón la asiste, pero también sería justo mencionar que en tiempos de Jefferson la industria automotriz no requería socorro por razones que no requieren demasiada explicación y también es cierto que el concepto de medicina socializada estaba limitado a la discreción con la que el boticario-dentista administrara la tenaza.

Para los republicanos como Flavio Jurado los EE.UU. deberían volver a ser como ellos suponen que alguna vez les fue prometido desconociendo que las promesas se renuevan y que si hay algo de los que otros modelos carecen es precisamente la capacidad de transformación con la que este país responde a los desafíos de la evolución.

No estoy convencido de que el plan de salud que busca aprobar ante el Congreso el presidente electo sea la mejor de las alternativas posibles, pero tampoco consigo imaginar el Mount Sinai de Beverly Hills convertido en el Hospital Durand simplemente porque Flavio supone que a Obama se le metió entre ceja y ceja proletarizar a los ricos de América del Norte.

Por suerte mi vecino no se representa más que a sí mismo y a una minoría alienada. Esa minoría constituye el sector más radicalizado de la derecha-fascista republicana que busca sobrevivir a la reciente derrota electoral. Cuando esto suceda, digo: cuando la derecha recupere la calma y el sentido común, volverá a instalarse el diálogo entre dos voces que constituye, entre otras, una de las herramientas fundamentales del sistema.


*Cineasta y periodista.