Una de las dos principales encuestadoras diarias de Estados Unidos (Rasmussen Center) otorgó el lunes un empate pleno (43%) a los candidatos republicano y demócrata, John McCain y Barack Obama, para las elecciones de noviembre. En estos siete días, Newsweek reconoció a Obama una ventaja de 3% sobre McCain (44% a 41%). Hace un mes, ese mismo sondeo le concedía al candidato demócrata una ventaja de 15 puntos sobre el republicano.
Entre los independientes, McCain tomó largamente la delantera a Obama (41% a 34%); y ambos candidatos han logrado –al parecer– consolidar su base partidaria. Obama logra la aprobación del 81% de los votantes autoidentificados como demócratas; y McCain alcanza un respaldo aún mayor entre los que se definen como republicanos (83%).
No sucede lo mismo con la “opinión cruzada” entre ambas filas partidarias: 32% de los demócratas tienen una alta opinión de McCain, mientras que sólo 23% de los republicanos participan de un criterio semejante con respecto a Obama.
Si los candidatos están empatados con vistas a las elecciones presidenciales, no sucede lo mismo en lo que se refiere a la situación del país y su rumbo general: 79% de los encuestados estima que Estados Unidos se mueve en dirección equivocada. Las perspectivas para los republicanos como partido son las peores desde 1974 (Watergate). Newsweek le otorga al presidente George W. Bush un nivel de aprobación del 28%, mientras que 63% desaprueba su gestión. La confianza de los consumidores es la más baja en 28 años; y el ritmo de crecimiento de la inflación fue 1,1% en junio, el más alto en 26 años, debido al incremento de los precios de la energía (6,6% en el mes).
La caída de Obama y el auge de McCain en las encuestas coinciden con el giro al centro del candidato demócrata. No es un proceso paulatino, sino un salto de extrema celeridad. The New York Times sostiene que Barack Obama “no sólo vira gentilmente hacia el centro, sino que se arroja hacia la derecha según sus conveniencias, y lo hace con un abandono temerario que garantiza la desilusión o, incluso, un rechazo radical de sus partidarios”.
La más notable de las definiciones del “nuevo” Obama es sobre la guerra de Irak: respalda ahora la acción norteamericana y considera al general David H. Petraeus, comandante de las fuerzas estadounidenses, uno de los grandes soldados de la historia de EE.UU.: “Han pasado 18 meses desde que el presidente Bush anunció el reforzamiento de la presencia militar en Irak. Tal como lo he dicho muchas veces, nuestras tropas han actuado brillantemente para disminuir el nivel de violencia”. (Barack Obama, “A New Strategy for a New World”, Washington D.C, 15 de julio de 2008).
Si el público norteamericano muestra dudas crecientes sobre Obama, no sucede lo mismo con la opinión internacional. Pero el “inconveniente” del optimismo europeo es que las reglas de la política que enfrenta Obama son exclusivamente norteamericanas; y éstas indican que puede perder, en el año más abrumadoramente demócrata de las últimas tres décadas.
La política norteamericana no es ambigua sino intransferible, como lo es la situación económica. La tasa de inflación anual ascendió en junio a 5%, la más alta desde 1991; las acciones de Freddie Mac y Fannie Mae –las dos principales agencias hipotecarias– se hundieron 90% en las últimas dos semanas. Al mismo tiempo, la Reserva Federal elevó sus previsiones de crecimiento en 2008 de 0,3%/1,2% anual en abril a 1%/1,6% anual en junio; y se espera que la primera estimación del segundo trimestre del año muestre que la economía ha crecido aproximadamente 2% anual, el doble que en el primer trimestre (0,8%).
EE.UU. –supuestamente en “situación recesiva”– ha tenido un crecimiento positivo de al menos 0,8% anual en el último semestre. En ese período, sus exportaciones netas de bienes y servicios aumentaron a una tasa anual que equivale a 1% del PBI. Así, su producto bruto se ha incrementado en el mismo nivel alcanzado por su balance de cuenta corriente; el auge de la economía norteamericana es resultado del fortalecimiento de su balanza comercial. Los inversores extranjeros han comprado 5,7 trillones de dólares de acciones y bonos norteamericanos en los últimos seis años; más de un trillón de dólares de la deuda de Fannie Mae y Freddie Mac está en manos de extranjeros; y el cálculo de la Reserva Federal es que el flujo de capitales del mundo entero ha recortado las tasas de interés estadounidenses en 0,75%.
Alexis de Tocqueville advirtió que el principio de conocimiento sobre EE.UU. se funda en su carácter excepcional. Los análisis de política comparada son de escasa utilidad en el examen de la realidad norteamericana. EE.UU. no se parece a nadie, salvo a sí mismo.