Hay libros inolvidables por razones dudosas. Esta semana leí dos que tal vez, preferiría no haber leído aunque tal vez, se puede aprender algo de ellos, porque lo que cuentan o la perspectiva de quien lo cuenta existen en el mundo y conocer esos hechos o asomarse a esas ideas constituye un descubrimiento.
Yishai Sarid es un escritor israelí traducido a varios idiomas, cuya sexta novela se llama Victoriosa. Su protagonista, Abigail es una psicóloga recientemente retirada del Ejército que tuvo un hijo en secreto con quien ahora es el jefe del Estado Mayor. Durante toda la novela, la protagonista participa en actividades militares en calidad de especialista y mientras narra sus encuentros con los oficiales, va exponiendo sus ideas, que podrían resumirse diciendo que su trabajo consiste en enseñarle a los soldados a ser más eficientes: esto es a matar mejor, a no tener culpa por hacerlo y ayudar así a la victoria. En el pasado, Abigail tuvo que tratar a militares que sufrieron alguna forma de estrés postraumático. Entre ellos Mendi, un integrante de grupos comandos, que al retirarse devino gran artista plástico y amigo de la protagonista. Mendi gritaba de noche y de día descargaba su angustia acostándose con la mejor amiga de su hija adolescente. El padre de Abigail, a su vez, es un psicoanalista freudiano a la vieja usanza y la heroína tiene un desacuerdo fundamental con un hombre que cree que su lugar está del lado del paciente y no del Estado. Las convicciones de Abigail se ponen a prueba cuando Mendi le cuenta que siempre le ocultó que disfrutaba de matar a los enemigos con sus propias manos. La revelación no tiene consecuencias y la amistad permanece incólume. Sobre todo cuando la psicóloga descubre el placer erótico de a-pretar el gatillo con un francotirador para eliminar a un adolescente, acaso el líder de un grupo de civiles palestinos que tiran piedras contra los soldados parapetados detrás de un muro. La novela parece decirnos que a veces, hay que tragar algunos sapos, pero que más vale disfrutarlos. Sobre todo si es para servir a la patria.
El otro libro es V13, de Emanuel Carrère, que cuenta el juicio a los terroristas del Estado Islámico que participaron (aunque no fueron los ejecutores directos) en los atentados del viernes 13 de noviembre de 2015 en París. Ese día, ciento treinta personas que asistían a un concierto de rock fueron asesinadas a tiros por un comando de tres tiradores que dispararon a mansalva y luego fueron liquidando a los sobrevivientes uno a uno antes de detonar sus cinturones explosivos y suicidarse. En estos casos, uno tiende a olvidar los detalles y Carrère los hacer revivir con inteligencia y cuidado. El libro es un homenaje (no exento de dudas) a un sistema judicial que incluye la obligación de defender a los criminales, aun a los peores. Carrère deja ver la incapacidad de los gobiernos occidentales para frenar el fanatismo por una versión radicalizada del islam por parte de adolescentes que ni siquiera eran musulmanes en algunos casos, ni tenían la excusa de ser marginales. Carrère permite escuchar la voz de las víctimas, pero también la de los defensores y dar a entender que la ley es el único camino que tenemos, pero que todo escapa a nuestra comprensión. Esa idea resulta muy perturbadora.