COLUMNISTAS
opinión

Sentimientos encontrados: rencor y temor

El aire que se respira es de tensión permanente. De la grieta se alimenta la oposición, el gobierno y los medios de comunicación.

Alberto Fernández y Mauricio Macri se culpan mutuamente por la crisis en los mercados tras las PASO.
Alberto Fernández y Mauricio Macri. | NA

Laberintos infinitos. Prepotencias y beligerancias se respiran en los aires de ésta, nuestra Argentina. En palabras de Vincent Marqués, “lo natural, no es natural”. Hemos naturalizado los enfrentamientos sanguinarios entre las dos fórmulas que hoy dejó la polarización magnánima originada por la grieta. Esa naturalización puede leerse como resignación. Se acepta su operacionalización y ya no se la cuestiona. Se convive con la garrapata. Al principio existe molestia y dolor por la succión de sangre lenta pero continua. Luego ya no se siente. El parásito es parte de uno mismo. El ser almático de nuestra ciudadanía al presente se viste despampanante plagado de parásitos que pareciese llegaron para quedarse.

Desde el kirchnerismo puede existir rencor hacia este gobierno. Desde el macrismo puede existir temor hacia la gestión anterior. El aire que se respira es de tensión permanente. De la grieta se alimenta la oposición, el gobierno y los medios de comunicación. Lo peor es cómo logró arrasar con las otras propuestas. Las distintas fuerzas partidarias no alcanzaron a revertir un escenario teñido de conflictos permanentes. En la base de avizora un fuerte personalismo. Gira todo entorno a las figuras de Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri.

"Cuando los pueblos aman a sus propios ladrones": dura crítica de un diario español a la Argentina

La disciplina elogiable del peronismo arroja un alineamiento ejemplar. Aquí resulta más que destacable la visión estratégica de la ex Presidenta. Minuciosamente se tejieron alianzas con el rol preponderante de Alberto Fernández desde la periferia hacia el centro. Desde el lnterior hacia la fórmula presidencial. Este diálogo articulado le costó al gobierno la pérdida de 22 jurisdicciones. El mapa electoral habla por sí solo. Remontar ésto para octubre resulta complejo y deja a un Mauricio Macri con dos caras de Jano a flor de piel: Presidente y candidato. Abocarse a la campaña hoy es un lujo que no puede darse. Su rol de primer mandatario está en cortocircuito.

Un detalle no menor: si se hubiese comprometido de lleno en responder a las demandas de la ciudadanía bajo su carácter de Jefe de Estado, la campaña era prácticamente innecesaria. La gente vota hechos. La gente vota soluciones concretas a su problemática cotidiana. Esa cotidianeidad es la que brilló por su ausencia en el Ejecutivo. El rencor y temor deben zanjearse. Se requieren puentes de diálogo que posibiliten el diseño de políticas de Estado perdurables en el tiempo. Sumergirse en las aguas del acuerdo, un gran pacto de convivencia social, político y económico que no desdeñe las capacidades de los competidores sino más bien, desde las diferencias construya semejanzas.

Hay que aceptar lo que ocurrió | Por Jaime Duran Barba

El Rey está desnudo. Lo sabían todos menos el Rey. Los tires y aflojes, las implosiones en el seno de la coalición gobernante denotan fragilidad y permeabilidad a los conflictos recurrentes. Más allá de esta erosión en la imagen del Ejecutivo, el voto del 11 de Agosto irremediablemente se volcó hacia un grito a voces: “no se puede más, éste es el límite”. Así, “sin buenos gobernantes, la Nación fracasa” (Proverbios 11:14).

De acuerdo a Maquiavelo: “El que llegue a Príncipe mediante el favor del pueblo debe esforzarse en conservar su afecto, cosa fácil, pues el pueblo sólo pide no ser oprimido”. Prestar oídos sordos a la vida cotidiana, algo tangible como lo es la realidad se subsume en necedad o en la lectura elegida: el diario de Don Hipólito Yrigoyen.