En una columna editorial titulada "Cuando los pueblos aman a sus propios ladrones", el director del diario español El Mundo, Francisco Rosell, lanzó este domingo una durísima crítica a los resultados de las elecciones primarias del pasado 11 de agosto en Argentina, refiriéndose al triunfo de las "masas ideologizadas indulgentes con la corrupcción peronista". Habló del peronismo como "un sistema clientelar y corrupto" y de Argentina como "una catástrofe de la mala política".
"Argentina, siendo un país pródigo en recursos, se ha entregado de hoz y coz a un peronismo que ha obrado un sistema clientelar y corrupto que no sólo la ha depauperado lastimosamente, sino que la ha hecho tan solipsista como para no percatarse de la naturaleza y de la gravedad de sus males", escribe Rosell.
Para el periodista, el gobierno de Mauricio Macri "supondría un nuevo paréntesis en el cuasi monopolio del poder" por parte del peronismo, quien según el autor "entendía que 'nosotros proclamamos los derechos sociales' y 'las cuestiones actuariales que las arreglen los que vengan dentro de 50 años'".
El periodista opina que Macri heredó "una situación límite con un Estado plagado de clientelismo, despilfarro y corrupción, como si fuera la forma de ser de los argentinos" pero recordó que tendrá el honor de ser "el primer gobernante no peronista que culmina su mandato desde 1928". Lo critica, sin embargo, a la hora de mencionar sus "medidas de corte peronista que despmienten su trayectoria liberal".
Macri "a la hora del adiós, intenta atajar contrarreloj con medidas de corte claramente peronista que desmienten su trayectoria liberal, lo que refrendaría la generalizada impresión de que todos los partidos argentinos son, en esencia, peronistas". Para finalizar, analiza. "Macri enciende la chimenea del gasto electoral haciendo fuego con los pesos de los Presupuestos del Estado. En su agonía, ha claudicado a la tentación populista vendiendo su alma al diablo y ya se sabe cómo se cobra éste sus deudas de juego".
"En justa correspondencia, la primera dama, Evita Perón, enardecía a las masas al grito de "¡ustedes tienen el deber de pedir!", mientras cavaba la ruina argentina y ponía su fortuna al buen recaudo suizo, sin merma de la confianza de un pueblo enfebrecido con sus mentiras alzadas en verdad oficial". "Por más que los argentinos tengan asumido que nadie se hizo rico allí con su trabajo desde la eclosión del peronismo, incluso el abuso tiene un límite", reflexionó.
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Refiriéndose a la expresidenta Cristina Kirchner, Rosell afirma que "incluso para el peronismo más recalcitrante entrañaba una gran incomodidad adherirse a la diarquía multimillonaria del matrimonio Kirchner", que, en su visión, hablaban del hambre "para abanderar a los desheredados que ellos producían con su nefanda política y sus mangancias al por mayor".
Para Rosell, los argentinos olvidamos fácilmente: "Olvidando su historia y condenados impenitentemente a repetirla como Sísifo a arrastrar la roca pendiente arriba, la artífice de aquel "país sensacional" -"sensación de inseguridad, sensación de crisis, sensación de recesión, sensación de incertidumbre"-, al tiempo que es juzgada por sus latrocinios, retorna a la vida pública al cabo de cuatro años de dejar la Casa Rosada por la puerta trasera".
Trazando un paralelismo con la política española, Rosell dice que ellos "amaban a su ladrón como sólo los argentinos supieron hacer con Perón" y recordó: "Al ser derribado en 1955 por la llamada revolución libertadora que restauró la democracia y que difundió información acerca de las malversaciones y las prácticas sexuales del dictador, al que acusaban de proxenetismo y corrupción de menores, sus partidarios salían en su defensa coreando: "Puto y ladrón, queremos a Perón".
Para finalizar, el periodista dice que en Argentina "persiste perenne su legado [de Perón] como aquí sigue indemne un cleptócrata que... ha resultado serlo de la Unión de Bancos Suizos. Es lo que sucede, en efecto, cuando los pueblos reverencian hasta la idolatría a sus ladrones".
D.S.
