Si hubiera tal distinción (como desea tanta gente de la política y el periodismo), rápidamente se podría decir que hay en este gabinete más deseos materializados de Alberto que de Cristina Fernández de Kirchner. No entraremos en una falsa lógica bélica de vencedores y vencidos. Como ya dijimos aquí, hubo negociaciones y acuerdos tensos entre el presidente electo y su vice.
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El resultado es que de los ministerios anunciados, una inmensa minoría puede considerarse cercana al gusto de CFK (el aggiornado De Pedro, las noveles Frederic y Gómez Alcorta y los clásicos Rossi, Bauer y Cabandié). El resto de quedan a cargo de personas muy cercanas a Alberto y a los distintos aliados que él consiguió sumar a esta coalición peronista (Massa, gobernadores e intendentes).
Tamaño “desequilibrio” a la hora de la selección no necesariamente obedece a una supuesta sobreactuación albertista, como es probable que sea interpretado desde ciertos sectores sesgados. Más bien podría explicarse desde la construcción de liderazgo de Fernández, más acostumbrado al armado y a la ejecución como acompañante que a la del conductor.
Puesto por CFK y por el 48% de los votantes al mando, Alberto subió al arranque de su administración a quienes expresan el mix de lealtad, confianza, capacidad y equilibrio político de la coalición, para estos tiempos muy complicados que tocan. Ojalá estén a la altura del desafío.
