Alfonsín fue el líder que sacó a la Argentina de la violencia política y que terminó con la posibilidad de que un golpe de Estado dejara sin efecto la Constitución. Fue nuestro Gandhi.
El 26 de octubre de 1983 lo vi personalmente. Yo tenía 31 años, nunca había participado en política pero fui al Obelisco para escuchar su discurso de cierre de campaña. La dictadura reclamaba impunidad para las desapariciones y lo que llamaron “ilícitos” refiriéndose a la multitud de casos de corrupción que se denunciaban.
Alfonsín se paró frente a cerca de un millón de personas y su primera frase fue: "Se acaba la dictadura". La multitud rugió. "Se acaba la corrupción". Otra vez la multitud aprobó.
Nos llamaba a la unidad: “En esta marcha para afianzar las libertades de todos no habrá distinciones políticas, no habrá radicales ni anti radicales, peronistas ni antiperonistas... Estaremos todos luchando por el futuro argentino”. Terminó su discurso recitando, junto con la gente, el Preámbulo de la Constitución.
La propuesta de Alfonsín de aplicar la ley era y sigue siendo revolucionaria. Cuando América del Sur estaba bajo dictaduras, incluyendo a Chile y Uruguay, Alfonsín fue el primer líder que propuso la investigación judicial del pasado. El Partido Comunista Argentino planteaba en la elección de 1983 la creación de un gobierno cívico militar. Años más tarde, en un contexto mucho más favorable, el entonces presidente de Estados Unidos Barack Obama decidió no investigar las torturas de la época de Bush.
Alfonsín obtuvo el apoyo de la mayoría del pueblo y cumplió sus promesas. En su primera decisión como presidente convocó al Congreso: “El pasado gravita sombríamente sobre nuestro porvenir. El terrorismo y la represión de ese terrorismo no pueden quedar impunes. Debe derogarse y declararse insanablemente nula la ley de facto, llamada de pacificación nacional.”
El 15 de diciembre, Raúl Alfonsín ordenó la investigación de los líderes guerrilleros y de los integrantes de las Juntas militares e invitó a un grupo de destacados lideres sociales y religiosos a liderar la CONADEP para recibir denuncias sobre lo ocurrido.
El 22 de diciembre y casi por unanimidad, el nuevo Congreso, con el voto de la bancada radical y de un peronismo que se renovaba declaró la nulidad de la “autoamnistía” adoptada por la última Junta Militar. No hay “brecha” en la Argentina sobre la vigencia del orden constitucional.
El informe de la CONADEP y el Juicio a las Juntas confirmaron el nuevo pacto social de los argentinos. Alfonsín unió a todos los argentinos y a todos los partidos en un "no a la violencia política" y en aferrarnos a la Constitución. Ese acuerdo político sigue vigente pero no alcanzó al tema corrupción.
¿Cómo hacemos para que todos los partidos tengan una plataforma común contra la corrupción?