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la carrera presidencial contrarreloj

Oposición primaria

Mientras la “encuestología” sube las chances de Cristina, a pesar de su indefinición, los otros candidatos suman más dudas que certezas.

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La Presidenta duda, pero su entorno la terminará de convencer de que no tiene otra opción que aceptar la candidatura”, se le escuchó decir en un despacho del Palacio de los Tribunales a un hombre de consulta de la jefa de Estado y de la ministra de Seguridad, Nilda Garré.

“¿Qué pasaría si la Dra. Cristina Fernández de Kirchner decidiera no presentarse a la reelección?” fue la pregunta que dejó casi sin respiración al presidente provisional del Senado, Dr. José Pampuro, quien tras un silencio que pareció eterno para todos los que los escuchaban en el reportaje radial que se le estaba haciendo en la primera mañana del miércoles pasado, respondió: “A esa hipótesis, prefiero ni siquiera imaginarla”.

“La candidatura de Cristina está fuera de toda discusión”, expresaba por otro lado, la voz de alguien que tiene despacho en la Casa Rosada, quien con un inocultable aire de triunfalismo agregaba que “en el Gabinete de la nueva gestión que se iniciará el 10 de diciembre de 2011, habrá varios lugares para integrantes de La Cámpora”.

La Presidenta, mientras tanto, juega astutamente al misterio. Sin embargo, en sus discursos, en los que abunda la ambigüedad, nunca ha dicho que no vaya a postularse. Más aún, todo parece estar encaminado a propiciar un operativo clamor destinado a revertir su eventual rechazo a la candidatura. Si las circunstancias fuesen ésas, ello la colocaría en la situación de eludir cualquier tipo de posible condicionamiento por parte de aquellas corrientes internas que pujan por reclamar cuotas mayores de poder en el universo del kirchnersimo, fuertemente impregnado de un verticalismo implacable. Hablando en términos futbolísticos, se diría que, hoy por hoy, la Dra. Fernández de Kirchner domina el partido a voluntad; su jefatura partidaria está fuera de discusión y, encima, casi a diario se beneficia de los comportamientos políticos de sus rivales, afectados por un estado confusional del que parecen no saber cómo salir.

Algunas de las encuestas confiables que no responden al oficialismo, las que hasta hace algunos meses mostraban que la Presidenta obtenía en la primera vuelta un triunfo que no le alcanzaba para evitar el ballottage, hoy exhiben otra realidad: la victoria en primera vuelta es una alternativa de probabilidad creciente.

En este contexto, nuevamente la salud le ha jugado a una mala pasada a la jefa de Estado, quien –tal como lo confesó en 2009– sufre de hipotensión arterial crónica. Se sabe que desde el fallecimiento de su esposo, ha tenido varios episodios de reagudización de esta afección. Dos de ellos se han conocido oficialmente debido a su severidad, la que la obligó a un reposo estricto. El último se desencadenó el martes 12 de abril, cuando se sintió mal y se constató que los valores de tensión arterial eran de 90/50 ( 9/ 5, en el lenguaje de la calle), lo que motivó la suspensión, entre sus tantas actividades, de una visita a México, decisión médica absolutamente acertada. El nuevo frente de batalla abierto por el Gobierno ahora se llama Techint. La determinación de ampliar la representación del Estado en las compañías que tienen fondos de la Anses es la consecuencia del enojo de la Presidenta con la estrategia de expansión en Brasil que tomó la empresa. En el kirchnerismo, el enojo es un elemento clave en el proceso de toma de decisiones. Por caso, recuérdese que la Ley de Medios fue el resultado del enfado de Néstor Kirchner con Clarín, y que la requisa del avión de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos fue consecuencia del disgusto de la Dra. Fernández de Kirchner con la decisión adoptada por Barack Obama de no pisar la Argentina en su gira por América latina. Lejos han quedado aquellos días de idilio entre Paolo Rocca y el matrimonio Kirchner. Una parte del empresariado debería también encarar un proceso de autocrítica acerca de su relacionamiento con el poder político.

Si en las arenas del oficialismo la holgura de la circunstancia que le otorga la “encuestología” da para jugar al misterio de la candidatura presidencial, en las de la oposición todo es confusión. La defunción del Peronismo Federal, causada por la bochornosa e inconclusa interna entre Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Saá, lo ha dejado al ex presidente a la intemperie. “El Peronismo Federal ya fue; ahora hay que armar otra cosa”, reconoce un hombre del riñón de Duhalde. La “otra cosa” es la búsqueda de un acuerdo entre los distintos sectores de la oposición, lo que hoy se podría considerar como algo perteneciente a la esfera de lo casi milagroso. La búsqueda de esa unidad genera una ecuación paradójica: si no se unen no tienen chances de ganar; y si lo hacen, así como están las cosas, la victoria tampoco es segura. Cada semana aparece una disputa nueva. Además de la ya citada entre Duhalde y Rodríguez Saá, en la semana que pasó estuvieron los chispazos entre Fernando “Pino” Solanas y Claudio Lozano, en Proyecto Sur; Elisa Carrió se enojó con Ricardo Alfonsín, quien dijo que en un eventual gobierno suyo Alfonso Prat Gay podría ser el ministro de Economía; Margarita Stolbizer también se disgustó con el líder radical por sus negociaciones con Francisco de Narváez en la provincia de Buenos Aires, hecho que, a su vez, lo distancia a éste de Mauricio Macri, que está enojado con el radicalismo.

Si se confirma la decisión casi ya tomada por Pino Solanas de bajar su candidatura presidencial a fin de competir por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, tal vez la consecuencia más significativa vaya a ser la determinación de Mauricio Macri de resignar su postulación presidencial para buscar la reelección a su cargo municipal. “Si perdemos en Buenos Aires, Mauricio deberá decirle adiós a la candidatura presidencial y el PRO quedaría casi sin futuro”, reconocía un conspicuo funcionario del Gobierno porteño.

Ante esta eventualidad, tanto en el entorno de Alfonsín como en el de Duhalde, creen que tras este proceso de decantación las candidaturas de más peso dentro de la oposición serán las de ellos dos. De ahí que se apuran reuniones tendientes a llegar a acuerdos de gobernabilidad sin los que ninguna gestión alternativa al kirchnerismo podría ser exitosa.

Eso es lo que marca la agenda de Duhalde para la semana que comienza. Alguien de su entorno dijo que se está frente a una verdadera lucha contrarreloj. En realidad, deberían darse cuenta de que la lucha es contra ese camino a ninguna parte que desde hace un largo tiempo viene desandando la oposición.

Producción periodística:
Guido Baistrocchi.