Mi amigo Adrián es de Lanús y está entusiasmado. No es para menos, la máquina granate, con el Hombre Arena adelante, la está rompiendo y es posible que corone su zona y vaya directo al campeonato. Este mediodía, mientras almorzamos y sigue lloviendo como en Sin City, le digo que lo único que puede detener ese tren de Lanús tiene dos palabras: Jony Ortigoza. Le explico que si San Lorenzo consigue coronar su zona y vamos a una final con Lanús, en ese partido único en cancha neutral y con Jony encendido… todo puede pasar. ¿Por qué?, me dice. La repuesta me viene varios días después, así que se la contesto por este medio. Maxi, un amigo librero, me regaló un hermoso libro editado por Cactus que se llama Spinoza y las bestias. Es una sencilla y hermosa introducción a la filosofía de Spinoza escrita por Ariel Suhamy y dibujado por Alia Daval. A muchas personas no les gusta que las vean leyendo libros introductorios, que parecen para chicos. No quieren mostrar que aprenden.
Pero si están bien hechos son geniales.
Hay un extracto en el que Spinoza toma a la araña para explicar ciertas cosas: “La araña hila su tela, tarea difícil para nosotros, fácil para ella; pero abstenerse de tejer, o tejer con menos habilidad, le resulta perfectamente imposible y, aunque lo quisiera, le implicaría el mayor esfuerzo hacer un mal trabajo. Pues eso no conviene en absoluto con su naturaleza. Ningún ser es por debajo de lo que puede: es siempre y en todo momento, todo lo que puede ser. Para la araña la tela no es una creación despegada de sí y arrojada al mundo, ni tampoco el sello, la marca de un poder soberano sobre el pueblo de las moscas: esa producción es su existencia misma, en tanto que vive y se perpetúa de una cierta manera singular y determinada, a través de la urdidura de su tela, entre cielo y tierra, en la paciente espera de la presa”.
Así juega Ortigoza.