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la parabola del fin de ciclo

Otra vez el FMI y el endeudamiento

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Después de una década, la discusión de política económica en la Argentina, dibuja una extraña parábola. Hace casi diez años, el kirchnerismo usaba las reservas del Banco Central para cancelar al contado una deuda con el FMI. Desde el punto de vista económico ese pago no aportaba nada. Por el contrario, cancelábamos un pasivo “barato”, en efectivo, cuando podíamos haberlo hecho en cómodas cuotas.
 
Desde el punto de vista político, era “terminar de una vez y para siempre con la tutela del Fondo”. Patinarse casi 10000 millones de dólares para un slogan, luce extremadamente caro. Pero en fin… el que tiene plata hace lo que quiere.

Diez años después, en medio de la campaña electoral, reaparece la relación de la Argentina con el FMI. Y también reaparece el tema del desendeudamiento. Parece que, ahora, como estamos supuestamente desendeudados, es buen momento para aprovechar la liquidez global y las bajas tasas de interés, para volver a endeudarnos. Algo así como, “ahora que adelgazamos, como la comida bajó de precio,  es un buen momento para volver a engordar”.
 
Hicimos un gran esfuerzo de desendeudamiento, gastando las reservas del Banco Central para pagarle parcialmente “a los de afuera”, mientras nos endeudamos con los de adentro, vía emisión monetaria, y bonos y bonitos varios.  Y ahora, como parece que le debemos poco a los de afuera, es un buen momento para deberles más.
Bromas aparte, el tema amerita algunas reflexiones.

En primer lugar. Se necesite endeudamiento externo o no, resulta razonable que la Argentina se reinserte civilizadamente en la comunidad financiera internacional. En ese sentido, mantener una relación “normal” con el FMI, como la mayoría de los países del mundo, no implica un menoscabo a la soberanía, ni mucho menos.

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En segundo lugar. Endeudarse o desendeudarse no es una decisión aislada. Forma parte de decisiones integrales de la política económica. De la misma manera que forma parte de decisiones integrales de las empresas o de las familias.

En su momento, la Argentina K. tomó la decisión de cancelar deuda en moneda extranjera, estuviera en manos de argentinos o extranjeros. Esa decisión se tomó sin contar con los recursos suficientes para pagar dicha deuda. (Sin discutir si tenía sentido pagarla). Por lo tanto, para cumplir con dicho objetivo, terminó confiscando los activos de las AFJP, pasando deuda en poder del sector privado a deuda en poder del ANSES, y vaciando las reservas del Banco Central. A su vez, para mantener contentos a los consumidores votantes, se generó un  fuerte aumento del gasto público que no se pudo financiar sólo con presión impositiva, o deuda interna. Esto obligó a emitir muchos pesos, acelerando la destrucción del Banco Central. (No sólo le sacaron los activos, sino que, además, le sumaron más pasivos: emisión de pesos, y deuda vía Lebacs). Para que esta combinación letal de déficit fiscal financiado con emisión, y cancelación de deuda en dólares, financiada con reservas, no explotara antes de tiempo, se introdujo el cepo, para racionar los pocos dólares que quedaban sin devaluar mucho más. Y sobre el “llovido” de esta política, vino el “mojado” del cambio de clima global, con dólar fuerte, caída de los precios de la soja, y la crisis brasileña, que limitaron aún más los dólares disponibles de las exportaciones, mientras la “sustitución de exportaciones” en energía nos obligaba a importar gas.

Esta es la herencia insostenible. Gasto público récord, financiado desde el Banco Central con pesos. Y “desendeudamiento” financiado con las reservas del Banco Central,  y un tipo de cambio oficial desfasado de los costos internos y de las devaluaciones de los vecinos.

Para solucionar estos problemas hace falta reducir el déficit fiscal. El candidato principal son los subsidios al precio de la energía, que reciben los sectores medios y altos y las empresas. De manera de irle devolviendo al Banco Central su capacidad de hacer política antiinflacionaria, es decir emitir solo lo necesario.

Y hace falta reconocer, en el tipo de cambio oficial,  la nueva situación local e internacional.
El endeudamiento externo, sólo sirve, en el marco de un programa integral y creíble, para financiar infraestructura de largo plazo y, eventualmente, suavizar el camino del ajuste.

Pretender usar nueva deuda para evitar las soluciones que hacen falta,  ya lo probamos y no funcionó.