COLUMNISTAS
PANORAMA / design thinking petrolero

Pagar el precio

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Blanco Muiño. El funcionario del Gobierno anunció facilidades para que los clientes puedan darse de baja de servicios. | CEDOC PERFIL

Los que conocen el mercado petrolero dicen que las escenas del último viernes en el Ministerio de Energía eran inéditas, bizarras y hasta desopilantes. En una negociación de cuatro horas, Juan José Aranguren encabezaba por segundo día consecutivo las discusiones con las principales figuras del empresariado energético del país. Los ubicó en cuartos separados. En una habitación, productores. En la otra oficina, refinadores. Cuando se juntaban a intercambiar propuestas, Aranguren los dejaba solos, para que todo fluyera, tal vez. Figuras como Marcos Bulgheroni, de PAE y heredero de una de las mayores fortunas del país; Miguel Gutiérrez, presidente de la petrolera estatal YPF, o referentes de las principales compañías del rubro como la francesa Total o Tecpetrol, debatían casi jugando al design thinking petrolero qué hacer con el precio de la nafta en un contexto de aumento del dólar y suba del barril de crudo, con un gobierno que se tapa la cara y espía entre los dedos lo que viene: estancamiento y más inflación.
Puede ser que, aunque se trate de otro castigo más al bolsillo, no haya sido, según los entendidos, una decisión pésima la de cuotificar los aumentos de un bien, el combustible, que genera dolores de cabeza a los gobiernos de todo el mundo. Pero lo que evidencia el encuentro cool del viernes es el tremendo bardo en el que se ha convertido la política petrolera en la Argentina ya bien entrado este gobierno. Enero de 2017, camino gradual hacia la liberalización. Hasta entonces, iba a haber revisiones trimestrales. Llegó la de septiembre, había que ajustar. Para no hacerlo antes de las elecciones, se liberalizó de una el mercado. Pero nos crecieron los enanos apenas pusimos el circo: desde entonces el barril pasó de 65 a casi 80 dólares. Después de las elecciones legislativas, entonces, hubo más aumentos, uno atrás de otro como cachetada de loco. Llegó mayo de 2018, se cortó lo de la liberalización. Tras la corrida cambiaria que desnudó todos los alambres del modelo, congelamiento por 60 días. Ni siquiera llegamos. En el medio, la AFIP mete actualización por inflación de un impuesto que lleva la nafta. Era mínimo pero mostraba que el equipo otra vez no coordina mucho. El arquero nunca grita “mía” o el defensor nunca lo escucha. Ultimo día de mayo, ya está: preacuerdo para armar desde julio, un esquema de incrementos mensuales hasta octubre de 2019. ¿2019? Nah. Esto es Argentina, amigo, ciencia ficción. Al día siguiente, anteayer, en la sesión cool de Aranguren, se cae ese preacuerdo. Y se termina también definitivamente el congelamiento que iba a ser por 60 días y duró 32. Aumento para junio y julio. Para después del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional se agenda rever toda la política petrolera con un nuevo pacto. Será para julio o agosto. Largo plazo. Si ahora hubo métodos innovadores para la discusión, manden a buscar pufs, masajistas, no sé. Lo que sí, péguenle un llamado al jefe del Banco Central. Dice Federico Sturzenegger que no le avisaron del aumento de diciembre pasado en las naftas y se le complico (más) todo. No sé qué dirá de este incremento. Ni de todos los que vendrán.

A ponerse. Ahora, ¿qué tienen en común la enésima suba de naftas, el veto al freno de las tarifas y que no bajen las retenciones al campo? La concepción general del Gobierno de que se pague “el precio de mercado” por todos y cada uno de los bienes y servicios que se consumen, porque con ello, entienden, habría una contraprestación virtuosa en cada caso: inversiones en petróleo y gas, no se va a cortar la luz, y más actividad y desarrollos gracias al agro. La idea de que si uno paga un servicio recibe algo a cambio. Es posible que sea la idea de fondo también del presidente Mauricio Macri cuando pide esfuerzos, menos consumos o ahorros a la población: que paguen el precio de un ajuste hoy, porque llegará el desarrollo, el crecimiento sostenido. El titular de Defensa del Consumidor, Fernando Blanco Muiño, presentó esta semana una resolución para que las empresas de servicios faciliten la posibilidad de los clientes de darse de baja de una empresa. Una idea que bien podrían agradecer los que pagaron con su voto y ahora sienten que los están estafando. Tal vez quieran darse de baja.