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Paisaje mal traducido

“Las copias cualitativas de los adornamientos prestigiosos y el reloj de pulsera, la cualidad Hermosa de las mercancías fabricado de las materias primas de la cualidad alta. ¿Para que pagar es más grandes?” O para decirlo con otro ejemplo más elocuente: “Es la mejor mercancía para los hombres hecho solamente de los componentes naturales.

Rafaelspregelburd150
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“Las copias cualitativas de los adornamientos prestigiosos y el reloj de pulsera, la cualidad Hermosa de las mercancías fabricado de las materias primas de la cualidad alta. ¿Para que pagar es más grandes?” O para decirlo con otro ejemplo más elocuente: “Es la mejor mercancía para los hombres hecho solamente de los componentes naturales. Excepto la dureza asombrosa hay un efecto visible del aumento de la longitud del instrumento de hombre. ¡El tiempo de la influencia eficaz –72 horas!”
Ya llevo tiempo en Alemania. Lo sé porque comienzo a sentir simpatía por estas propagandas de relojes truchos o viagras dubitantes que llegan por mail. Quién pudiera hablar así en su propia lengua, liberado de toda su caprichosa singularidad, y entregado sólo a la Ley Mayor del Sentido Común. Es esa ley que reza que el otro entenderá igual, porque de todos modos ya sabe lo que le quiero vender/decir. Así funcionan las lenguas. No dan nada nuevo. Sólo reconfirman cosas.
Dirigir una obra en lengua extranjera, encontrar los resortes emocionales que los actores detonarán en los huecos entre las palabras, es una tarea farragosa que lima los aspectos sobresalientes del cerebro y lo deja romito. Los actores se quejan: algunas palabras traducidas les suenan raras. En castellano también suenan raras. Pero nadie presupone error si la lengua es la primera. ¿Qué culpa tengo yo? No hice la traducción. Ni soy responsable del lugar donde nuestros dos idiomas no se tocan. En alemán no existió nunca la “matemática moderna”, así que la palabra “conjunto” (Fläche) no existe: quiere decir más o menos “superficie”. No me sirve. Tampoco existió el Superagente 86, Maxwell Smart. Claro, ahí los malos eran los alemanes de KAOS.
Toda desviación de un lenguaje formal produce Sentido. Es decir: una palabra muy mal usada está simplemente mal usada, pero una palabra “un poco” mal usada puede desatar una pesadilla de Sentido, preñado de vecinas posibilidades. En alemán, todos los adjetivos mal usados son fálicos; todos los verbos ligeramente desviados quieren decir “coger”; o existe la palabra Fotze (concha) que es tabú, pero un tabú regulado. Iban a extirparla decentemente de la obra, pero como vieron que era una mujer la que se lo decía a otra mujer, entonces se puede. Un hombre no podría decírselo a una mujer sin provocar escándalo en la sala. En cambio, Schwanz (pija) no es nada ofensivo. Pregunto por qué el órgano sexual femenino es insultante y el masculino no. Nadie responde. “No responder” es un verbo: schweigen.
Son ejemplos fáciles, pero miren este otro. Hoy mi mujer cayó muy enferma y no podía ponerse de pie para ir al médico. Tenemos un seguro vendido en la Argentina, con la promesa de funcionar en todas partes. Pero la letra chica debía decir: “en todas partes donde las palabras tengan similar alcance”. En Buenos Aires, mi médico vendría a ver a la paciente a casa, pero el médico de acá me explica que la puede atender de mil amores (gern), pero en su praxis (consultorio). Le digo que se me desmaya y que no puede llegar al consultorio, que queda a cuatro cuadras, pero expresado en metros, porque cuadras acá no hay. El problema es que como son sólo cuatro cuadras, o su equivalente en pocos metros, no me pueden mandar una ambulancia, cosa que harían nuevamente de mil amores (sehr gern) si fueran más cuadras o más metros. También hay una situación adicional: nuestra calle es peatonal (Fußgängerzone) y la ambulancia, de todos modos, nos esperaría a dos cuadras de aquí. Llamo a la Argentina 17 veces y exijo que hagan algo. Me dicen que el médico no tiene razón y que tiene que venir igual, aunque su praxis quede cerca. Se lo repito al médico, pero –en alemán– mi razonamiento tan convincente empieza a fallar. Finalmente pactamos que vendrá cuando termine con los pacientes que sí han podido ir a visitarlo, porque mi casa sowieso le queda de paso. Yo no entiendo si ha comprendido todo de golpe o si me está haciendo un gran favor. Me deshago en agradecimientos. Gracias lindas. Dankeschön. Llega cinco horas después. Mi mujer podría haberse muerto. Le declara un virus desconocido, un batallón de medicamentos y una banana. Una de mis actrices me sugiere que le dé de comer una cosa que no se traduce, y que es la cosa blanca que sale del arroz cuando se lo hierve de más. ¿Tiene nombre eso? ¿Es almidón? En alemán es una sola palabra aglutinante, así que la cura para lo que tiene mi mujer en el estómago parece existir. Pero en castellano, a nadie se le ocurriría curarse con eso, que nadie ha nombrado nunca.