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Para una tumba con nombre

16-4-2023-Logo Perfil
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Cuando Céline murió, sus restos fueron depositados en el pequeño cementerio de Meudon, muy cerca de París. Su viuda hizo poner en la lápida del escritor: “Louis-Ferdinand Céline –Docteur L. F. Destouches– 1894-1961”, y debajo: “Lucie Destouches –Née Almanzor– 1912-19”. Lucette Almanzor nunca había imaginado que moriría a los 107 años en 2019, por lo que tuvieron que corregir la lápida. Hace muchos años describiendo la lápida de Juan Rodolfo Wilcock en el Cementerio Acatólico de Roma, especifiqué que se encontraba junto a la del escritor Vassilis Vassilikos, y alguien me hizo notar que Vassilikos estaba vivo, de modo que debía tratarse de otra persona. Pero como visito la tumba de Wilcock cada vez que ando por Roma, la segunda vez miré con atención y efectivamente la tumba decía solo “Vassilis Vassilikos–18.XI.1933”, sin especificar fecha de muerte, porque efectivamente estaba vivo. Ahora que Vassilikos murió, el 30 de noviembre del año pasado, imaginé que sus restos descansarían junto a los de Wilcock y que alguien habría completado la lápida con la fecha, pero no, sigue igual. Lo que me llevó a hacer una pequeña pesquisa, cuyo resultado, adelanto, no es muy feliz.

Junto a la lápida de Vassilikos en Roma hay otra, a la que nunca presté atención hasta ahora, que dice: “Mimí Dimitra Vassilikos –Née Atsedes– 28.VI.1933-3.VIII.1978”. Vassilikos estuvo casado dos veces. El primer matrimonio fue con Mimí, con quien fundó una editorial, y de la que luego se divorció porque ella decidió hacerse monja. Vassilikos debía de quererla mucho, dado que cuando ella murió, en 1978, y fue enterrada en el Cementerio Acatólico romano, él decidió que quería que sus propios restos descansaran junto a los de ella, y como era un griego precavido (buen escritor, además, su novela “Z”, traducida al español por Aurora Bernárdez, es memorable, al punto que muchos la siguen recordando, prescindiendo de la película de Costa-Gavras), y en ese momento sintió, o quiso sentir, que seguía amando a Mimí, pagó por la lápida de ella y por la propia, dejando todo preparado para una muerte que en ese momento debía de sentir cercana, como cada vez que cualquiera pierde a alguien amado.

Pero la vida continuó y Vassilikos volvió a enamorarse, y en 1983 contrajo matrimonio con la cantante lírica Vasso Papantoniou, nacida en 1939, con quien tuvo una hija, Evridiki. Como soy modesto y curioso, escuché a la soprano Vasso Papantoniou, y es realmente admirable. O mejor dicho era, porque ya no canta.

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Cuando Vassilikos murió, sus restos fueron enterrados en el cementerio de Atenas. Supongo que así lo dispuso su esposa, o tal vez su hija, no lo sé. Hasta ahora los datos. Ahora las preguntas: ¿sabe Vasso Papantoniou que en Roma hay una lápida que espera los restos de Vassilis, junto a los de su querida Mimí? ¿Lo sabe Evridiki? ¿Tomaron la decisión de enterrarlo en Atenas desconociendo el antiguo deseo del escritor? ¿Vassilis dejó alguna instrucción al respecto? No son cosas tan importantes, en realidad, ni siquiera me importan a mí, pero me resulta inquietante que alguien tenga dos tumbas con su propio nombre en lugares tan alejados como Atenas y Roma. No es la distancia en realidad, me inquietaría aunque las dos tumbas estuvieran más cerca. Tal vez la esposa de Vassilikos sabe de esa tumba vacía romana y no quiere que los restos de su esposo descansen junto a los de Mimí, cosa que resulta humanamente comprensible. Sé de los celos, no puedo decir lo mismo de la muerte. Solo pienso en la pobre Mimí, sola, junto a una tumba vacía que la separa de la de Wilcock. El malvado, que seguro sabe todo esto, debe de estar diciéndole cosas horribles para martirizarla.