Los temas fundamentales del Gobierno se manejan desde Olivos.” Así resume alguien que frecuenta ese ámbito el momento que se está viviendo en el centro del poder. Es que en Olivos está activo el Dr. Néstor Kirchner. Desde allí, el ex presidente en funciones viene atendiendo distintos flancos.
En la semana que pasó, uno de esos asuntos tuvo que ver con la situación económica mundial y sus efectos sobre la Argentina. Es decir que en la intimidad del poder se reconoce que, a pesar de una situación fiscal sólida, la economía argentina va a sufrir los coletazos de la crisis. Sobre esto estuvo hablando y elucubrando bastante el Dr. Néstor Kirchner, a quien su esposa, la Presidenta, le encargó un seguimiento detallado del tema. Es que, más allá de la retórica de los discursos en Nueva York en donde la Dra. Fernández de Kirchner dijo que la Argentina no necesitaba un plan B, ésa es una alternativa que hoy tiene plena vigencia. Por un lado están las necesidades de acceso al crédito internacional para el cual la Argentina tiene hoy las puertas cerradas. Por eso la apuesta a la negociación con el Club de París para cancelar la deuda y la decisión de reabrir la negociación con los bonistas que quedaron fuera del arreglo del año 2005.
Por otro lado está la caída de los precios de las materias primas, de cuya exportación son altamente dependientes las arcas del Tesoro nacional.
A estos dos elementos hay que agregarles un tercero que genera preocupación y tensión: la inflación. Para la gente la inflación no es un índice sino una realidad que golpea a sus bolsillos día tras día.
Uno que conoce perfectamente esto es Hugo Moyano. Por eso es que el secretario general de la CGT ha tomado la ofensiva en el reclamo de una mejora salarial. Es una bandera que, además, le viene disputando palmo a palmo Luis Barrionuevo, su rival en la conducción gremial.
El Gobierno no quiere saber nada con la eventualidad de una reapertura de las negociaciones paritarias. Los empresarios tampoco. Por eso es que Moyano ha salido con la idea –negada públicamente– de un aumento de 500 pesos generalizado a todos los trabajadores. Esto también ha generado inquietud no sólo en el sector privado sino también en el público. En varias provincias han sonado las alarmas ya que a muchas de ellas el pago de esa suma se les haría prácticamente imposible. Una de las más comprometidas es la provincia de Buenos Aires.
Este era uno de los temas a ser tratados en la reunión que el viernes último iba a tener el ministro del Interior, Florencio Randazzo, con el líder camionero. El otro era el acto del 17 de octubre en Entre Ríos, en el cual hablará Néstor Kirchner.
Pregunta: ¿Y el ministro de Economía dónde está?
Al Gobierno le interesa, además, que la inyección de dinero motive un repunte del consumo. “Es que queremos salir de esta meseta”, define una voz desde el poder.
El tema del INDEK volvió a estar en la agenda pública.
En Olivos el ex presidente en funciones sigue con atención los efectos de la crisis financiera originada en los Estados Unidos, que inevitablemente va produciendo un enfriamiento de la economía (es la “meseta” mencionada en el párrafo anterior). Esto producirá un cierto desaceleramiento de la inflación. Algunos funcionarios piensan que ésa debería ser la oportunidad para que el Gobierno comience a arreglar las cosas en el INDEK. Ellos saben, no obstante, que la decisión final dependerá del humor de Néstor Kirchner.
Lo que no entiende el matrimonio presidencial es que la reconstrucción de la credibilidad del INDEK será muy difícil. La enmarañada respuesta que sobre esto dio el jefe de Gabinete, Sergio Massa, en su deslucida presentación en el Congreso no hizo más que sembrar más dudas. Massa cayó allí en una contradicción cuando hizo una defensa de los índices del Instituto mientras, tiempo antes, había reconocido la necesidad de recuperar la credibilidad del INDEK lo antes posible.
El debut de Sergio Massa en el Congreso fue pobre. Massa viene pregonando un cambio de estilo en relación con las conductas del Gobierno que se vio contradicho con su exposición en el recinto. Los hechos vienen demostrando que esos cambios tiene que ver más con las formas que con el fondo de las cosas. Y eso se vio no sólo en las respuestas relacionadas con el INDEK sino también en el escándalo de la valija de Guido Alejandro Antonini Wilson. Tan escaso fue el cambio de estilo que, al final, hasta se terminó enojando con las preguntas de los periodistas.
La cachetada mayor la recibió, sin embargo, horas después cuando la Presidenta apareció sentando a su lado al secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, en el acto en el cual se formalizó el acuerdo de rebajas de los precios de productos de higiene personal. Ahí estaba Moreno, como había estado antes en la firma de otros acuerdos que terminaron en fracasos. ¿Queda alguna duda de que Moreno es Kirchner, esto es, Néstor y Cristina?
En el medio de todo esto, el viernes se inició una nueva protesta de los ruralistas. Las quejas siguen siendo las mismas que conformaron el paisaje del conflicto con el Gobierno durante la vigencia de la controvertida Resolución 125: la ausencia de una política agropecuaria.
Políticamente, es evidente que el escenario no es el mismo de aquellos días de tensión casi ilimitada. Las expresiones contrarias a la medida de Elisa Carrió y del gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, quienes apoyaron los reclamos del sector, son una muestra de ese escenario diferente. Incluso el nivel de participación de la gente en las manifestaciones a la vera de las rutas es menor. La dirigencia del campo también ha entendido lo distinto del momento y del efecto nocivo que para su imagen tendría una protesta con cortes de ruta y desabastecimiento. El Gobierno, por su parte, ha decidido que no confrontará públicamente con el sector de la misma manera que lo hizo durante el episodio de la 125. Apuesta, una vez más, a dividir al campo.
Lo lamentable de todo esto es la oportunidad histórica que el país está perdiendo. “El ‘parate’ en muchas localidades del interior sigue siendo fuerte. Nada ha vuelto a ser como antes del 11 de marzo, cuando las perspectivas eran buenísimas”, reconocen varios intendentes de esas zonas que pertenecen al oficialismo, quienes terminan de sorprenderse por la incapacidad del Gobierno para tener una visión más profunda de la realidad del agro. “Lo que este sector no debería olvidar es que Néstor Kirchner lo quería ver de rodillas” recuerda, a manera de respuesta, alguien que compartió aquellos días de furia que culminaron con el histórico voto “no positivo” de Julio Cobos.
Hablando del vicepresidente, ya no caben dudas de que, tal cual lo dicho en esta columna la semana pasada, ha decidido romper lanzas con los Kirchner. Sus declaraciones en Miami acerca del tema de la valija de Antonini Wilson –dijo que el “ministro Julio De Vido debería dar explicaciones sobre el tema”– irritaron profundamente al Gobierno, del cual ya muchos funcionarios desearían que ya no formara parte.“El matrimonio presidencial quisiera verlo fuera del Gobierno ya”, expresan en voz alta numerosos funcionarios que, a su vez, comparten este deseo. La tirria que le profesan tanto Cristina como Néstor es tal, que hay quienes aseguran que el miércoles pasado, en ocasión del merecido y emotivo homenaje que le rindieran al ex presidente Raúl Alfonsín, al cual había prometido asistir Julio Cobos, hubo una orden para que el jefe del bloque oficialista, el senador Miguel Angel Pichetto, no concediera un cuarto intermedio en la sesión del Senado en la que se trataba el proyecto de ley de movilidad jubilatoria para impedir que el vicepresidente fuera a la Casa Rosada.
El caso de la valija de Antonini Wilson sigue siendo una caja de Pandora más allá de las contradicciones y vueltas que le va dando alguno de sus protagonistas. Hay dos cosas que complican al Gobierno: una es la existencia de hechos objetivos que, más allá de los dichos de unos y otros, son contundentes; la otra es la calaña de los personajes a cargo de las negociaciones entre los dos gobiernos.
En relación con los hechos, hay que recordar que la valija existió (de hecho, aún hoy existe y está en una caja del Banco Nación), que la valija llegó en un avión contratado por Enarsa, empresa del Gobierno argentino que bien podría figurar en algún relato de realismo mágico de Gabriel García Márquez y que en ese avión viajaban funcionarios argentinos.
A propósito de esto, esta semana habló el presidente de Enarsa, Exequiel Espinosa. Dijo textualmente: “Este fue un vuelo especial porque teníamos que cerrar un contrato urgente un viernes, porque el lunes se juntaban ambos presidentes (en alusión a Néstor Kirchner y Hugo Chávez) para ratificarlo y nosotros no tenemos otro vuelo ni antes ni después; eso fue una urgencia por una situación que había que resolver”.
Esta explicación fue demolida en esta columna por Jorge Lanata, quien demostró la existencia de vuelos regulares de línea entre Buenos Aires y Caracas con disponibilidad en cada uno de ellos y en todas las clases en las mismas fechas en que se realizó el viaje en cuestión.
El acto de homenaje –justo– al Dr. Raúl Alfonsín con motivo de descubrir el busto de su figura –que, dicho sea de paso, no se le parece en nada– en la Casa Rosada fue un buen gesto del matrimonio Kirchner que tenía una deuda con el ex presidente. Esto se remonta a aquel otro acto del 24 de marzo de 2004 en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), en el que Néstor Kirchner cometió una garrafal injusticia al desconocer lo hecho por el Dr. Alfonsín en el campo de la reivindicación de los derechos humanos al impulsar el histórico juicio a las juntas militares del Proceso de Reorganización Nacional.
Se vivió allí un momento de alto voltaje emocional. Se vio a la Presidenta conmoverse ante las dificultades que la dolorosa enfermedad que padece el Dr. Alfonsín le impone a su físico. Con su voz debilitada, el ex presidente le imprimió a su discurso la huella de su legado. Entre otras cosas, dijo: “Los argentinos vivimos mucho tiempo discutiendo para atrás. Hoy todavía hay rastros de ese canibalismo político. Es precisa la existencia de adversarios, aunque la política no es sólo conflictos sino también construcción”.
Los Kirchner, quienes observaban y escuchaban con atención al ex presidente y que han hecho de la concertación plural singular y de la confrontación permanente un credo, le harían un gran aporte a la cultura democrática del país si incorporaran estas ideas a su accionar político en el ejercicio del poder.
Producción periodística: Guido Baistrocchi.