Definitivamente, el embajador Eduardo Sadous preocupa al Gobierno. Por lo tanto, ha pasado a ser su enemigo y, como es habitual cada vez que esto ocurre, el matrimonio presidencial ha bajado la orden de destruirlo. Así fue entonces como con esta orden en mente, pues, el oficialismo se plantó frente a la presentación del ex embajador argentino en Caracas ante la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados.
Los movimientos del Gobierno han sido cambiantes en relación con este punto. Primero, ordenó impedir la comparencia del diplomático. Esta fue una de las cosas que molestó al ex canciller Jorge Taiana, molestia que terminó en portazo cuando el ex funcionario vio humillada su lealtad ante la del ministro de Economía, Amado Boudou. Una vez que Taiana autorizó a Sadous, el nuevo canciller, Héctor Timerman, buscó condicionarlas al embajador. Lo hizo en una conversación que mantuvo con él, durante el fin de semana pasado: “Le dije que como funcionario está suscripto, como yo e igual que todos los funcionarios, a ciertas leyes”, dijo Timerman. Ya con Sadous en la Comisión, la directiva fue la de embarrar la cancha. Carlos Kunkel corporizó la orden: “¿Qué horario cumplía en la embajada? ¿Estaba usted al tanto de las fiestas para adolescentes que se hacían allí? ¿Conoció a Liborio Quagliana?” Quagliana fue un mayordomo que trabajó en la embajada a quien Sadous recortó su salario. Como se ve, ninguna de estas preguntas tuvo nada que ver con el asunto de los fideicomisos y la embajada paralela. Lo cierto es que Sadous ratificó ante la Comisión todo lo que expuso en el expediente que lleva adelante el juez Julio Ercolini. Y ante el peso de la evidencia, ahora el Gobierno ha salido a confirmar lo que antes negaba: la tan mentada diplomacia paralela. Lo ha hecho a su manera, tratando de justificarla en la supuesta falta de idoneidad y honestidad del diplomático, a quien ahora tratan directamente de delincuente.
El ministro De Vido hizo, en cumplimiento de una orden del matrimonio presidencial, la declaración por la que se reconoció el funcionamiento de la embajada paralela. Curiosamente, hace unos quince días, un comunicado de su ministerio había negado la existencia del fideicomiso.
Más allá de este ida y vuelta de declaraciones, vale la pena reparar en otro aporte documental de importancia: es la declaración en sede judicial de Alberto Alvarez Tufillo, el consejero jefe de la sección económica y comercial de la embajada en la época de Sadous. He aquí algunos de sus párrafos más significativos. Comienza el diplomático refiriendo que “había reuniones de seguimiento del fideicomiso, pero eran de manera informal” y que “por su parte, (Claudio) Uberti y personal de la Secretaría de Energía, como antes señaló, tenían fundamentalmente participación en las reuniones vinculadas a los temas de energía”. Aquí es importante recordar que Claudio Uberti, involucrado en la causa de la valija con 795 mil dólares de Guido Alejandro Antonini Wilson, estaba a cargo del Organo de Control de Concesiones Viales (Occovi). Nadie ha podio explicar hasta aquí –y seguramente no habrá quien pueda hacerlo alguna vez– qué tenía que ver el encargado de controlar las concesiones de rutas y autopistas con las negociaciones de temas energéticos.
En otro momento de la declaración se le pregunta a Alvarez Tufillo cómo se enteraban de la llegada de los funcionarios argentinos. El dicente responde que “recibían llamados telefónicos por parte de la Cancillería argentina o por parte del Ministerio de Planificación Federal, haciéndoles saber que concurrirían los funcionarios argentinos en misión de trabajo. Muy pocas veces se hacía por cable. Un ejemplo de ello fue el cable relacionado con la visita del Sr. Uberti (una de las tantas) y gente de la Secretaría de Energía”.
En otro punto, Alvarez Tufillo describe el mecanismo de funcionamiento de la embajada paralela: “Llamaban los funcionarios de la Diela (Dirección de Integración Económica Latinoamericana) o la Subie (Subsecretaría de Integración Económica Americana y Mercosur) y también llamaban de la oficina del señor Uberti … había viajes de los que tenía conocimiento la embajada e informaba a la Cancillería y otros viajes de los que no tenía conocimiento. Del total de las reuniones, la embajada no participaba en el 85%, (a pesar de lo cual) de algunas se enteraban; en el 15% participaban”. Refiere que de las que desconocían se enteraban por reuniones de trabajo con algún organismo por la gente de los mismos.
Sobre los viajes del ministro De Vido, Alvarez Tufillo dijo que “hizo muchos viajes”. No sabe con precisión cuántos, pero estima que fue un viaje cada dos meses, aproximadamente.
Finalmente, en otro párrafo de la declaración de Alvarez Tufillo se lee que “Méndez (Franklin Méndez era el funcionario a quien el presidente Hugo Chávez puso a cargo de los fideicomisos) no movía un dedo si no estaba aprobado por Chávez. El fideicomiso era más lento. Méndez se tomaba su tiempo para analizar; las firmas de Chávez se demoraban. Preguntado por el fiscal para que diga si en su opinión todos los pagos eran autorizados por el presidente Chávez manifiesta: que sí. Preguntado para que diga si todos los inconvenientes de pago podían ser solucionados por la vía política sin necesitar de intermediarias, manifiesta: que sí. Preguntado por la defensa para que diga si podía ser necesario que De Vido y Uberti viajaran para destrabar dichos inconvenientes, manifiesta: que sí”.
Una de las cosas que se le preguntó a Sadous en la Comisión de Diputados, fue si, según su conocimiento, el entonces presidente Néstor Kirchner sabía o no de todo esto. El embajador, en una respuesta que despertó la furia del ex presidente en funciones, dijo que “debería saberlo.”
Al respecto, la declaración de Alvarez Tufillo es clave. ¿Es posible pensar que, en un gobierno tan verticalista y egocentrista como el de los Kirchner, un ministro del peso político de Julio De Vido pudiera haber hecho esos viajes y llevado adelante semejante nivel de negociaciones sin el conocimiento y el consentimiento de Néstor Kirchner? La respuesta es simple y contundente: no.
Producción periodística: Guido Baistrocchi con la contribución de Santiago Serra.