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SUDAFRICA - ARGENTINA

Parecidos y diferencias

Durante veinte años fui miembro del Parlamento de Sudáfrica, trece de los cuales lideré el principal partido opositor del país, el partido Democratic Alliance (Alianza Democrática). Y sólo han transcurrido dos meses de mi nombramiento como nuevo embajador de Sudáfrica en la Argentina.

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Durante veinte años fui miembro del Parlamento de Sudáfrica, trece de los cuales lideré el principal partido opositor del país, el partido Democratic Alliance (Alianza Democrática). Y sólo han transcurrido dos meses de mi nombramiento como nuevo embajador de Sudáfrica en la Argentina.
Por ello, si bien conozco bastante bien los desafíos y crisis ocasionales que han acompañado la transición de Sudáfrica al dejar el arpartheid y avanzar hacia la democracia, sólo conozco en superficie la política argentina. Sin duda, aprenderé mucho más sobre su fascinante país durante los cuatro años que pasaré aquí. Especialmente porque mi mandato como embajador coincidirá con las elecciones presidenciales de 2011.
No hay dos países iguales, y a menudo las diferencias que separan a dos naciones cualesquiera son mucho más importantes que las similitudes superficiales.
Sin embargo, nuestros países tienen economías de tamaño casi idéntico (con un PBI en 2009 de aproximadamente US$ 330 mil millones); ambos países forman parte de la codiciada y cada vez más importante agrupación del G-20 que reúne a las economías más importantes del mundo; y tenemos visiones casi idénticas respecto de la reforma de la arquitectura política y financiera global, la cual incluye el otorgamiento de mayor voz y voto a los países del Sur en los consejos del mundo, desde el FMI hasta el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Otra similitud es que ninguno de nuestros países ha completado cabalmente aún la transición hacia una democracia consolidada. Los dos disfrutamos de parlamentos vivaces, cortes independientes y personalidades políticas poderosas.
En el caso de Sudáfrica, ha sido difícil en tan sólo 15 años desde la llegada de la democracia erradicar las desigualdades, especialmente en lo que respecta a cuestiones raciales que afectan nuestra economía y que son producto de 350 años de apartheid y otras formas de discriminación racial.
Argentina aún debe atender cuestiones inconclusas del pasado.
Yo pensaba que la política sudafricana era bastante agresiva, pero he descubierto desde mi llegada aquí que la Argentina puede enseñarnos algunas lecciones sobre combate político. La vehemencia de la contienda en la Argentina probablemente pueda atribuirse a la cercanía de dicha contienda. La Presidenta electa por una victoria aplastante en 2007 actualmente enfrenta dos años difíciles con un Congreso con una mayoría opositora. Claramente, esto es un reflejo de la Constitución argentina que separa la elección de presidente de las elecciones para el Congreso. En Sudáfrica, el presidente es electo de entre las filas del Parlamento y una única votación determina tanto el control del Parlamento como la elección de presidente.
Y así también, en Sudáfrica existe una enorme distancia de 40 puntos que separa el partido mayoritario African National Congress (Congreso Nacional Africano) del partido Democratic Alliance que anteriormente lideré. En conjunto, la oposición en el Parlamento de Sudáfrica abarca no más de un 35% de los miembros, mientras que en la Argentina, en la elección de este año, la oposición vio fortalecida su posición en el Congreso.
Quizá la mayor diferencia entre ambos países es la cuestión de la división racial. La política en Sudáfrica se divide esencialmente a lo largo de la frontera racial. Sin embargo, los adeptos al cine en la Argentina podrán ver en enero la nueva película de Clint Eastwood en la que actúa Morgan Freeman como Nelson Mandela y que se titula Invictus. Esta película describe la extraordinaria pero verdadera historia de cómo Nelson Mandela en 1995 llevó a toda Sudáfrica, especialmente la mayoría negra, a respaldar el equipo de rugby Springbok, durante mucho tiempo un símbolo de la supremacía blanca. Como muestra la película, su inspirado liderazgo contribuyó a que el equipo ganara la copa contra todos los pronósticos, enfrentando al poderoso equipo de rugby All Black.
Muy pocos países en el mundo tienen un Mandela. Y Sudáfrica probablemente no tenga demasiados. Pero el presidente actual de Sudáfrica, Jacob Zuma, sí tiene ciertos instintos propios de Mandela. Después de todo, transgredió las divisiones de nuestra política al nombrarme embajador. Más importante aun es el hecho de que él y el país aprovecharán la Copa Mundial de la FIFA 2010 para unir a la nación como nunca antes y enseñar una cara diferente, más esperanzada, de Africa a todo el mundo.
Y asimismo, 2010 es también un año sumamente importante para la Argentina. Ese año marcará el Bicentenario de su revolución y el comienzo del camino andado por la Argentina hacia la democracia,
Todo parece indicar que la Argentina en 2010 se lanzará a zanjar la brecha abierta con la comunidad crediticia internacional. Esta tarea demandará una cintura ágil y un liderazgo hábil. Pero la economía argentina, que deja traslucir su recuperación en los precios de las commodities y las cosechas récord, sugiere que el retorno a los mercados internacionales es posible.
Tanto los líderes de la Argentina como los de Sudáfrica se encuentran ante desafíos que enfrentan todas las democracias, jóvenes y viejas: expectativas crecientes y electores impacientes. Ya sea que los votantes hablen zulú o castellano, resolver esa tensión sigue siendo el desafío clave para el liderazgo político.

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*Embajador de Sudáfrica.