COLUMNISTAS
Los campeonatos y su organizacion

Paremos con la neurosis

Estas semanas sin fútbol sirven para pensar más tranquilamente si algunas cosas deberían cambiar. Duele ver en los torneos argentinos, por ejemplo, cómo un club de riquísima historia como Independiente (el de Bochini, el de las copas reales) festeja una agónica entrada a la Sudamericana, competición de la que participan equipos como Deportivo Pasto y Atlético Paranaense, de la que es actual campeón Arsenal de Sarandí, y a la que Boca y River van como invitados para inflar un poco el rating.

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Estas semanas sin fútbol sirven para pensar más tranquilamente si algunas cosas deberían cambiar. Duele ver en los torneos argentinos, por ejemplo, cómo un club de riquísima historia como Independiente (el de Bochini, el de las copas reales) festeja una agónica entrada a la Sudamericana, competición de la que participan equipos como Deportivo Pasto y Atlético Paranaense, de la que es actual campeón Arsenal de Sarandí, y a la que Boca y River van como invitados para inflar un poco el rating. Es más, Independiente celebra haber logrado el derecho a jugar dos partidos con Estudiantes para recién ver si juega la Copa Sudamericana en serio. Independiente sigue siendo el Rey de Copas, así que mencionar esto como un logro es bochornoso. Además, es lo único que este grupo de futbolistas liderados por el Rolfi Montenegro consiguió en los últimos tres años.

Igual de bochornoso es que hinchas de Racing festejen como festejaron que se hayan salvado del descenso. ¿Sabrán que La Academia fue el más grande del amateurismo, el primer tricampeón argentino, y que salió campeón de América y del Mundo? Haber evitado el descenso es una obligación para con su propia historia. Está bien apoyar y llenar la cancha, pero de ahí a festejar por las calles hay un trecho larguísimo.

El público es muy responsable de todo este circo originado por la televisión. Compra todo el merchandising y no piensa ni por un segundo. “Independiente vuelve a las copas”, le dicen. Y compra sin pensar. Aunque para el Rojo, la dignidad de “volver a las copas” se tendría que reflejar si gana un torneo local y entra en la Libertadores.

“El hincha de Racing nació para sufrir”, repiten como loros los fanas de La Academia. Nadie nace para sufrir, seamos serios. Los socios votaron a Lalín, a De Stéfano, a Otero, casi el 90 por ciento de los hinchas apoyó el gerenciamiento. En las radios y en la televisión se decía que la privatización iba a ser un éxito porque “Fernando Marín es de Racing”. Y la gente volvió a comprar. O sea, tiene un alto grado de responsabilidad. ¿No era que “la gente de Racing se las banca todas sin pedir nada”? A veces pide más de lo que se puede pedir.

Por la impaciencia de su gente, en Racing fracasaron entrenadores del nivel de Labruna, Zubeldía y Lorenzo. Y porque la hinchada pedía a Merlo, fue que De Tomaso –tan incapaz como Marín, pero sin talento para irse a tiempo– no retuvo a Simeone y trajo de vuelta a Mostaza. Sabemos qué pasó después con Simeone. Y también sabemos qué pasó con Merlo.

Otro tema que engaña mucho a los hinchas es el de los torneos cortos. Si en los países de fútbol más desarrollado –Italia, España, Inglaterra, Alemania– los campeonatos duran 38 fechas, no se entiende por qué acá tenemos una neurótica minicompetencia de 19. Los defensores del torneo flash hablan de emoción, de que así “los equipos chicos tienen más chances”, pero ¿a qué precio? Por ejemplo, Lanús, ganador del Apertura ’08, después apenas se sostuvo en la Copa Libertadores hasta octavos de final y terminó en el fondo de la tabla en el Clausura. Y Boca, que fue el que obtuvo más puntos en la temporada (70) no ganó ningún título. Si el torneo hubiese sido largo, Lanús hubiese terminado octavo (con 56 puntos, igual que Newell’s y Tigre) y con el arco más derrotado (sufrió 60 goles). A Boca lo siguió Estudiantes, segundo a un punto; como para desmentir a los que dicen que los campeonatos largos no tienen emoción. River, el tercero, terminó a tres unidades del Pincha y a cuatro de los xeneizes, y San Lorenzo fue el cuarto. Los equipos chicos tuvieron su lugar: Argentinos Juniors está en el quinto lugar de la tabla acumulada, por encima de Independiente, que quedó sexto.

Da la sensación de que un campeonato de 38 fechas quitaría estrés y hasta podría generar un fútbol mejor jugado. Es decir, los entrenadores tendrían más tiempo para trabajar y lograr un mejor funcionamiento de los conjuntos. La locura del torneo corto hace que un técnico sea eyectado en las primeras fechas si no consigue buenos resultados. Porque en un campeonato de 19 fechas puede pasar que en la quinta ya se quede sin chances de pelear el título. Es gracioso cómo la tele y las radios adeptas a la AFA se quejan porque “el fusible es el técnico” y después le ponen música a la letra de Grondona diciendo que “los torneos cortos son más emocionantes”.

Los torneos cortos entregaron campeones de juego olvidable como Boca del ’92, San Lorenzo del ’95, Racing de 2001, Independiente de 2002 o Newell’s de 2004. También está el caso de Lanús el año pasado, que no pudo estirar un apogeo mayor a tres meses. En cambio, el River de Labruna, el Boca del Toto Lorenzo, el Independiente de las Copas, el Racing de José, el San Lorenzo bicampeón del ’72 o el Estudiantes de Zubeldía llegaron bien lejos por haber trabajado a largo plazo e imponerse a lo largo de una o más temporadas. Incluso el Boca y el Vélez de Bianchi o el River del Pelado Díaz, que obtuvieron torneos cortos en serie y copas internacionales, podrían entrar en esta categoría.

El fútbol argentino necesita algunos cambios, pero la prioridad es detener la neurosis. El regreso a los torneos largos y que se deje de festejar la nada sería una excelente manera de comenzar.