COLUMNISTAS
asuntos internos

Pasolini en Matera

La heterogénesis de los fines es un concepto establecido por Giambattista Vico en el siglo XVIII y en resumen, con perdón de Vico, sería la extensión de la idea de serendipia aplicada a los fenómenos sociales. La serendipia es un hallazgo valioso que se produce de manera casual o accidental, y la heterogénesis de los fines funciona igual: un hecho cualquiera desencadena una serie de efectos que desembocan en algo que aquel hecho inicial no se proponía, ni siquiera soñaba.

En octubre de 1962 Pasolini se encontraba en Asís, cuando la visita sorpresiva del papa Juan XXIII hizo que la ciudad sucumbiera bajo el peso del caos: gente en las calles, embotellamientos, toda una serie de efectos que el Papa no pretendía desencadenar, pero que su visita desencadenó. Pasolini hizo lo que cualquier ser humano con criterio hubiese hecho: encerrarse en su habitación de hotel hasta que el Papa se hubiese marchado. El problema es que su visita a Asís debía ser breve, y por eso ni siquiera había llevado consigo un libro con el que matar el tiempo. Pero en la habitación del hotel había una Biblia (en una época todas las habitaciones de hotel tenían una), así que se puso a leer el Nuevo Testamento. Y lo primero que leyó fue el Evangelio según san Mateo. Y mientras leía imaginaba un film, que en en ese momento no sabía que iba a terminar realizando dos años después. Es decir, comenzó a desearlo en ese momento, comenzó a verlo, a ponerle imágenes a aquello que leía, pero aún no sabía que ese sueño iba a lograr materializarlo.

El problema, a la hora de ponerse manos a la obra, buscando las locaciones para su film, era que la Jerusalén de entonces no se parecía en nada a la Jerusalén del año 0. Pasolini viajó hasta allí y volvió decepcionado. Y entonces recordó Matera, la ciudad de la Basilicata, más exactamente los llamados Sassi, un complejo de casas amontonadas, semiderruidas, en las colinas que miran a la ciudad, donde se encuentran además unas cuevas que fueron habitadas por el hombre del Paleolítico.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

La situación urbanística, higiénica y social de los Sassi de Matera habían sido denunciadas antes, en 1945, por Carlo Levi, en la novela Cristo se detuvo en Éboli. Y tampoco era nuevo utilizar los Sassi de Matera como locación para films. Ya los habían utilizado Alberto Lattuada, Luigi Capuano, Luigi Zampa y Brunello Rondi en distintos films realizados entre 1957 y 1963. Lo que Pasolini vislumbró fue una improbable Jerusalén del año 0 en los Sassi de Matera de 1964. Y el resultado fue tan perfecto, tan verosímil, que esa zona de la ciudad de Matera siguió siendo Jerusalén en muchos films posteriores: allí ambientó Mel Gibson su La pasión de Cristo en 2004, y más recientemente, en 2016, Timur Bekmambetov filmó allí Ben-Hur. Mujer Maravilla, de Patty Jenkins, también se filmó allí.

Pero no se trata solamente de haber intuido en una ciudad presente una ciudad perdida del pasado, sino lo que pasó después. Carlo Levi había denunciado la superpoblación de los Sassi de Matera, donde la gente vivía hasta en los aljibes, convertidos en monolocales que compartían con mulas y ovejas. En el 52, el presidente Alcide de Gasperi visitó el lugar, tomó conciencia del problema y promovió una ley de saneamiento, reurbanización y evacuación de los Sassi. Cuando Pasolini llegó allí, ya estaban deshabitados. El Evangelio según san Mateo de Pasolini le otorgó a los Sassi de Matera un aspecto divino que antes no tenía; le quitó el velo dramático del hacinamiento y la pobreza que en 1964 todavía prevalecía. Consiguió mostrar su belleza, la que nadie había visto antes. En 1993, los Sassi de Matera fueron declarados Patrimonio Mundial de la Unesco, porque representan un ecosistema urbano extraordinario, capaz de perpetuar las formas de vida desde el más lejano pasado prehistórico hasta la modernidad.