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Patente de brutos

El honorable Congreso de la Nación se apresta a sancionar con fuerza de ley el proyecto presentado por el Poder Ejecutivo Nacional que penaliza el consumo de tecnología mediante un aumento impositivo que oscila entre el 15 y el 40% para aquellos productos que no se fabriquen en Tierra del Fuego donde, como todo el mundo sabe, no se fabrica absolutamente nada.

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El honorable Congreso de la Nación se apresta a sancionar con fuerza de ley el proyecto presentado por el Poder Ejecutivo Nacional que penaliza el consumo de tecnología mediante un aumento impositivo que oscila entre el 15 y el 40% para aquellos productos que no se fabriquen en Tierra del Fuego donde, como todo el mundo sabe, no se fabrica absolutamente nada sino que se embalan prolijamente los cachivaches y chirimbolos que llegan de las Chinas y, a lo sumo, se ensamblan partes que vienen, también, de allende los mares.

Lo que el mundo no termina de comprender es la razón de un proyecto reaccionario por donde se lo mire, que hace de la tecnología un bien suntuario y no una herramienta de trabajo, un util pedagógico o una estrategia para el diseño de lazos comunitarios.

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¿Se tratará, como muchos ya se han apresurado a señalar, de un episodio más de la corrupción que parece ser la lepra de nuestra sociedad? ¿O es que, ciertamente, los estamentos políticos han decidido sacar patente de brutos, que no sólo ignoran todo sobre el tiempo y la cultura en los que les tocó actuar públicamente sino que además sostienen un resentimiento de bestias primitivas ante todo aquello que supere la tecnología del bótox? ¿Necesidades de caja?

El efecto del proyecto que ya cuenta con media sanción parlamentaria y que la Cámara de Senadores votará en septiembre no hace sino ampliar la brecha digital pero, especialmente, el abismo entre ricos y pobres. Los primeros podrán comprar sus laptops, sus cámaras digitales, sus teléfonos y cualquier otro dispositivo que se invente en cualquiera de sus viajes por venir. Los otros, los que han quedado condenados a los goles gratis como única forma de autocomprensión y de desarrollo personal, ya no podrán acceder a aquello que constituye el horizonte inmediato de inscripción cultural: la tecnología. Mientras en países menos autocomplacientes con los lugares comunes más vulgares del discurso y el colágeno político se analiza el ahorro energético de las nuevas tecnologías (entre el 30 y 40 por ciento si se actualiza el parque instalado de PCs) aquí, bolivarianamente, lo atamos todo con alambre (embalado en Tierra del Fuego).