Cuando ocurre un acontecimiento trágico –accidentes, actos bélicos, la agonía o muerte de algún personaje célebre, crímenes– llueven sobre las redacciones imágenes de todo tipo que ilustran sus consecuencias. Muchas de ellas, registradas en caliente, de enorme crudeza y enviadas sin editar, superan en mucho lo que el sentido común y el buen ejercicio del periodismo aconsejan. En estos últimos tiempos, las fotos y los videos sobre las acciones de guerra que llegan desde Medio Oriente y la caída del avión de pasajeros de Malaysia Airlines provocada por un misil de origen aún incierto tienen una enorme carga de dramatismo y –en muchos casos– de cierta elección morbosa (cfr. RAE; morbo: interés malsano por personas o cosas) por no pocos medios.
Debo decir que la edición papel de PERFIL ha optado casi siempre por evitarles a los lectores la visión de imágenes visualmente agresivas. La foto de un padre palestino o israelí llevando a su hijo sangrante en brazos no es lo mismo que la de un conjunto de cadáveres destrozados por una explosión; de igual modo, el dramático registro de los restos del avión de Malaysia Airlines diseminados sobre un campo ucraniano no tiene la misma categoría que primeros planos de restos humanos inidentificables fotografiados allí.
Esto que precede habla bien de los criterios de edición imperantes en el diario, pero sirven al mismo tiempo para marcar lo negativo de su traslación a la página web del mismo medio. Una vez más, el soporte digital ha incurrido en excesos que violentan, por su crudeza, la sensibilidad de quienes acceden a esas imágenes. A diferencia de otros portales, en la Argentina y fuera de ella, la publicación de esas fotografías en la página de perfil.com carece de advertencia alguna. Hace ya décadas que la televisión y ahora muchos de los portales periodísticos de internet recurren al simple trámite de anticipar el contenido no apto para personas impresionables con un texto que aclara lo que habrán de ver. Afortunadamente, internet se ha constituido en un espacio de expresión libérrimo, en el que los límites casi no existen más que por la decisión de quienes publican en él. Pero ello acrecienta la responsabilidad, el compromiso y la obligación que tienen éstos de atemperar aquello que ofende o agravia la sensibilidad, las creencias o las ideas de quienes son sus destinatarios.
Si a ello se suman los comentarios, muchas veces sin pasar por filtro alguno, de usuarios que no parecen tener límite alguno para sus apreciaciones (incluyendo insultos, descalificaciones, muestras extremas de intolerancia), vemos que tantas buenas intenciones demostradas por quienes editan la versión papel quedan relativizadas por decisiones editoriales de tan diferente tenor.
Firmas. La actualidad fue desplazando un comentario que quiero hacer desde hace ya varias ediciones, porque se refiere a una omisión muchas veces reiterada. El libro de estilo Cómo leer el diario, que rige buena parte de lo que publica PERFIL, indica claramente en su código de ética que es obligatorio editar con firma toda nota que se publique y que cada subnota llevará las iniciales del autor. Las únicas excepciones aceptadas son aquellos textos de extensión inferior a mil caracteres. En los últimos tiempos, he visto no pocos textos sin identificación, particularmente en las secciones Política y Espectáculos. Sugiero a los editores evitar tales omisiones.
Leuco y la AMIA. Considero un error de criterio el haber editado ayer el discurso que pronunció el viernes el columnista Alfredo Leuco por el 20° aniversario del atentado a la AMIA como si fuese una nota de su autoría para PERFIL, con firma y foto, aunque la bajada del título haya aclarado el origen del texto. Este diario tiene recursos gráficos suficientes como para dar a cada contenido un formato determinado, fruto del buen criterio de su dirección de arte al perseguir el objetivo de evitar que el lector pueda caer en confusiones.
Para peor, dentro del texto fue empleada la letra bold o negrita para un diálogo que formaba parte del relato de Leuco, recurso gráfico que se emplea sólo en las preguntas de las entrevistas.
Perlitas de menor cuantía. Ayer, en la página 9, se deslizó un error tanto en el epígrafe como en el texto. Dice el epígrafe que el vicepresidente Amado Boudou no estuvo presente en el acto con el presidente de China, al cual –se indica– “fueron invitados los demás ministros”. En el texto se señala que “estuvieron todos los ministros, menos Amado”. Que se sepa, el señor Boudou no es ministro.
* La mitad inferior de la página 29 es ocupada por un espacio comercial presentado como publinota. Aunque es claro que se trata de un aviso, no corresponde utilizar el mismo formato y tipografía que el empleado en los espacios periodísticos.