Las elecciones constituyen un ingente desafío para el periodismo en sociedades afectadas por conflictos o en Estados frágiles. Representan un período en el que se fomentan sentimientos apasionados sobre el cambio –cambio de gobierno, políticas y personalidades– que pasan a ocupar un lugar central en la atención del público y los medios de información. Aun en las democracias más duraderas existe la tendencia a que los medios informativos vayan en busca de emociones excesivas y hagan hincapié en las acusaciones y denegaciones más incendiarias entre las partes, pasando por alto la voz de los ciudadanos y las preocupaciones reales que experimentan las comunidades”. El párrafo pertenece al Manual de formación práctica de periodistas para la cobertura de elecciones, que ya he citado en una columna anterior. Fue elaborado por International Media Support de Dinamarca y dos ONG de Canadá, una de Quebec/Montreal (Réseau Liberté) y la otra de Vancouver (Media & Democracy Group), y difundido en el portal de la Unesco, organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura.
A una semana de unas elecciones primarias cruciales para el futuro argentino, es bueno tener en cuenta esas definiciones, porque parecen ensamblar de manera casi perfecta con los tiempos que corren. Con muy escasas propuestas concretas acerca de temas concretos (las generalidades y los vaivenes parecen haber invadido el universo de mensajes de campaña), los medios –y éste en particular– están éticamente obligados a dar a sus públicos la mejor y mayor información sobre candidatos, opciones y políticas propuestas.
Debo sincerar mi posición crítica acerca de algunos textos publicados por PERFIL en estos tiempos previos a las PASO. Aunque resulte, tal vez, irritante mi insistencia, debo reiterar que no es bueno para los lectores de este diario que dos columnistas habituales cuyas condiciones intelectuales no pongo en duda (Jaime Duran Barba y Artemio López) hayan cruzado una vez más la frontera entre lo deseable (un conjunto de opiniones que alimenten la capacidad de análisis de los electores) y lo éticamente cuestionable (cómo se los identifica al pie de sus textos, atribuyéndoles pertenencias ciertas pero a la vez engañosas): Duran Barba sigue firmando como docente de la Universidad George Washington y miembro del Club Político, y López como director de la Consultora Equis. El primero escribió para la edición de ayer (página 36) un cúmulo de elogios a Mauricio Macri y al PRO, a los cuales asesora como figura principal (ver página 6); López –un vocero del kirchnerismo– elabora un miniensayo acerca del porqué de los cambios operados en Macri en el marco de una operación de la derecha contra los gobiernos populistas del continente.
Vuelvo sobre las firmas para terminar con el tema: ambos pueden reclamar que sea respetada la aclaración de firmas según ellos lo demandan; pero es potestad del diario aceptarlo o no. Al aceptarlo sin aclaración alguna, limitan el derecho de los lectores a leerlos o pasarlos por alto. “Las elecciones están destinadas a los electores, no a los políticos”, dice el trabajo citado más arriba. Quienes leen PERFIL son también, mayoritariamente, electores y merecen ser tratados como tales.
Perlitas. Algunas cuestiones planteadas por lectores u observadas por este ombudsman:
- Para el señor Beni Cotler (ver esta misma página): los consulados argentinos en el exterior abrirán sus puertas el domingo pero no para la votación, sino para certificar la presencia de connacionales y justificar su no sufragio. En primera y segunda vuelta sí estarán habilitadas las urnas.
- El domingo 26 de julio, Internacionales cometió un error en su página 32: identificó en el epígrafe un avión como “uno de los F-16 de Ankara...” cuando la imagen representa un C-17 Globemaster III S, aparato de transporte y no caza.
- El lector Pedro Oyos consideró erratas dos informaciones publicadas el sábado 18 de julio. Afirmaba que se confundió la marca de relojes Jean Cartier con Cartier, que efectivamente son diferentes. No hubo confusión, al parecer: los relojes eran Jean Cartier. La otra observación sí es correcta: Martha Argerich nunca fue apodada como “dama de la ópera” por una simple razón: es pianista, no artista lírica.
- Debo insistir con la necesidad de editar las firmas de quienes escriben más de mil caracteres en cualquier sección del diario. Lo establecen las reglas de estilo.
- En la página 14 de ayer, se informa acerca de la detención domiciliaria impuesta por un tribunal de Nueva York al empresario Alejandro Burzaco, involucrado en el megaescándalo de la FIFA. Nada dice, sin embargo, de que se le impuso una fianza de 20 millones de dólares, un dato no menor.