E s necesario aclarar los tantos con respecto a la relación entre peronismo y corrupción, ya que existe el peligro de cargar a una ideología y a un sector político el sambenito de las acciones corruptas.
Es verdad que, en nombre del peronismo, tres jefaturas sucesivas se han caracterizado por el robo del patrimonio público perteneciente a toda la comunidad. Me refiero a Menem, a Kirchner y a Fernández de Kirchner. Pero es necesario distinguir entre menemismo, kirchnerismo y peronismo, porque si no, no se entiende nada.
Los gobiernos derivados del peronismo que no aplicaron la doctrina peronista, suficientemente fundamentada en los escritos y en las realizaciones del general Perón, no pueden calificarse ni como justicialistas ni como peronistas. Son algo diferente, sin que colocar como estandarte las fotos del General y de Eva Perón autentique su pertenencia. Esas jefaturas tuvieron el propósito de enriquecerse personal y familiarmente, que llevó a grotescos saqueos del presupuesto y los bienes nacionales, lo cual es opuesto a la ética cristiana y a la doctrina justicialista.
Que el voto del pueblo peronista haya acompañado a esos dirigentes solamente explica la necesidad política de mantener la unidad del conjunto popular para tenerlo como reserva, pero de ninguna manera significa un apoyo raigal a dichas jefaturas. La unidad del pueblo peronista en las elecciones es un mérito por la reserva que significa disponer de esa masa en el momento en que la fuerza histórica tenga que utilizarla, aunque en cierto momento de decadencia y de crisis nacional apoye a candidatos que no lo merecen.
Una serie de curiosas casualidades rodean las últimas denuncias de corrupción: como si la historia se copiase de los relatos literarios, las ramplonas “Memorias” de Oscar Centeno, chofer de un auto del Ministerio de Planificación, detallan los movimientos de los dólares en efectivo producto de coimas pagadas por empresarios poderosos. Que terminaban en la casa de gobierno. El texto, que según su autor fue quemado, lo rescató y escaneó con intervención de un tercero de nombre Jorge Bacigalupo el periodista de La Nación Diego Cabot, que lo presentó a la Justicia. A poco andar la novela se fue haciendo verdad y al día de hoy es la base de una investigación judicial que desnuda un siniestro operativo millonario en dólares. La autoinculpación de empresarios y políticos importantes a partir de las denuncias del texto lleva a la convicción de que estas son correctas.
El pueblo peronista, que trabaja todos los días, que vive en la pobreza y el sacrificio (30% del país), que asiste impotente a toda esta trama de engaños, tanto de los que se dicen propios como de los que descaradamente se abrazan al neoliberalismo, no acepta que le adjudiquen esa calumnia. El pueblo peronista no revoleó bolsos con dólares ni en la Casa de Gobierno ni en ningún convento. Los responsables de ese robo son los ladrones que se los apropiaron, y punto.
Como el peronismo está en crisis después de las jefaturas traidoras que mencioné, no tenemos por el momento un panorama claro como alternativa. Sí afirmamos que el replanteo ético que sostenemos implica separarse de la figura de la señora Cristina Kirchner, pero considerando propios del pueblo los votos que las encuestas le asignan. Esos votos, como lo dijimos a lo largo de muchos, muchos años son de Perón, hasta que el pueblo peronista vuelva a otorgárselos a alguien en quien confiar.
Esas convicciones doctrinarias, esa devoción a la línea del peronismo realizador y popular y a las figuras del general Perón y de Evita, son una reserva para poder salir, cuando llegue el momento, de esta política neoliberal hambreadora, mentirosa, que endeuda al país a límites de delirio y que condena a la pobreza a la familia argentina.
El futuro está abierto, y el peronismo continúa siendo la salida posible.
*Crítico literario. Investigador de la UBA.