COLUMNISTAS
Negociaciones complejas

Poco por ganar, mucho para perder

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Semanas atrás, representantes del Mercosur y de la Unión Europea mantuvieron en Buenos Aires una serie de encuentros con la intención de suscribir un tratado de libre comercio (TLC) entre ambos bloques regionales. Desde su inicio, hace ya dos décadas, las negociaciones han sido complejas dada la diversidad de temas a resolver y compatibilizar. Distintas voces vienen alertando acerca de las graves consecuencias que un TLC como este tendría para nuestra economía. Más aún teniendo en cuenta que los actuales equipos negociadores de nuestra región parecen dispuestos a firmar con la UE como sea, movidos ante todo por razones políticas e ideológicas. El gobierno argentino esperaba que el entendimiento fuera anunciado antes de que terminaran las reuniones que se realizaron por la Cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Pero diferencias no resueltas planteadas por algunos países europeos postergaron la firma, sin fecha por ahora.

Con el propósito de entender mejor la verdadera dimensión y el alcance del mencionado acuerdo, mantuvimos en la sede de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) un encuentro e intercambio de experiencias con el eurodiputado Helmut Scholz, coordinador de la bancada de Izquierda Unitaria para los asuntos de comercio internacional, y con Jorge Marchini, académico experto en acuerdos de libre comercio. La coordinación estuvo a cargo de Marta Novick, directora del Centro de Innovación de los Trabajadores (Citra).

En opinión de Scholz, una apertura precipitada a una economía como la europea puede tener consecuencias dramáticas para el empleo en el Mercosur. En su visión, nuestro país tiene un importante sector industrial, y buena parte del él está en grave riesgo con el acuerdo. Muy pocos sectores podrán ganar, y la mayoría de los trabajadores va a perder. Las grandes beneficiarias son las corporaciones europeas. El eurodiputado se manifestó partidario de intensificar las relaciones económicas y de cooperación entre la UE y el Mercosur, pero planteó sus dudas respecto de que deba ser en forma de un tratado de libre comercio, y en particular con el contenido que propone la UE a una región mucho más débil económicamente. Para Scholz, la Unión podría aumentar su control sobre el sector de servicios del Mercosur, avanzar con el comercio electrónico, que obvia las obligaciones sociales y fiscales, aumentar las exportaciones de maquinarias y demás productos industriales, y los productos agrícolas transformados.
Por su parte, el especialista Jorge Marchini señaló que la firma del TLC con la UE significará una crisis para las pymes, que son las que generan alrededor del 80% del empleo. Estas empresas, que producen para el mercado interno, no podrán competir con las importaciones baratas y libres de impuestos. De manera que, salvo contados nichos agroindustriales o extractivos, la industria será uno de los sectores que sufrirán el mayor impacto del tratado. La UE y Estados Unidos promueven una apertura indiscriminada de las economías de la región y buscan las mayores garantías para la colocación de sus productos, tal como se intentó hacerlo en su momento con el ALCA.

Resulta imperioso que los actores políticos, sociales y económicos que ven con preocupación los términos del acuerdo hagan oír su voz para comprometer a la sociedad en la defensa de los intereses nacionales. Así, se planteó la necesidad de generar nuevas herramientas de acción, como alianzas internacionales entre el movimiento obrero y los movimientos políticos progresistas para proteger intereses comunes.

* Director de Grupo Octubre.