Dos investigaciones publicadas el domingo pasado (una de ellas firmada por Jorge Fontevecchia en este mismo diario y otra por Horacio Verbitsky en Página/12) que, aunque esgrimen argumentos diferentes no se contradicen, me eximen de insistir en un tema que, gracias a esas dos notas, ha quedado planteado en sus más justos términos: la rescisión de un contrato de televisación que en las últimas semanas ha tenido a la opinión pública en vilo y que ha desencadenado ríos de tinta y de rencores.
De paso, me ahorro la exposición de un punto de vista que ha sido tildado de elitista, snob, desviado y que ha hecho que nadie, incluidos mis hijos, quiera verme durante las copas mundiales tetranuales para no tener que soportar mis “desvaríos de desinformado” (el fútbol es un deporte cuya contemplación en general me hastía y la cultura que con él se asocia me resulta intolerablemente reaccionaria).
Tendré, pues, que buscar algún otro tema de discurso para esta columna. No iré muy lejos.
Han trascendido las modificaciones de formato de “el programa de Tinelli” que, debido a las bajísimas audiencias de sus emisiones últimas (en relación, claro, con las expectativas de la producción), volverá a los concursos de talento, pero esta vez en el género “comedia musical”. En el jurado estará la Sra. Alfano (cuyos conocimientos en la materia son tanto mayores que los míos respecto del fútbol como para habilitarla al veredicto), y entre los concursantes estarán su ex pareja el Sr. Alé y la Srta. Escudero, la actual relación sentimental de Matías.
La empresa Ideas del Sur malinterpretó el lugar periodístico común de la “farandulización de la política” para proponer, en un año electoral, la “politización de la farándula”. El resultado fue penoso y por eso vuelve a lo que constituye su fuerte: la exposición de miserias humanas más bien nimias en el territorio de los sentimientos (envidia, rivalidad, venganza, cólera, avaricia) y según el formato del melodrama documental que aparentemente es el que más aceptación tiene en el gusto muy villero y muy de loca de los televidentes argentinos. Eso, y el fútbol. Es decir: las identificaciones primarias, y el escándalo.