Al momento de tomar decisiones en materia de política exterior, el hombre de Estado debe tener en cuenta, como sugirió el politólogo francés Raymond Aron, que su política exterior no puede hoy en día ser amoral y calculada, algo que fue común en el pasado. A su vez, como implica Kissinger, debe tener claro que una autoexigencia de perfección moral en la ejecución de su política exterior puede llevar a no alcanzar la perfección en cuanto a defender sus intereses nacionales, incluyendo su seguridad.
Así, el rumbo básico de una sociedad debe estar moldeado por sus valores, que a su vez definen sus objetivos supremos. Pero también se debe considerar que, según el exsecretario de Estado Henry Kissinger, en materia de política internacional, las más altas aspiraciones de una nación a veces tienden a ser cumplidas en etapas imperfectas. A su vez, el cálculo del interés nacional no es sencillo ni evidente. Según Kissinger, en materia de relaciones internacionales, el interés nacional debe ser el elemento más complicado a calcular en forma precisa.
En un mundo en transformación, algunas naciones emergentes muestran más disposición a defender abiertamente sus puntos de vista con respecto a sus intereses nacionales. Así, en un contexto de desplazamiento relativo de poder económico, como ha escrito el profesor Roberto Russell, “hacia afuera de Occidente”, naciones como India e Indonesia no dudan en manifestar sus opiniones en cuanto a cómo optimizar sus intereses nacionales.
Un país que no titubea en defender públicamente sus intereses nacionales es justamente la India, tomando posiciones que reflejan tanto su ascendente poder en la escena global, como una creciente confianza en sí misma. Un ejemplo de esto son las variadas declaraciones realizadas por su canciller, S. Jaishankar. Este avezado diplomático nacido en una familia brahmán de origen tamil ha tenido una extraordinaria exposición internacional. Fue embajador tanto en China como en EE.UU., y habla inglés, ruso, hindi y tamil. A su vez ha escrito un libro que refleja su visión para la India: A la manera de India: Estrategias para un mundo incierto.
El ministro de Relaciones Exteriores S. Jaishankar no duda en utilizar su educado inglés y refinado intelecto para cuestionar algunas conductas de parte de las potencias establecidas. En particular por la cuestión de la invasión rusa de Ucrania, donde India ha sido criticada por no haber apoyado las condenas a Moscú en Naciones Unidas. Sin embargo, las críticas parecen olvidar que Rusia sigue siendo el mayor proveedor de armamento a India, que mantiene litigios y ha peleado varias guerras con Pakistán y China, dos graves amenazas a su seguridad. Adicionalmente, S. Jaishankar plantea que no es justo afirmar que si India compra petróleo a Rusia, esto financia a Rusia en su ataque contra Ucrania, mientras se pretende ignorar que si Europa necesita comprar gas a Rusia, en medio de la guerra, esto también financia a Rusia. El canciller considera que hay que ser algo más imparciales en estas evaluaciones. Él explica que si es justo para Europa tratar de que el impacto económico sea más manejable por no cortar totalmente el suministro de gas de Rusia, es también justo que India busque un precio de petróleo más accesible para su población, en un entorno de subida de precios a causa de la guerra, y de la prohibición impuesta por Occidente de no comprarle petróleo a Iran o Venezuela. Así, hoy en día, Rusia representa el 25% de las importaciones de petróleo a India, cuando hace un año representaban menos de un 1%, y sobrepasa a proveedores tradicionales como Irak y Arabia Saudita.
S. Jaishankar no se deja intimidar por el planteo de por qué debe Europa confiar en India o ayudar a Nueva Delhi en el futuro, dado que India no ayuda hoy a Ucrania y a Europa. Y responde que si uno considera cómo Europa ha actuado en las últimas décadas, por ejemplo en Asia –aludiendo elípticamente a Irak y Afganistán–, por qué deberían otros países confiar en Europa. Además, el canciller llega a afirmar que Europa debe cambiar su mentalidad de que los problemas de Europa son los problemas del mundo, mientras que los problemas del mundo no son los problemas de Europa. De que los problemas de un país determinado no son los problemas de Europa, pero que los problemas de Europa son los problemas de todos los países.
Las afirmaciones de S. Jaishankar tienden a reflejar la idea de Kissinger, en cuanto a que un orden internacional que funcione debe dejar suficiente espacio como para que coexistan intereses nacionales divergentes. En este sentido, el ministro reacciona ante la potencial transacción que podría establecerse si India apoya a Ucrania y Europa, recibiendo a cambio una futura ayuda en caso de un conflicto con China. En adición a afirmar que no es así que se manejan las relaciones internacionales en la práctica, sostiene que los problemas entre India y China preceden al conflicto en Ucrania, y no tienen nada que ver ni con Ucrania, ni con Rusia. Y cuando se le pregunta si India va a alinearse con los países occidentales o con un potencial eje China-Rusia, Jaishankar rechaza con suma firmeza esta falsa dicotomía. Y afirma que India posee un quinto de la población mundial, y es la sexta economía mundial, y que debería poder sopesar sus intereses y realizar sus propias elecciones, en formas que no sean ni cínicas ni transaccionales. Así, India tomará sus decisiones realizando un balance entre sus valores y sus intereses. En este sentido, S. Jaishankar concluye que “no hay país en el mundo que no deje de prestar atención a sus intereses”.
Es interesante notar cómo los cambios de poder económico relativo se van reflejando en la actitud de ciertas naciones en desarrollo, al poder estas expresar con confianza y determinación cuáles son sus intereses, y defenderlos. Para la Argentina es útil y valioso entender estas diversas evoluciones, y seguir la recomendación de Raymond Aron: “Más vale comprender la diversidad del mundo actual, que soñar con un mundo que no existe más, porque no nos gusta el mundo tal cual es”.
*Especialista en Relaciones Internacionales. Autor de Buscando consensos al fin del mundo.
Hacia una política exterior con consensos.