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Política y memoria

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La memoria solía ser una función mental, una cualidad de los individuos, una exposición de recuerdos, antes de transformarse en bandera política de la izquierda del siglo XXI. “La memoria” es lo que no quiere ser recordado y emerge del pasado no como un fragmento más de la historia sino como la reivindicación de consignas políticas del presente. En un sentido, nada de esto es nuevo. Denodados y a veces heroicos fueron los esfuerzos para que no se perdieran los testimonios de los campos de concentración nazis, ni del Gulag, ni los del genocidio armenio, ni los de las ejecuciones en la Patagonia, motivados en buena medida para prevenir la repetición de cosas semejantes. La historia del horror y la injusticia es también la historia de la lucha para que no sean olvidados. Pero hay una diferencia con cierto combate político actual, el que ha convertido la memoria en La Memoria.

En el reciente Bafici se proyectó una película que ilustra muy bien el tema. Me refiero a Equí y n’outru tiempu (Aquí y en otro tiempo) que habla de los guerrilleros que se refugiaron en el monte asturiano y resistieron el franquismo aún años después de terminada oficialmente la guerra civil. La película de Ramón Luis Bande utiliza un dispositivo simple pero de notable fuerza dramática para recordar la muerte de cientos de estos hombres cazados por el régimen entre 1937 y 1952. Tras una leyenda en la que se consigna la fecha en la que murió cada guerrillero, en un plano de un minuto se muestra el lugar del hecho, filmado el mismo día del año pero más de medio siglo más tarde. El director Ramón Luis Bande afirma que la película (acompañada por un libro y una exposición) representa un pasaje del documento al monumento, un monumento a los caídos erigido en la inmaterialidad del cine. Se puede discutir que la película emplee la palabra “asesinato” para referirse a cada muerte de los homenajeados. Bande sostiene que la intención del franquismo era emboscarlos y exterminarlos, por lo cual no fueron capturados vivos. Pero el término podría servir también para describir algunas acciones guerrilleras, y lo que podría ser una discusión hacia el establecimiento de la verdad histórica se convierte en una disputa entre posiciones políticas. Esto queda más claro cuando Bande sostiene que la transición española es un engaño y que la lucha antifranquista y la lucha actual contra el capitalismo es la misma. Así es como la reescritura de la historia pasa a ser una batalla más y la memoria se convierte en un trofeo que cuando está en poder del bando propio se escribirse con mayúscula.

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En otra película del Bafici, Une jeunesse allemande, se habla de Ulrike Meinhof, la guerrillera de la Fracción Roja que murió en la cárcel en 1974, víctima de un suicidio más que dudoso. Utilizando un asombroso material de archivo, se muestra allí la evolución de Meinhof, el camino de una joven atractiva y brillante que siguió la lógica militante de no reconocer ninguna razón a sus adversarios, asimiló el nazismo al gobierno de la República Federal (sin que lo que ocurría del otro lado del Muro le preocupara) y pasó a la clandestinidad y a la lucha armada. La película complace casi cualquier posición política y sólo la tragedia es indiscutible. En la de Bande, en cambio, la lucha continúa.