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Por encima del corto plazo

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- | XINHUA / AFP

Con los últimos datos disponibles, en el plano de la actividad económica, el INDEC informó que, en julio, la actividad industrial tuvo una reducción mensual del 1,2%. Mientras que, por su parte, el aumento anual fue del 5,1%. Como era de esperarse, la actividad se contrajo en el contexto del endurecimiento de las restricciones para importar insumos. En contraposición, en julio, la construcción presentó un aumento mensual del 2,2% (recuperándose una parte del retroceso del 1,8% en junio). Lo que podría responder a la incertidumbre cambiaria durante julio, la cual pudo haber impulsado un adelantamiento de compra de materiales. La variación interanual en el sector fue del 4,9% y los puestos de trabajo en el sector mostraron un incremento del 18,3%, respecto a junio de 2021 (recuperando en forma casi completa los niveles del 2019).

En lo que respecta al mercado laboral, el Ministerio de Trabajo informó que, en junio, se generaron 31.161 puestos de trabajo registrados en el sector privado (con un incremento del 0,5% respecto al mes anterior). En sí, el empleo privado muestra 18 meses seguidos de crecimiento, y una recuperación de 364.000 puestos en relación con el mínimo de julio de 2020. También, cabe destacar que el empleo privado tuvo una recuperación homogénea en su distribución territorial. En lo sectorial, las actividades con mayor incremento mensual fueron las de comercio, industria, construcción y turismo (sectores que sumaron entre 7 y 5 mil trabajadores privados). Por otra parte, el Banco Mundial confirmó que prestará otros u$s900 millones a la Argentina para realizar obras de saneamiento durante los próximos 6 meses. Y el BID confirmó créditos de u$s1200 millones para el fortalecimiento de las reservas del BCRA y otros u$s1200 millones para proyectos de infraestructura.

Actividad industrial y construcción: los interrogantes de la recuperación
 

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Más allá de la gira por los Estados Unidos, lo importante sucede en paralelo entre los equipos técnicos que están llevando a cabo la revisión de las metas y resultados del segundo trimestre. Mientras tanto se puso en práctica el “Dólar Soja”. Sus primeros resultados ya están a la vista, siendo que la medida cumplió su objetivo produciendo un marcado cambio en la tendencia. En tan solo 4 días logró acumular u$s1.044 millones, cuando en los primeros 8 meses del año esa cifra era de tan solo u$s40 millones. Las compras diarias fueron por un promedio de u$s261 millones, siendo que el promedio de las 15 ruedas anteriores había sido nada más que de u$s20 millones.

El nuevo precio de $200 resulta más rentable para el sector sojero, dando lugar a una liquidación de u$s1.600 millones desde que se puso en funcionamiento. Pero también es un reflejo de las distorsiones que presenta el mercado de cambios, ya que los importadores continúan viendo atractivas las compras al exterior a un dólar de $140 (y sobre facturando).

En resumidas cuentas, los costos de mantener este tipo de cambio hasta ahora recaían íntegramente en los exportadores y ahora serán también compartidos por el Tesoro. ¿Por qué? La pérdida en la que incurre el BCRA por comprar divisas a un precio 40% mayor que el precio al que las valúa en su balance será compensada por el Tesoro con una Letra en dólares (mayor endeudamiento). Asumiendo entonces que se cumple lo pronosticado y efectivamente se liquidan u$s5.000 millones de dólares en el mes, la pérdida que deberá cubrir el Tesoro será por un total de u$s2.100 millones. Todo ese total liquidado no aumentaría directamente las reservas del BCRA. De mantenerse el ratio, como en los primeros días de septiembre (donde el 60% fue a las arcas del BCRA mientras que el 40% restante se destinó a importaciones), las reservas netas se verían incrementadas aproximadamente en u$s3.000 millones. Dado el escenario actual, donde las reservas están por debajo de los u$s1.000 millones, al finalizar el tercer trimestre serían la mitad de lo que exige el FMI para cumplir la meta anual (u$s8.125 millones).

En los últimos tres meses que quedan del año, haría falta:  
1.    Que ingresen todos los giros acordados con organismos internacionales.
2.    Que el agro extienda la liquidación récord que está llevando a cabo por estos días.

Por ende, hay que ver qué sucederá pasado el 30 de septiembre, con la finalización de la medida que dio origen al “Dólar Soja”. De no contar con beneficios extraordinarios, en condiciones normales, el último trimestre suele ser de pérdida neta de reservas. Asimismo, la otra cara del ingreso de dólares es su correlato en el mercado de pesos. De mantenerse el mismo escenario, la expansión monetaria neta entre lo emitido para pagar la compra de divisas y lo retirado por las ventas sería cercana a los $730.000 millones, el equivalente a 0,9% del PBI. Con este escenario, el accionar del BCRA incluyó otras medidas para potenciar los beneficios del nuevo esquema cambiario y tratar de minimizar los costos: 
1.    La prórroga hasta fin de año de la distribución del cupo mensual vigente para importar.
2.    La obligatoriedad de financiar a 180 días ciertas compras al exterior. 
3.    El encarecimiento de la tasa de financiación para aquellos productores de soja que mantengan un stock superior al 5% de su producción.

Estas son medidas de corto plazo, pero que, a la vez, implican un alto costo en términos del funcionamiento del mercado de cambios y de la economía en su conjunto. La segmentación por sectores del tipo de cambio, las tasas y el acceso a bienes es una distorsión difícil de retrotraer. En la misma línea, en los últimos días, se aceleró el ritmo de devaluación del dólar oficial, que alcanzó una devaluación mensual anualizada de casi 90%. Este efecto, sumado a la entrada de divisas y consecuente disminución en la presión sobre las cotizaciones paralelas, lograron que la brecha cambiaria se contraiga hasta el 100%. Si bien es un valor más que elevado, no se observaba desde finales de junio. El plano cambiario atraviesa una aparente calma, pero que dada la debilidad de sus fundamentos no asegura resultados más allá del muy corto plazo.

* Federico Pablo Vacalebre es profesor de la Universidad del CEMA