COLUMNISTAS

Por favor, oféndanme

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Hay una viñeta de Michael Shaw realizada originalmente en 2006. Volvió a ser publicada por Robert Mankoff en la revista The New Yorker en 2012, y a raíz de la matanza de los dibujantes de Charlie Hebdo volvió a circular en diarios y redes sociales. La viñeta consta de un rectángulo blanco y, en la parte superior, el texto que sigue: “Por favor, disfrute de esta viñeta cultural, étnica, religiosa y políticamente correcta. Gracias”. Creo que fue George Orwell quien dijo que la libertad de expresión consiste sencillamente en el derecho a decirle a la gente lo que la gente no quiere oír. De algún modo, Michael Shaw y George Orwell dicen lo mismo, esto es: si te molesta que te ofendan, la libertad de expresión no es una de tus prioridades. La libertad de expresión no admite regulación, ni matices ni tonos: es o no es. Gianni Vattimo hablaba hace poco de la necesidad de “descontaminar el éter”, estableciendo una larga o corta serie de cosas que no podrían decirse en los medios. Naturalmente, no estoy de acuerdo, pero naturalmente mi desacuerdo no tiene por qué importarle a nadie. A las palabras ofensivas se las combate con palabras más ofensivas; a las viñetas ofensivas, con viñetas más ofensivas. Eso se llama ciclo natural, y a aquel que rompe o intenta romper ese ciclo se lo debe considerar un verdadero contaminador, del mismo modo que consideramos un contaminador a quien tira una pila usada en un río o arroja basura en la playa. La ofensa no es algo de lo que debe carecer la comunicación humana, sobre todo entre completos desconocidos. Es más, considero cualquier expresión más muerta que la carne fría si no tiene como finalidad ofenderme de algún modo.

En su columna del sábado 10 de enero, Beatriz Sarlo recordó la reacción de Cristina Kirchner ante una caricatura de Sábat publicada en abril de 2008 en la que se veía a la Presidenta con la boca cruzada por dos tiras, una viñeta que, comparada con las que publican en Charlie Hebdo, podría tranquilamente haber aparecido en la revista Anteojito –pero que apareció en Clarín, que es como la Anteojito de los kirchneristas–. La libertad de expresión es difícil de soportar porque para expresarse, además de algo que decir, hay que tener talento. Y hay quienes sólo tienen talento para ofenderse, y son difíciles de igualar.
Un viñetista italiano, Mario Gaucho Filippi (sí, Gaucho), publicó una viñeta en la revista L’Espresso. En ella se ve al papa Francisco llorando una gran lágrima y el texto con el que Charlie Hebdo volvió a salir a la calle después del atentado: “Tout est pardonné”. Y más abajo: “Je suis ta”. Si eso ofende a alguien, que se joda.