Julio Grondona les ha puesto fin a las sospechas, las conjeturas, la maledicencia de los que no lo quieren. Hace años que vienen insinuando cosas raras. Que en el fabuloso robo de la televisión al fútbol él va prendido, que tiene esto y aquello, que está forrado en plata, que la ferretería no puede dar para tanto, que más parecen diamantes que bulones los que vende.
Y Don Julio está harto. Casi 30 años de desvelos para que anden diciendo cualquier cosa. No tienen ningún derecho. Les voy a decir la verdad, dijo, y la gente se apartó de él como si fuera a tirar un córner. El hombre estaba a punto de revelar por qué hace 20 años que al fútbol lo estafan y le roban hasta el alma.
—“Yo era un neófito, eso es lo que pasa”
—¿Neófito?
—Neófito... que no sabía nada. Por eso me pasaron pa’dentro. Pero ahora van a ver, ahora aprendí, con esto de la FIFA me les avivé, ahora no soy un neófito, sé cómo son las cosas.
—¿Y qué va a hacer entonces?
—“Ah, ya les dije... la próxima viejito, la que viene es mano a mano y a cara de perro. Les aviso desde ahora, les dije a los de Torneos, los de Clarín, los que rayen: la próxima no van a tratar con un neófito.
—¿Y cuándo sería eso?
—Falta todavía, eso es lo que me jode. Hay que esperar hasta el 2014. ¿Mucho,no?
Pero bueno, ¿qué le voy a hacer ahora? ¡Pero es la última vez que me la hacen eh!
Conmigo están fritos éstos. Si no aceptan los que les diga en 2014, con este viejito no van a a jugar. ¡Licito!
—¡A la mierda!, se le escapó a uno.
Los concurrentes, entre ellos uno de Télam que luego pasó la noticia, se miraron atónitos.
Podía esperarse que los mares se secaran, que River vendiera un jugador por cifras millonarias de club a club, que el campo de juego del Monumental estuviera impecabale como una alfombra, que Marconi le metiera una huelga, pero que Grondona pronunciara esa palabra, jamás.
El día en que Grondona dijo: “Licitación”, alguien fue con su tío hasta la casa de hielo, a Santiago Nassar lo mataron en pleno otoño del patriarca, y los escritores renunciaron a la ficción.
Pero que lo dijo, lo dijo. No faltarán impertinentes que señalen a Grondona como un inimputable capaz de prometer lo que sea.
Parece que uno puede adivinar la sonrisita socarrona de los que dan a entender que el hombre ya se está cubriendo, por si en este país tan raro y complicado, cierto día le preguntan a uno en qué ha consistido el negocio del fútbol.
“Es genial”, deben estar pensando todos los contras que tiene Grondona. “Se está cubriendo fenómeno. ¿Qué le podés hacer, qué cana le vas a dar a un pobre tipo que, además, tiene un arranque así de sinceridad? “Cualquiera sabe lo que cuesta aceptar que no se tiene noción de nada. Y Grondona tiene el coraje de decirlo!”, anoten bien grande eso que les acabo de señalar, ara que no queden dudas.
Hay una gran distancia entre un vulgar y despreciable ladrón y un neófito. Hay honestidad en un hombre que se viene equivocando desde hace varias décadas, pero que está dispuesto a arreglarlo cuando llegue 2014, en cuanto termine el contrato. Hay méritos en quien, acostumbrado a observar papeles escritos en inglés, y a escuchar negociaciones en un idioma que le cuesta horrores entender, sabe prepararse para el futuro.
Tiene que haber coraje para enfrentarse a esos monopolios que pueden hasta con los presidentes de turno.
Esos que les firman lo que quieran si ponen de título, por ejemplo todos los días, que el cincuenta por ciento de los hombres encarnan la uña del pie izquierdo.
Valoremos, seamos sensatos (y no nos lancemos calle abajo envueltos en carcajadas repetidas, que ahora sabemos la verdad. De aquí en adelante, todo será corregido y que si no es por las buenas será por las malas. Y habrá licitaciones claras y transparentes. Y el fútbol por fi porá enterarse de lo que hasta ahora no ha sabido nunca. Es decir, cuánto vale. Para que no parezca que vale el precio que le pone el comprador y que aceptan los pobres neófitos.