COLUMNISTAS

Por un nuevo concilio

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Conocí al entonces padre Bergoglio en 1970, cuando participamos como conferencistas de un congreso sobre espiritualidad. Hoy es el papa Francisco, y Francisco no es apenas un nombre, es  un proyecto de Iglesia pobre, simple, evangélica y despojada. Creo que su pontificado traerá cambios. Ha traído  nuevos aires, nueva música, nuevas palabras para viejos problemas que nos permiten pensar en una nueva primavera de la iglesia. La Iglesia volvió a ser una casa espiritual. El nuevo Papa no se presenta como un doctor sino como un pastor, habla a partir del sufrimiento humano sobre el hambre del mundo, sobre los inmigrantes de Africa que llegan a la isla Lampedusa y denuncia el sistema financiero mundial que martiriza a países enteros. Los papas anteriores daban centralidad a la Iglesia reforzando sus instituciones y doctrinas, mientras que el papa Francisco coloca al mundo, los pobres, la protección de la Tierra y el cuidado de la vida como cuestiones esenciales. Sus reformas deberán ser profundas y no limitarse a la curia romana, que está en un estado calamitoso. Tal vez podría convocar a un nuevo Concilio con representantes de toda la cristiandad, laicos, hombres y mujeres, notables por su saber, y de las demás Iglesias cristianas, e inclusive representantes de otras religiones y caminos espirituales. La Iglesia, hoy tan llena de prohibiciones, precisa ser un hogar espiritual en una atmósfera acogedora.

*Teólogo de la Liberación.