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Progrelandia sigue viva en Buenos Aires

En esta era de la desterritorialización que generan las redes sociales, ¿hace falta un verdadero partido nacional, con representantes en todas las provincias y municipios, con su proceso democrático interno en la elección de autoridades y candidatos?

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Presidente. Javier Milei, anoche, en el escenario del Hotel Libertador. Noche de euforia libertaria. | PIEMONTE

La nacionalización de estas elecciones porteñas colocando en discusión la supervivencia del PRO como partido competitivo coloca en agenda el debate sobre el grado de utilidad y persistencia de los partidos políticos, en esta tercera década del siglo XXI, siendo el PRO el último nuevo partido político, fundado en el siglo XXI, que logró representación nacional, con diferentes gobernadores y hasta un Presidente, algo que hasta entonces solo habían logrado el radicalismo y el peronismo, e incluso no lo logró aún La Libertad Avanza.

En esta era de la desterritorialización que generan las redes sociales, ¿hace falta un verdadero partido nacional, con representantes en todas las provincias y municipios, con su proceso democrático interno en la elección de autoridades y candidatos? Quedó demostrado que no hace falta para ganar la Presidencia, pero restará por responder si lo es para mantenerse en ella y gobernar republicanamente.

Tampoco el PRO logró la Presidencia por ser un partido constituido nacionalmente, sino porque fue capaz de aglutinar las fuerzas que se oponían al kirchnerismo, cuando cada uno de los sectores era incapaz de lograrlo individualmente.

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El PRO logró ser ese amalgamador del radicalismo y la Coalición Cívica siendo un vehículo eficiente, que les permitiera a todos ellos recorrer esa trayectoria juntos, no por lo institucional y legal de la personería jurídica del partido, porque los otros miembros de Cambiemos, el radicalismo por ejemplo, tenían ya esa estructura mucho más desarrollada. Lo que el PRO detentaba y lo convertía en un primus inter pares fue tener un candidato que podía ganar.

Cuando Javier Milei obtuvo su bautismo electoral en 2021 y La Libertad Avanza alcanzó un puñado de representación en Diputados, le propusieron a Milei hacer el mismo camino del PRO: competir primero por gobernar la Ciudad de Buenos Aires en 2023 para, tras un cursus honorum y acumulación de recursos y músculo político, similar al del PRO, competir por la Presidencia en 2027. Pero Milei creyó y acertó que no era necesario un partido nacional ni cumplir esas etapas para lograr la Presidencia.

Desde esa perspectiva se invierte el orden tradicional de partido-vehículo (alianzas)-candidato, sino lo inverso, candidato-vehículo (alianzas)-partido.

Por eso, lo que está en discusión en esta nacionalización de las elecciones porteñas no es el debate sobre la obsolescencia del PRO como partido, sino la de Mauricio Macri como candidato presidencial ganador y, por lo tanto, aglutinador. Como decía Perón, solo la organización vence al tiempo, porque los candidatos envejecen, lo que también le sucede a Mauricio Macri —a quien literalmente Milei llama ñoño republicano—. Con el hijo dilecto de la segunda generación del PRO, Horacio Rodríguez Larreta ya como opositor, y la hija adoptiva abandónica Patricia Bullrich afiliada a LLA, al PRO solo le quedaría esperar que de la tercera generación emerja un nuevo dinamo que lo haga renacer.

Si bien Leandro Santoro no triunfó como esperaba, él sí es representante de esa nueva generación de candidatos del ”peronismo” que tiene en Axel Kicillof su mayor referente y demuestra que, a pesar de las dificultades que también atraviesa el peronismo como partido, es lo que es, porque logró trascender a su fundador hace ya medio siglo.

La Libertad Avanza, con su candidato único, el Presidente Milei, porque Manuel Adorni fue solo su representante, aunque con sus jóvenes 53 años y condición de outsider se siente un púber, debería mirarse en el espejo de Mauricio Macri, porque en política la edad no es sólo la cronológica, sino que es directamente proporcional al proceso de desgaste que inevitablemente cada vez es más acelerado.

Tampoco debería cometer el error de creer que con este presente de ayer tiene mucho para festejar. Treinta por ciento es lo mismo que obtuvo en las PASO de agosto 2023 y la primera vuelta de octubre de ese año. Mientras que el 55% que obtuvo en el balotaje de noviembre fue porque sumó el 24% de Patricia Bullrich. ¿Eran esos votos de Patricia Bullrich o del PRO? Los que fueran de Patricia Bullrich ya se deberían haber integrado a La Libertad Avanza junto con ella misma, mientras que si sumamos el 16% que obtuvo ayer Lospennato, más el 8% de Rodríguez Larreta, nuevamente encontramos ese mismo 24% para este PRO dividido. Y después de la agresiones de Milei hacia los “amarillos”, ninguno de los votantes por Lospennato y menos aún por Rodríguez Larreta votó, ni siquiera indirectamente, a favor de Milei.

Corolario, “progrelandia”, como a veces despectivamente se la pretende definir, con su 70% que no vota por Milei, sigue bien viva en Buenos Aires; veremos si es extensivo a la Provincia homónima. De ser así, falta el candidato que construya un vehículo que genere las posibilidades de transportar a la mayor cantidad de ese 70%.

Inclusive si se quisiera dividir el mapa político porteño (¿y bonaerense?) con el 30% libertario, un 30% “kirchnerista” (categorización que considero inadecuada, porque no todo el peronismo progresista se siente representado por la expresidenta) y un 40% de diferentes composiciones, sigue habiendo ese 40% que claramente no es ni peronista ni libertario y bien podría aliarse a una parte del otro 30%.

Las cartas están muy lejos de estar echadas.