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Economia global

Pulsiones recesivas y letargo deflacionario

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El sombrío escenario de un pasaje de las pulsiones recesivas que hoy vivimos a un posible letargo deflacionario no es fruto de las maquinaciones de un oscuro pensador, sino una alternativa previsible según una reciente nota del Financial Times para guiar a los inversores internacionales frente a los dilemas que enfrentan. ¿En qué se basa? Veamos.

La industria automotriz, en una situación peor que tras la Gran Recesión, está traccionando la generalización de una tónica recesiva en la industria manufacturera de las economías centrales y China y, con ello, la de-saceleración del crecimiento agregado. Según la Unctad, la inversión extranjera directa global cayó por tercera vez seguida en 2018 (un 13%) y continúa haciéndolo este año. Las incertidumbres generadas por la guerra comercial y tecnológica entre EE.UU. y China, han llevado a una sustancial reducción de las inversiones reales de las empresas transnacionales.

Los economistas del sector privado de los EE.UU. prevén una sustancial reducción del crecimiento en 2019 respecto del 3% previsto y una aún mayor en 2020 y 2021. Por ahora es el consumo de las familias lo que mantiene el crecimiento, pero se duda que ello pueda continuar.

Hubo una reversión de las curvas de rendimientos: los bonos de más largo plazo han pasado a rendir menos que los de plazos más cortos, una señal que anticipa recesión. Esto se vincula al derrumbe de las expectativas respecto del curso del ciclo económico global.

En este mundo, mientras el Tesoro argentino carece de acceso a fondos extenos excepto a tasas siderales y los plazos fijos en pesos devengan rentas positivas sustanciales, los gobiernos (y empresas) de los países avanzados se endeudan a intereses negativos por un valor acumulado hoy equivalente a US$ 16 trillones. Por caso, EE.UU. está lanzando bonos a 50 años por US$ 50 billones con objeto de reducir el peso de los intereses en su deuda pública.

Más allá del “Quantitave Easing”, de decreciente impacto, el mayor desafío consiste que los Bancos Centrales no pueden atacar la tónica recesiva por medio del manejo de las tasas de interés, excepto que se decidan a ingresar al mundo contraintuitivo de las tasas negativas, sobre lo cual ya existe experiencia en Japón y algunos países nórdicos. Es lo que el presidente Trump le está solicitando al Banco de la Reserva Federal.

La teoría que explica cómo ello puede tornarse inevitable es la del estancamiento secular, originada por Alvin Hansen en los 30 y retomada por Lawrence Summers, ex secretario del Tesoro de Obama para explicar porqué las economías del G7 han registrado una muy baja tasa de crecimiento tras la crisis financiera 2007/’08. Se trata de una baja secular en la tasa de interés “natural” por exceso sistémico de ahorro. Esto, a su vez, obedece al impacto agregado de un número de factores tales como el cambio demográfico, el deterioro de la distribución del ingreso, la reducción de la participación en el mercado de trabajo, la no repetibilidad de los logros educativos, la declinación de los precios de los equipos de TICs y el débil crecimiento de la productividad.

Ante ello, la única salida según los economistas neo-keynesianos como Summers, consistiría en recurrir a la política fiscal, por ejemplo, renovando la deteriorada infraestructura física de los EE.UU. Pero para ello sería necesario aumentar aún más el endeudamiento federal, lo que es improbable pueda alcanzar el necesario consenso.

*Profesor de Políticas de Innovación Tecnológica y de Estrategia Científica, Tecnológica Innovativa en China, UBA.