La crisis financiera norteamericana alcanzó un punto de inflexión el 18 de septiembre, tras la quiebra de Lehman Brothers (4° banco de inversión en el ranking mundial) y la nacionalización de AIG, la mayor empresa aseguradora del mundo. La crisis desatada por el colapso de los créditos hipotecarios subprime –que adquirió carácter agudo a partir de agosto de 2007– se caracterizaba hasta entonces por la iliquidez generalizada del sistema financiero.
De pronto, la iliquidez comenzó a transformarse en insolvencia, primero de los bancos y luego de las empresas industriales y de servicios. Insolvencia es sinónimo de quiebra o bancarrota. En ese punto, Ben S. Bernanke, presidente de la Reserva Federal, y Henry Paulson, secretario del Tesoro –en ese orden–, resolvieron innovar. Atrás quedó el intento de salvar a una institución financiera por vez; se imponía un enfoque sistémico.
Advirtieron que las crisis de insolvencia no se resuelven con mayor inyección de liquidez; requieren incorporar en forma permanente capital al sistema financiero; y la magnitud del capital requerido –700 mil millones de dólares, 6% del PBI– hace que no puedan ser más que fondos públicos.
Es lo que percibió Bernanke en su estudio sobre la Gran Depresión de la década del 30 (Nonmonetary Effects of the Financial Crisis in Propagation of the Great Depression, American Economic Review, vol. 73, N° 3, junio de 1983), que junto con la obra de Milton Friedman y Anna Jacobson Schwartz (A Monetary History of the United States 1867-1960, Princeton University Press, 1993), estableció un nuevo punto de partida para la comprensión de la crisis financiera desatada 79 años atrás.
Bernanke señaló que la recuperación del crack financiero de 1929 comenzó cuatro años después con grandes inyecciones de fondos públicos en el sistema bancario, a través de la Corporación de Reconstrucción Financiera (RFC), y mediante la Corporación de Préstamos a Propietarios (HOLC) y su ayuda a miles de deudores hipotecarios. “Estas fueron las únicas medidas del New Deal que promovieron la recuperación económica”, afirmó Bernanke en 1983.
El tercer elemento del Plan Bernanke-Paulson fue su carácter preventivo. El 40% del total de los créditos hipotecarios estaban en default en 1934; hoy son el 4%. Este porcentaje está en su totalidad, prácticamente, en el segmento subprime del mercado hipotecario; los créditos hipotecarios de este sector son menos del 10% del total.
El vuelco a la liquidez, transformado en estampida en las últimas dos semanas, se ha convertido en un gigantesco incremento de la demanda de títulos del Tesoro (treasuries), sobre todo a 10 años. El resultado es que ahora la tasa de interés de los títulos del Tesoro es 0 (cero) o casi 0, y su nivel de rendimiento es el menor en 20 años (2% anual).
El tercer trimestre termina la semana próxima. En este período, sobre todo en los últimos 10 días, cesó prácticamente el crédito. Lo que en agosto de 2007 comenzó como crisis de iliquidez en el sistema financiero en septiembre de este año adquirió esas características en la economía real.
Al mismo tiempo, el Departamento de Comercio dio a conocer este viernes las cifras revisadas del segundo trimestre; muestran que el crecimiento en el período abril-junio 2008 fue 0,5% menor a las cifras estimadas hace un mes (pasó de 3,3% anual a 2,8% anual). El resultado de este auge de 2,8% en el segundo trimestre es que ha llevado el valor en dólares del PBI norteamericano a 14,3 trillones de dólares (un incremento de 4,1%), 32% del producto mundial.
Realizar pronósticos es una tarea notoriamente azarosa; pero en términos analíticos, su importancia está subordinada a la tarea más exigente y valiosa de la elaboración de diagnósticos. Lo notable de EE.UU. es la resistencia que muestra su economía frente a la mayor contracción financiera de las últimas ocho décadas.
EE.UU. crece sostenidamente desde hace 25 años, con dos leves interrupciones (1991/1992; y 2001). En ese período ha experimentado: dos guerras en Irak y una en Afganistán; el colapso de las acciones tecnológicas (Nasdaq); el derrumbe del negocio inmobiliario; los ataques terroristas (11/9); precios récord del petróleo; escándalos empresariales (Enron). Y en el transcurso de esta crítica etapa ha tenido el mayor período de crecimiento, a la tasa más alta, de toda su historia desde que se llevan registros (1854).
Claro que la actual crisis financiera es el mayor desafío de los últimos 25 años.