COLUMNISTAS
CORDOBA Y CFK / PANORAMA

Puntos de inflexión

Resulta una votación clave para el armado nacional del Gobierno y la oposición. Cristina al descubierto.

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¿VUELVE? | DIBUJO: PABLO TEMES

No va a ser Donald Trump el que lo salve a Macri. Tampoco lo salvará la obra pública. Si los indicadores socioeconómicos no mejoran, el Presidente será derrotado en la elección de octubre próximo. Al día de hoy, todas las encuestas muestran que no hay destino de reelección para él. Su figura es, hoy en día, un salvavida de plomo que hunde a todos. Y en ese universo de “todos” está incluida María Eugenia Vidal. Por eso, las voces que claman por un “Plan V”, en especial el círculo rojo, no cesan en sus pedidos para que Macri dé un paso al costado.

De lejos se ve venir... Hoy el oficialismo va a experimentar una nueva derrota en la elección a gobernador de la provincia de Córdoba. Si las encuestas no se equivocan, lo que auguran es que la caída sea por una diferencia amplia. Córdoba fue la llave que le abrió el camino del triunfo a Macri en noviembre de 2015. Eso es historia. La ilusión de conquistar la Gobernación de la provincia que floreció tras las elecciones de octubre de 2017 se ha marchitado. Lo que hoy en día capea por allí es un aire de derrota que se extiende al ámbito nacional. Es curioso lo que ha venido sucediendo en cada una de las cinco provincias –Neuquén, Río Negro, Entre Ríos, San Juan y la de hoy en Córdoba– en las que hubo elecciones hasta aquí: tanto los candidatos a los que apoyó el Presidente como a los que apoyó Cristina Fernández de Kirchner, perdieron. En el caso de La Docta, para evitar esa circunstanacia, el kirchnerismo decidió bajar a su candidato y unirse a las filas del gobernador que está a punto de ser reelecto. Juan Scharetti será a partir de hoy una figura clave en todo el armado electoral del peronismo. Si bien su alineamiento dentro de Alternativa Federal es claro, desde el kirchnerismo buscarán tender puentes con él. Lo mismo intentará hacer Macri.

En el radicalismo las aguas están revueltas. La Convención Nacional que se reúne el 27 de este mes será agitada. El nivel de crítica existente hacia el núcleo duro del PRO, que empieza en Marcos Peña y termina en el Presidente, se multiplica. Quienes lo han escuchado a Federico Storani luego de su reunión con el jefe de Gabinete dan cuenta de la paupérrima impresión que se llevó de él. Storani es el actual vicepresidente de la UCR. No son pocos los que vienen expresando su voluntad de apoyar a Roberto Lavagna. De entre ellos sobresale el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, quien expresó su deseo de que Cambiemos se amplíe para dar pie a una interna que incluya al ex ministro de Economía. En ese marco, el resultado de la elección en Córdoba tendrá importancia. Si Mario Negri supera  a Ramón Mestre con cierta holgura, se impondrá su postura afín al mantenimiento del status quo dentro de Cambiemos. Si el que gana, en cambio, es Mestre las cosas serán diferentes. El actual intendente de Córdoba lo dijo con todas las letras hace pocos días: “hace falta un nuevo Cambiemos”.

Campaña. Como se preveía, la presentación de su libro Sinceramente, fue el puntapie inicial de la campaña electoral de Cristina Fernández de Kirchner. Lo que viene pasando con su candidatura es la repetición de lo sucedido en 2011, cuando jugó con la incógnita hasta el último minuto, con la idea de generar un “movimiento clamor”. En lo subterráneo hay un punto muy importante de conversación que se está dando entre el kirchnerismo y el massismo. En el entorno de CFK tienen clara conciencia de que, para ganar, es imprescindible un acuerdo con el ex intendente de Tigre.

Córdoba le abrió el camino del triunfo a Mauricio Macri en 2015. Eso es historia

Si ello no ocurre, lo que se puede dar es que la ex presidenta gane la provincia de Buenos Aires –y que por arrastre imponga al gobernador porque en la Provincia no hay segunda vuelta– y que en el ballottage a nivel nacional pierda. Un eventual acuerdo con Massa para que sea candidato a gobernador, le evitaría a CFK la presión que está recibiendo de los intendentes del Conurbano que no lo quieren a Axel Kicillof. Así como ocurrió en 2011, se vio en CFK una postura de “abuenada” que, hay que reconocerlo, en aquel momento le dio buenos resultados. Claro que, después, están sus dichos y el de muchos de los que la acompañan y los hechos.

De los hechos, el más inquietante fue el que sufrió nuestra colega María Eugenia Duffard, una muestra de intolerancia que está en las entrañas de muchos de los que apoyan a la ex presidenta. El episodio fue inquietante, por el nivel de agresividad que se vio y se escuchó, y porque representa un estado de situación que se proyecta hacia el futuro si es que CFK gana, circunstancia que hoy en día es indiscutiblemente posible.

Proyectos. El otro tema que produjo escozor fue la idea que lanzó la ex mandataria sobre la necesidad de ir a un nuevo “contrato social”. Lo primero que se impone preguntarse es a qué “contrato social” se refiere: al de John Locke, al de Thomas Hobbes o al Jean Jacques Rousseau. Locke sostiene que con el objetivo de vivir en libertad y en paz, el ser humano debe renunciar a alguno de sus derechos naturales en pos de alcanzar el pleno derecho a la vida, la libertad y la protección de su propiedad y que, si esto no es respetado puede rebelarse contra el poder de turno.

Hobbes, en cambio, propugna que las personas ceden sus derechos al Estado, que el único derecho que mantiene es el derecho a a la vida y que no les está permitido rebelarse porque el Estado siempre es justo.
Rousseau descarta que el vínculo se halle en la fuerza o la sumisión, sino que por el contrario, los hombres voluntariamente renuncian a un estado de natural inocencia para someterse a las reglas de la sociedad, a cambio de beneficios mayores inherentes al intercambio social. Este consentimiento voluntario se materializa a través de un contrato, “el contrato social” en este caso.

Lo inquietante de toda esta discusión de filosofía política es que nos lleva a un estado preconstitucional. Y ahí resuenan los ecos de las voces de quienes como Mempo Giardinelli o Eugenio Zaffaroni se han expresado abiertamente a favor de una nueva reforma de la Constitución Nacional en la cual anida una idea de anulación del concepto de un Poder Judicial independiente sin el cual no hay república posible. Cada vez que en nuestro país se reformó la Constitución se lo hizo con un solo objetivo: asegurar la permanencia en el poder del oficialismo de turno y con mayores poderes. La idea de la suma del poder público es lo que intentó CFK con su proyecto frustrado de democratización de la Justicia. Y la idea de la permanencia en el poder, es lo que habría buscado a través de una reforma constitucional que se hubiese llevado a cabo de no haber ganado Sergio Massa la elección legislativa de 2013. Esa es la verdad.

 

Producción periodística:
Lucía Di Carlo.