El debate reciente sobre los “ni-ni” –jóvenes que no estudian ni trabajan ni buscan empleo– aborda parcial y sesgadamente la complejidad de las distintas juventudes que conviven en la Argentina.
Los procesos que atraviesan los adolescentes y jóvenes hasta considerarse adultos son cada vez más erráticos y tienen avances y retrocesos en diversas dimensiones: terminar la escuela media, salir del hogar paterno/materno, conseguir un empleo, conformar un hogar propio o tener el primer hijo. Estos cinco hitos marcan la transición de la juventud a la vida adulta. El debate público sobre los “ni-ni” y las políticas dirigidas a la juventud carecen de una visión que englobe los cinco hitos y los aborde integralmente.
En 2012, el 18,7% de los 4.336.422 jóvenes de entre 15 y 24 años que vivían en el país no estudiaban ni trabajaban ni buscaban empleo. Dos tercios de los “ni-ni” son mujeres, muy frecuentemente madres, que realizan trabajo doméstico no remunerado (en su mayoría, de cuidado). La Argentina no es una excepción: en América latina, el 67% de los jóvenes que no estudian ni trabajan son amas de casa.
En este contexto, es un gran avance en la protección social que las madres perciban la Asignación Universal por Hijo (AUH). Pero bajo ningún aspecto es una medida suficiente. La AUH puede y debe ser complementada con políticas que promuevan el cuidado de calidad de los niños y niñas y que, a su vez, posibiliten la inserción en el mercado laboral de las madres. Un sistema de cuidados integral presupone la articulación virtuosa entre centros de cuidado, guarderías, jardines y escuelas –tanto públicos como privados– con prestaciones (como la Asignación Universal por Embarazo, la AUH y las licencias por maternidad y paternidad), que permitan a los padres y madres hacerse cargo de los cuidados si así lo eligieran.
El debate sobre los “ni-ni” ha estado centrado en dos de los hitos de las transiciones de la juventud a la vida adulta: la terminalidad educativa y la obtención de un empleo. Sin embargo, ha ignorado los restantes hitos. En un contexto de aumento de la deserción escolar, la terminalidad educativa es una cuestión crucial. También lo es obtener un empleo (y no cualquier tipo de empleo). Son dos problemas bien instalados en la agenda pública y existen intervenciones públicas diseñadas para intentar superarlos (el Plan Jóvenes con Más y Mejor Trabajo o el Plan Fines, entre otros).
Pero, aun estando bien diseñadas, estas intervenciones no impactarán en la reducción de las “ni-ni” madres, como tampoco lo ha logrado la AUH. Resulta fundamental articularlas en un sistema de cuidado que potencie tanto el desarrollo infantil como la inserción laboral de las mujeres jóvenes que han sido madres. Y, para completar la complejidad del asunto que expresa el colectivo de los “ni-ni”, sería necesario avanzar también a pasos firmes en una política integral de juventud, hoy fragmentada y sin direccionalidad estratégica.
*Director y coordinadora del Programa de Protección Social de Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento) www.cippec.org @Cippec