La consultora privada Manpower, que realizó encuestas sobre la situación del empleo en el país, considera que las perspectivas de aumento de las dotaciones de personal para la industria en 2011 son más débiles que en el resto de los sectores. La tasa de expectativa de contratación de empleo está, empero, cinco puntos arriba de las del año pasado en una gran parte de la economía.
Por ejemplo en la minería, en la construcción y en los transportes. Con sólo pensar la buena cosecha, se requerirán decenas de miles de camiones transitando las rutas del país.
¿Por qué se da este fenómeno en el campo industrial? Una primera explicación es que se origina en la falta de inversión en la mayoría de las plantas. Sin embargo, la misma merma en el entusiasmo de ofrecer nuevos empleos se da en el área de finanzas, seguros y bienes raíces. ¿Quizás influya en esta situación la crisis mundial no resuelta o quizás muy canalizada en determinados y reducidos ámbitos?
El Instituto Ieral de la Fundación Mediterránea es más contundente en sus conclusiones. Para sus investigadores, la demanda de trabajo está deprimida, la expansión de la década pasada ha dejado ahora de basarse en el empleo.
El Centro de Estudios para el Desarrollo de la Argentina (Cenda) considera que si bien el empleo se elevó en los últimos dos años, hoy por hoy se encuentra en cifras similares a las de 2008.
¿Será el clima de expectativas previo a las paritarias donde hay gremios que sueñan con plantear reivindicaciones del 30 por ciento?
Uno de los más importantes macroeconomistas del país, Roberto Frenkel, ha presentado recientemente un trabajo rescatado en un informe del ex secretario de Hacienda, Mario Brodersohn, donde aclara que el ingreso real medio de un asalariado en el segundo trimestre de 2010 fue prácticamente el mismo que el que tenía a comienzos de 2007, a pesar de que en ese mismo período el PBI desestacionalizado aumentó el 11 por ciento.
Para Frenkel, ni el crecimiento de la economía ni el régimen de Asignación Universal por Hijo fueron suficientes para mejorar los ingresos de aquellos que están por debajo de la línea de pobreza. Es interesente tener en cuenta, de manera paralela, que si bien el desempleo en el país supera el 7 por ciento anual, los niveles más postergados del mercado laboral, es decir las mujeres, los jóvenes y las familias pobres, duplican el promedio general.
Según la Encuesta Permanente de Hogares, que realiza el Indec, la desocupación es del 17,2 por ciento en las mujeres jóvenes y del 12,6 por ciento en los hombres menores de 29 años. Si el Gobierno sigue manteniendo al actual Indec intervenido, no podrá rechazar información oficial tan contundente.
La balanza entonces no encuentra el punto fijo porque, por un lado, los empresarios se sienten presionados con las peticiones de incrementos salariales.
Por el otro costado, asoma que los ingresos no alcanzan, carcomidos por la inflación. Y la desocupación es mayor entre los excluidos de sueldos razonables.
Todo sugiere que, precisamente, el costo de vida puede llegar a ser tema de la polémica electoral en los meses previos a octubre. Argentina no se puede presentar a examen en esa materia porque la inflación promedio en el mundo descendió del 18,3 por ciento, en la década de los noventa, al 3,7 por ciento.
En el mismo tramo de tiempo, en América latina descendió del 129 por ciento promedio al 4,9. El año pasado la Argentina llegó, en cambio, al 25 por ciento.
Cuando se habla de “falta de inversiones” la referencia precisa es a la falta de ampliaciones o bien al abandono del mercado argentino como proveedor de equipos y maquinarias.
La inversión, cuyas estadísticas oficiales la benefician con un aumento del 17 por ciento el año pasado es muy etérea: se asienta en las adquisiciones de maquinarias en el exterior. En el último trimestre de 2010, hubo una significativa importación de bienes de capital, que se aceleró por la apreciación cambiaria. Esas compras se expandieron más del 40 por ciento en todo el año pasado. Ello originó la multiplicación de controles del Gobierno y la limitación de compras fuera de las fronteras. Conclusión: la problemática del empleo es definitivamente más compleja de lo que se cree.
*Periodista especializado en economía.
