Si yo fuera dirigente del Barcelona, no cedería a Messi para los Juegos Olímpicos. La famosa circular 1153 (“Liberación de jugadores para el Torneo Olímpico de Fútbol masculino Beijing 2008”) está escrita con una de las redacciones más confusas que uno recuerde en mucho tiempo: “No obstante, de manera deliberada, no se ha incluido oficialmente el Torneo Olímpico de Fútbol masculino Beijing 2008 en el calendario internacional de partidos. Esto se debe al hecho de que la introducción del Torneo Olímpico de Fútbol masculino Tokio 2008 no sería congruente con dicho calendario. Debido a su carácter único, siempre se ha dado un trato diferente, intencionalmente, al Torneo Olímpico de Fútbol masculino. Con todo, esto no significa que los clubes no estén obligados a liberar a los jugadores”.
Escapemos de la locura chauvinista a la que el periodismo deportivo de la Argentina (sobre todo el oficial) es tan afecto y, también, dejemos de lado las ganas que tenemos todos de que Messi se ponga la celeste y blanca todas las veces que pueda. Este tramo de la circular no afirma ni niega que es obligatorio ceder a los jugadores menores de 23. Tampoco dice nada de que el Barcelona no podrá usar a Messi mientras esté con la Selección. Esto sucedería si el Barça no cede a Messi para un partido en “fecha FIFA”. No es el caso de los Juegos Olímpicos. Pero tampoco dice que no es obligatorio. Es una sanata infernal en la que insinúa que es obligatorio ceder al jugador, pero no lo afirma de manera taxativa. Decir “esto no significa que los clubes correspondientes no estén obligados a liberar a los jugadores” no es decir “hay que cederlos obligatoriamente”. El Barça tiene razones para negar la cesión de Messi. Acaba de hacerle un contrato por 8,5 millones de euros anuales, con posibilidades de que llegue a 12 millones, y las reglas no son claras.
¿Vale la pena romper lanzas con el Barcelona por el fútbol olímpico, que es de segundo orden? ¿No es mejor pelearse por una Copa América, una eliminatoria o un Mundial? Discutimos sobre Leo y resulta que el pibe Fabián Monzón, de Boca, fue cedido sólo después de que el Checho Batista le aseguró a Pedro Pompilio que iba a ser titular. “Ya te dimos a Riquelme, dejanos a los demás”, dijo el presidente de Boca. “Pedro, Monzón es titular”, rogó Batista. “¿Seguro?”, se enterneció Pompilio. “Por supuesto.” “Bueno, pero no me pidas ninguno más”, cerró el dirigente. Después de este diálogo –hasta ahora desconocido– ¿le pedimos al Barcelona que sea bueno, que comprenda, si no comprendía Boca? Es una Selección a la que Riquelme se citó solo. Un día, Román dijo: “Quiero ir a los Juegos” y fue. Se presentó en Ezeiza y ya. Es una Selección a la que le negaron a Heinze, Burdisso y Demichelis.
Barcelona propuso que Messi hiciera la pretemporada en Escocia, juegue el partido de ida de la Pre-Champions y viaje a China para incorporarse en cuartos de final. La AFA dijo “no” a esa “solución de consenso, pero no presentó por escrito el reclamo, cuyo plazo venció el jueves 24. La FIFA dio lugar a la protesta argentina –con Julio Grondona de vicepresidente no era difícil– pero no hizo un gran esfuerzo para presionar a uno de sus afiliados más poderosos. Las reglas no ayudan mucho, en realidad. Tiene que ser diplomático para que nadie se ofenda. Porque la AFA se queja, la FIFA dice que Argentina tiene razón… ¡pero tiene que definir Messi! Es ridículo. Messi debe quedarse en Barcelona, prepararse bien, ayudar a su equipo a entrar a la Champions y ver los Juegos por tele. Ya tendrá tiempo de ir a otro Juego Olímpico y tiempo de jugar su gran partido con la Selección. Tal vez haya visto la chance de romperla en Beijing, ante un nivel de exigencia más bajo que el que afronta habitualmente.
Los ganadores de la medalla dorada de 2004 aparecen después de un gran ejercicio de la memoria. Messi no sabe esto, alguien le hizo creer que en esto le va la vida. No le conviene tirar de la cuerda por el fútbol olímpico. La FIFA lo avala de boquilla, pero hizo una circular en la que no se entiende si el jugador sub 23 está o no obligado a ser cedido. Se habla de lógica, de espíritu olímpico, de trato diferente, de carácter único, pero nada dice de obligatoriedades expresas ni de reglamentos.
Aun sabiendo que, junto a Tevez, Messi es el mejor jugador argentino que anda dando vueltas por el mundo, se puede jugar fútbol olímpico sin él. No porque sea lo mismo, sino porque no vale la pena pelear demasiado esta cuestión. Leo quiere, a todos nos gustaría, pero esto es fútbol profesional. Y lamentablemente para nosotros, hay lugares en los que este maravilloso juego es profesional de verdad. Hay lugares en donde los contratos se cumplen, las letras deben ser claras y nosotros debemos adaptarnos.
Y no al revés.