Si para la política exterior india Latinoamérica ha sido el continente olvidado, como dijo el diplomático indio Shashi Tharoor, para la Argentina, la India ha sido el subcontinente desconocido. Sin embargo, en una política exterior argentina de horizontes diversos, que busca mantener relacionamientos positivos y
simultáneos con el exterior próximo, las potencias establecidas y las emergentes, la India debe jugar un rol de suma importancia, y a varios niveles. Fue por eso muy oportuna la reunión que mantuvieron el presidente Macri y el primer ministro indio Narendra Modi en Hangzhou (China), en el contexto de la reunión del G20. Allí, Macri manifestó efectivamente que el relacionamiento de los dos países era todavía un poco superficial.
India es una de las naciones que el experto George Kennan denominó países “monstruo”, debido a sus enormes dimensiones geográficas y a su población de 1.230 millones de habitantes. Alguna vez descripta como un “estado-civilización” , India es en realidad una diversidad de civilizaciones enmarcadas en un estado, con 22 lenguas oficiales y la convivencia de religiones como el hinduismo, el islamismo, el budismo, el sijismo y el catolicismo.
La dirigencia política india, a través de un sistema democrático federal, ha logrado transformar estas vastas dimensiones y diversidades, en una economía que crece al 7,4 % anual. Esto se logró mediante un profundo proceso de reformas en su régimen económico que comenzó en 1991, bajo Narashima Rao, del Partido del Congreso, de Indira Gandhi. La transformación incluyó un proceso de desregulaciones y privatizaciones, y la eliminación de prácticas intervencionistas en materia de créditos, cambio y precios, que generó una mayor integración a la economía mundial. Este proceso se ha mantenido firme, en conjunción con la saludable rotación democrática de dos partidos, el Bharatiya Janata Party (BJP), partido de Narendra Modi, y el del Congreso.
Una de las características más interesantes es el rápido crecimiento de la clase media india, con una demanda creciente de productos que la Argentina puede proveer. De los 50 millones que había en 2005 ha crecido a 500 millones, con 583 millones proyectados para 2025. Como reflejo de este fenómeno se levantan barrios enteros, de treinta a cuarenta edificios cada uno, en los alrededores de Nueva Delhi. Otra muestra de las aspiraciones y de la mejora del nivel de vida de las clase media india son los hipermodernos aeropuertos de Mumbai y Delhi, y los nuevos subterráneos y metros elevados en la capital.
A nivel político-cultural, la Argentina puede desarrollar relacionamientos de alta intensidad con India. Por un lado, India es la democracia más numerosa de la Tierra. Por el otro, las elites y clases medias indias poseen una cultura dual: mantienen sus culturas locales, pero incorporan rasgos occidentales. Esto es facilitado por el uso de la lengua inglesa, y las relaciones con diásporas indias en Gran Bretaña,los
Estados Unidos y Singapur. Así, durante la visita del presidente Obama a Nueva Delhi en 2015, hubo charlas con familias y estudiantes indios, casi idénticos a los realizados en Chicago o Boston. Estas cualidades hacen que podamos tener coincidencias en materia de derechos humanos, defensa de la democracia y respeto del derecho internacional.
La India ha ido modificando su sistema de alianzas internacionales, acercándose a los Estados Unidos y a Israel, pero sin alejarse de Rusia, su tradicional aliado. A su vez, ha organizado en octubre, en Goa, la octava cumbre de los Brics (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica).
A nivel económico-comercial la relación con India es dinámica y tiene enorme potencial. Nuestras exportaciones han crecido 50% desde 2010, con US$ 2.004 millones en 2015. Están altamente concentradas (un 91%) en aceite de soja. Así, la India juega un rol en reducir nuestra dependencia de China, y ya es el destino del 40% del aceite exportado. Aunque proteccionista en materia agroalimentaria, la escasez de agua y tierras fértiles evitan su autosuficiencia alimentaria, ofreciendo una oportunidad para
nuestras exportaciones. Así, como país “monstruo” tendrá necesidades futuras, similares a China, de agua y alimentos, y ve a ésta como competidora por estos recursos. Como ejemplo, si hoy India consume 5 millones de toneladas de legumbres, en 2025 consumirá 33 millones, pero sólo podrá producir 23 millones, una oportunidad para nuestras legumbres. En cuanto a importaciones, una característica de India es que nos vende insumos intermedios –materias primas textiles, farmaceúticas, partes de autos–, y no productos industriales terminados. Las importaciones desde India han sido de US$ 727 millones en 2015, dejando como resultado una balanza comercial positiva de US$ 1.277 millones.
A nivel de inversiones, la India está presente en el campo de la tecnología de la información, y de los servicios basados en ésta. Sofisticadas compañías como Wipro,
Infosys y Tata Services ya aprovechan las ventajas competitivas argentinas en este sector en la región, desarrollando software en castellano, y aprovechando husos horarios similares, La India puede contribuir así, y con una continua transferencia de tecnología, al desarrollo de un poderoso polo regional en el país. También se nota el interés en invertir en minería (cobre, metales preciosos), agroquímicos, fertilizantes, y energía eólica.
A nivel tecnológico-nuclear, existe un histórico relacionamiento con la India. Esto se ha manifestado recientemente en el apoyo de la Argentina para que India ingrese en el Nuclear Suplliers Group (NSG). A su vez, la empresa Invap construye una planta de radioisótopos de molibdeno 99 –de uso en medicina nuclear– a ser instalada en Mumbai en el 2017.
Para concluir, un desafío es convertir el conocimiento superficial de este subcontinente, en uno más profundo. Así, una prioridad para la Cancillería debe ser el atraer y formar especialistas sobre India. Por otro lado, de Mumbai a
Chennai, de Nueva Delhi a Bangalore, hay que aprender de las empresas argentinas ya trabajando en India como Techint, Impsa, Bagó. Biosidus e Invap. Hay que conocer este mercado en profundidad, y generar nuevos puentes a través de visitas mutuas frecuentes a nivel político y empresarial.
*Autor de Buscando consensos al fin del mundo: hacia una política exterior argentina con consensos (2015-2027.