Las cifras recientes publicadas por Unicef nos revelan la situación crítica que presenta un conjunto importante de niños y adolescentes de la Argentina: el 42% vive en hogares con ingresos insuficientes (N.R.: Según el Indec, esa cifra llegó al 47% en el segundo semestre de 2018).
Es también dramático el problema que enfrentan las personas que se encuentran en situación o riesgo de calle. Según datos del Censo Popular, en 2017 había 4.394 personas durmiendo en espacios públicos de la Ciudad de Buenos Aires. La cifra aumenta si se incluyen las 20 mil personas que se encuentran en riesgo de calle, en su mayoría familias que requieren un subsidio habitacional o amparo judicial para un alquiler en un hotel o inquilinato.
¿Es posible mitigar esta realidad que nos golpea frente a un panorama económico que está lejos de mostrar buenas noticias? Es evidente que nos enfrentamos a la urgencia de encontrar caminos nuevos, para desarrollar estrategias de innovación social que permitan generar formas efectivas para solucionar los problemas de estas personas.
Los relatos o historias de quienes sufren esta realidad son de lo más diversos y muestran una heterogeneidad de situaciones. En ocasiones es el desenlace de un proceso constante de empobrecimiento, falta de oportunidades y sucesivas crisis económicas que recrudecen el estado de vulnerabilidad individual. En otras, la situación de calle aparece de manera abrupta frente a crisis emocionales, separación de parejas, tragedias o enfermedades complejas.
En 2018 iniciamos un proyecto para brindar oportunidades de salir adelante a las personas en riesgo de calle con la Asociación Avanzar, que lleva veinte años aportando al desarrollo de pequeños emprendimientos para habitantes de villas de emergencia, decide extender este tipo de herramientas a las personas en riesgo de calle. El objetivo de este proyecto, que cuenta con el apoyo de la Comisión Nacional de Microcréditos del Ministerio de Desarrollo Social, es contribuir a atacar la vulnerabilidad social de este grupo poblacional a través de las siguientes herramientas: microcréditos, que presentan formas muy blandas de devolución; acompañamiento con tutorías en las que se los asesora y aconseja sobre cuestiones vinculadas al emprendimiento; y ofertas de capacitaciones gratuitas en oficios y gestión de negocios.
Los vínculos con los potenciales prestatarios se generan a partir del contacto con instituciones abocadas a la problemática habitacional. Se trabaja con veinte instituciones, en especial con hogares que albergan de manera más permanente a personas o familias.
El acercamiento a las personas afectadas revela una clara voluntad de trabajar, pese a la limitación de no contar con medios tan sencillos como un pequeño capital para realizar un emprendimiento. A partir de un microcrédito, avanzan con un pequeño proyecto ya iniciado o generan ideas, un proceso que se potencia con tutorías para el acompañamiento.
Para el caso de las mujeres, la inestabilidad es aún mayor cuando dependen de los recursos económicos de sus parejas. Marisa quedó en situación de calle tras su separación después de 12 años de casada. “Me casé y me dediqué a criar a mis hijos. Dejé de trabajar, dejé de estudiar. Los problemas económicos derivaron en problemas de pareja y familiares”.
Laura quedó en situación de calle en abril de 2018, al no poder pagar el alquiler. Después de algunos meses, alquila una pequeña habitación en la villa 21-24, donde cocina empanadas para luego venderlas en el Parque Lezama. Accede a un microcrédito para equiparse mejor y reparar una vieja heladera. Esto le permitió conservar los rellenos de las empanadas en frío y no tener que cocinarlos todos los días para salir a vender.
Autoempleo. Entre los aprendizajes del proyecto, se destaca el impacto emocional que genera esta propuesta de autoempleo. La oportunidad de acceso al crédito los lleva entonces a reencontrarse con sus saberes, valorar sus conocimientos y pensar el modo en volver a ponerlos en práctica. Un músico, una peluquera, un revendedor de herramientas, habilidades para la comida… son todos puntos de partida para iniciar sus idea de trabajo.
No puede asegurarse que esa motivación inicial logre siempre sostenerse a través del tiempo, dados los problemas de inestabilidad que atraviesan a esta población. El rol del tutor resulta clave en el seguimiento del emprendimiento una vez otorgado el préstamo y al inicio, cuando es necesario planificar, reflexionar y pensar a largo plazo.
Del total de los créditos otorgados el 82% está evolucionando bien mientras que el resto muestra ciertas dificultades, por lo que requiere un mayor sostenimiento del vínculo. Pero la experiencia pone de manifiesto que, en la mayor parte de los casos, es la “activación”, por sobre el acceso al dinero, lo que más incide para poner en movimiento a las personas. Es el sentirse escuchadas e incentivadas después de un mayor o menor tiempo de abandono.
*Investigadora Facultad de Ciencias Económicas, UBA y presidenta de Asociación Avanzar www.avanzar.org.ar **Becaria pos-doctoral IMHICIHU-Conicet.