En un video, Delfina mira a cámara y pide ayuda para cambiar Europa. El video está diseñado de forma moderna, juega con el video real y el backstage porque muestran cómo lo hicieron. Delfina mira al mundo de frente y en ella todo es posible. Con Delfina se representa el discurso de los desposeídos en formato de clase alta, porque es hora ya de demoler el neoliberalismo, es importante atacar el poder central que quiere perpetuar el colapso social. En Delfina el mundo parece comprenderse en donde está oculto. Delfina siempre pudo estudiar y viajó para conocer eso que del mundo no se ve tan fácil, y está allí para contarlo.
Su historia es un éxito interesante pero lógico. Con la edad que su juventud muestra, ya daba discursos atractivo. Los anteojos le quedan bien. Hasta que le tocó la exposición pública, Delfina sólo hablaba del mundo exterior y no de ella. Su historia se ha basado en recurrir al conocimiento para que le otorgue poder de acción en el planeta. No es tan raro que llegue al directorio del banco. Extraño sería, por ejemplo, que ese puesto lo cubriera Alfio Basile, que no estudió en Texas.
El desastre de los refugiados tiene ya un símbolo en este niño que muere dos veces, primero en el agua y luego en los medios de comunicación. Con esa imagen insoportable en la playa pensamos en su historia, porque todos tienen sus historias, que hacen que nosotros seamos o no posibles. Así como Delfina habla del mundo, Aylan viajaba por voluntad de otros a intentar construir su historia, que ya no existe, excepto en lo que su imagen produce.
María Eugenia Ritó se sienta con Matías Martin a tener una charla seria en un video que me aparece por la magia de la rotación de semejanzas que me ofrece YouTube, y ella también tiene su historia, que no la llevará al Banco Nación. Mientras Delfina describe el mundo, Ritó se describe a sí misma y su cuerpo como protagonistas de una historia. En ese sitio de videos aparece todo junto, Delfina y la Ritó, ejemplos impactantes de las rotaciones que las historias personales pueden otorgar.
Cuenta que su madre fue monja antes de conocer a su padre y tenerla. Su padre intentó poner un restaurante que no resultó. Un padre treinta años mayor que su madre y que muere, y luego muere su madre, y el golpe de perderla. Imposible que María Eugenia viaje a Texas, de ninguna manera. Para Ritó no hay más que la propia experiencia. No se basa esa experiencia en algo que pueda absorber como lectura, algo que Delfina sí. Todo es ella, no hay otredad en un texto, y por eso la exposición feroz de su intimidad. Dice que tuvo que prostituirse y que así conoció a su ex marido. Ritó habla siempre de ella, Delfina habla de economía.
Todo en la nueva directora del banco está anclado en sus padres, no sólo el nombramiento. Sus estudios y el interés en la política. La heroica trayectoria de Ritó es justamente la de una soledad batallada por méritos y búsquedas propias. Ritó podría ser mejor que todos los que escribimos en los diarios o pensamos el mundo, realmente es sólo ella. Para eso no hay reconocimiento.
La discusión sobre Delfina Rossi consolida un modelo de prestigio. La negación de ella se construye sobre la supuesta seguridad de alguien mejor y que haya estudiado más, porque el mundo es sólo dirigible por esos que estudian gracias a sus padres. A pesar de que en la historia de Ritó hay un desafío al destino,
Matías Martin cae en la trampa de dedicarle tiempo a su bisexualidad. Pierde una oportunidad de reconocerla. Mariana Fabbiani presenta el informe sobre la hija de Agustín Rossi. Mariana Fabbiani es la nieta del impresionante Mariano Mores. Diego Leuco le hace preguntas a Yamil Santoro sobre la impugnación, y Diego Leuco es hijo de Alfredo Leuco. Ritó es hija de un mundo complejo, que por lo menos Delfina intenta modificar, mientras el resto discute las noticias y los nombramientos sobre la comodidad de sus herencias sociales.
(*) Sociólogo. Director de Ipsos Mora y Araujo.