Participo de los ideales de una generación formada en la “religión de la obra pública”: mis excursiones escolares me llevaron a visitar acerías, plantas nucleares, centrales hidroeléctricas y todo aquello que contribuyera, siquiera imaginariamente, a sostener la grandeza de una nación.
De modo que mi percepción de la realidad está flitrada por esos aprendizajes infantiles: me emocionan las vías de comunicación, los diques, los centros de producción y distribución energética. Soy como un Fausto criollo y, aunque soy consciente de las limitaciones de una perspectiva semejante, no dejo de notar los “progresos” con los que me cruzo.
Me gusta viajar por Argentina en auto. Me permite hacerme una idea más cabal del “interior”, sus anhelos y sus imposibilidades. He estado, en las últimas semanas, en General Villegas, Santa Fe, Paraná, Coronel Pringles.
No debería generalizar, pero lo hago: da la impresión de que la “obra pública”, ese motor de las economías, no se distribuye regularmente entre las provincias. En Rosario, debimos sufrir la pesadilla (amortiguada porque uno es capaz de imaginar un futuro mejor cuando la obra esté terminada) de atravesar una ampliación de la autopista de circunvalación de la ciudad. En Santa Fe, estaban duplicando los carriles que conectan con el túnel subfluvial.
En cambio, la conexión de la autovía de la Ruta 3 (San Miguel del Monte-Cañuelas) con la autopista Ezeiza-Cañuelas es un desastre incomprensible: son sólo 7 kilómetros y medio que deberían, a esta altura del partido, estar integrados al sistema de autopistas de altísima circulación de la zona, que la desidia de los gobernantes ha transformado en un campo de batalla. Y el tramo de Ruta 226 que une la capital del cemento con Coronel Pringles está, desde hace cuatro años, abandonada a la erosión natural (eso sí, peaje incluido). La imprescindible autopista Perón (continuación de la Autopista del Buen Ayre), que esperamos desde hace diez años, todavía espera fecha de realización.
No sé quiénes son los responsables de inequidades semejantes, pero es raro que lo que en un lado puede hacerse, en otro no.