Ni Menem ni Kirchner. Estos apellidos son los límites que fijó el Peronismo Federal que, con su unificación, puso en graves dificultades el proyecto Néstor 2011. No solamente porque se han juramentado ir todos detrás de una sola fórmula.También porque han decidido transitar por afuera del Partido Justicialista y “vaciarle las elecciones internas a Kirchner”. No lo dirán públicamente, por ahora. Prefieren victimizarse instalando la idea de que no tienen más remedio. “Nos gustaría participar, pero no tenemos ninguna garantía de transparencia.” Este será el argumento que van a utilizar para no ser acusados de “romper la unidad” partidaria. En la jerga íntima dicen: “Vamos a hacer la Gran Cafiero”. Se refieren a que en 1985, Antonio Cafiero tuvo que irse, por primera y única vez en su vida, del PJ, para competirle por afuera a Herminio Iglesias que controlaba con mano de hierro el aparato. Y lo triplicó en votos. Apeló al ciudadano independiente que estaba harto de las patotas y el autoritarismo. Fue el germen de la Renovación que sirvió para desprenderse de algunos dinosaurios y la plataforma que llevó a Carlos Menem al poder después de ganarle a Cafiero una interna histórica por lo sorpresivo del resultado y la honradez en las reglas de juego. El Peronismo Federal aspira a hacer algo similiar a la Renovación. Recuperar al PJ desde afuera y desalojar del gobierno a los Kirchner en un solo movimiento: ganando las elecciones generales de 2011.
No les resultará nada fácil. Primero, porque esta flamante coalición peronista tiene en sus filas a menemistas históricos y flamantes ex kirchneristas. También, porque hay varios impresentables entre sus filas. Piantavotos, que le dicen.
El ministro Florencio Randazzo los caracterizó como una “Unión Transitoria de Intereses de personajes ligados al pasado”. En un sentido, tal vez tenga razón. Pero se podría decir lo mismo del kirchnerismo. ¿O no fue Kirchner en siete oportunidades a elecciones con la boleta de Carlos Menem? ¿ O Mario Ishi el que interpretó que la caridad bien entendida empieza por casa y repartió viviendas entre familiares y amigos es, con su clientelismo primitivo, un modelo de la nueva política? ¿Acaso no fue Aníbal Fernández, idolatrado por las fuerzas de choque de blogueros presuntamente progres, el secretario general del gobierno de Duhalde cuando la bonaerense asesinó a Kosteki y Santillán? ¿No era Hugo Moyano uno de los principales apoyos que tuvo Adolfo Rodríguez Saá en su candidatura presidencial? ¿Cómo calificaría Randazzo la obediencia debida de Miguel Angel Pichetto con Menem antes y con Kirchner, ahora? ¿El mismo Randazzo no fue el cuadro preferido de Felipe Solá?
En la política nadie viene de un repollo. No hay pureza virginal en un movimiento que, como dice el periodista y escritor Jorge Fernández Díaz: “Es un traje a medida que nos ponemos los argentinos para defender lo que ayer criticamos”. Lo que no dice Randazzo es que esa Unión Transitoria de Intereses que podríamos denominar Frente para la Derrota de Kirchner no es testimonial ni una propuesta de bajas calorías. Juegan fuerte los muchachos y están en condiciones de ganar las elecciones y, sobre todo, de gobernar después. De hecho, Francisco de Narváez y Felipe Solá ya vencieron a Kirchner.
La gran novedad es que Néstor Kirchner ya no corre solo en la ancha avenida del pragmatismo peronista. Por eso está desesperado por ofrecerle incluso el manejo completo de la junta electoral a su rivales. Necesita que participen de la interna y no lo dejen solo. Es lo que anda planteando el operador Juan Carlos Mazzón. La otra preocupación del oficialismo es que muchos congresales partidarios, concejales, intendentes, legisladores y gobernadores ahora tienen un techo en donde guarecerse de los ataques kirchneristas. Son los que dependen económicamente de los Kirchner y no querían saltar al vacío.
El tema que más chisporroteos genera es el rol de Mauricio Macri. La única coincidencia es que lo aceptarían gustosos en una construcción frentista y para que vaya por la reelección en la la Ciudad. Dicen que jamás pondrían semejante estructura al servicio de un candidato no peronista. Macri está en una encrucijada. Por una lado, tiene buenas relaciones con todos los presidenciables como Duhalde, Solá, Reutemann, Das Neves, Rodríguez Saá y De Narváez. Por eso, la línea peronista del PRO participó con un par de dirigentes en las reuniones que parieron el Peronismo Federal Unificado. Pero, por otro lado, el ala socialcristiana o liberal que contiene su espacio está que trina. “Son gorilas”, dicen obviamente los federales. “No fundamos un partido nuevo para ir a ser furgón de cola del peronismo viejo”, responden a coro con Jaime Durán Barba dirigentes cercanos a Gabriela Michetti o Federico Pinedo. La tensión creciente, hacia fin de año, puede hacer crujir al PRO y acelerar algunas definiciones.
El mapa nacional que dibujan los peronistas históricos está cargado de un exagerado optimismo. Creen que De Narváez y Macri pueden asegurarle el triunfo en los dos distritos más grandes. Que en Santa Fe, Reutemann está dispuesto a estudiar la posibilidad de ser candidato a gobernador o apoyar a Jorge Obeid o a Eduardo Buzzi, o a quien sea.Ese espacio le serviría al “Lole” para castigar al mismo tiempo a Kirchner y a Hermes Binner, a quienes critica por igual. En Córdoba, la cosa es más compleja. Tanto el radical Oscar Aguad como Luis Juez están muy instalados. En el peronismo, sólo José Manuel de la Sota tiene chances de ganar, siempre y cuando no comparta boleta con la fórmula kirchnerista. Córdoba es el distrito donde los Kirchner tienen mayor nivel de rechazo. Algunos piensan que la fórmula De la Sota-Mondino podría aspirar a la victoria. Creen que Jorge Busti volverá a la gobernación en Entre Ríos. Que los Rodríguez Saá se mantendrán en San Luis y que Mario Das Neves logrará que un delfín suyo continúe al mando. Saben que en Mendoza o Santa Cruz tienen mas chances los radicales y creen que, en el resto de las provincias, todavía hay un truco muy conversado. Como puede verse el Peronismo Federal le cantó la falta envido al kirchnerismo. No se sabe si tienen 33 de mano, se fueron a la pesca con 27 o están mintiendo con un cuatro de copas. El que quiera saber la verdad tendrá que dar el quiero electoral cuando se abran las urnas. Las cartas ya están echadas.