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El secretario quiere retenciones del 65 por ciento, siguen los aprietes a empresas

Si Moreno fuese ministro

El tren bala sigue sumando controversias y cosas poco claras, como la que, a continuación, mostramos aquí. El episodio data de unos días atrás y la dura disputa entre el Gobierno y el campo hizo que, prácticamente, no tuviera trascendencia en la opinión pública. En su momento, habíamos señalado en esta columna la demora en la firma del contrato de concesión de la obra. Esto estaba motivado por las dudas técnicas que el proyecto le generaba al cesanteado ministro Martín Lousteau. El documento que aquí se publica no hace más que agregar nuevas dudas.

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El tren bala sigue sumando controversias y cosas poco claras, como la que, a continuación, mostramos aquí.
El episodio data de unos días atrás y la dura disputa entre el Gobierno y el campo hizo que, prácticamente, no tuviera trascendencia en la opinión pública.
En su momento, habíamos señalado en esta columna la demora en la firma del contrato de concesión de la obra. Esto estaba motivado por las dudas técnicas que el proyecto le generaba al cesanteado ministro Martín Lousteau.
El documento que aquí se publica no hace más que agregar nuevas dudas. Se trata de lo siguiente.
Con fecha 18 de abril de 2008, los diputados por la Coalición Cívica Elsa Quiroz, Juan Carlos Morán y Adrián Pérez, elevaron un pedido de informes a la Dirección Nacional de Inversión Pública solicitando “informe técnico, estudios de factibilidad, dictamen de calificación y la calificación obtenida del proyecto Tren de Alta Velocidad Buenos Aires-Rosario-Córdoba, de acuerdo con la Resolución SPE Nº 175/2004 en cumplimiento del artículo 7º inciso b del Decreto Nº 720/95 en los estudios de factibilidad de los proyectos de inversión pública”.
La Dirección Nacional de Inversión Pública es el órgano responsable del Sistema Nacional de Inversiones Públicas que, entre otras cosas, “establece y elabora las metodologías, precios de cuenta, indicadores pertinentes y criterios de decisión a utilizar en la formulación y evaluación de los programas y proyectos de inversión pública”.
La respuesta a este requerimiento llegó el 24 de abril pasado a través de una nota firmada por el director nacional de Inversión Pública, Lic. Manuel Weich, en la que el funcionario asevera que la “Dirección Nacional de Inversión Pública no ha recibido los Estudios de factibilidad del proyecto Tren de Alta Velocidad Buenos Aires-Rosario-Córdoba.”
Cabe recordar que el ex ministro Lousteau había aprobado el proyecto el 26 de marzo pasado.

¿Cómo se explica esto?

Claro que la agenda política de esta semana y tal vez, lamentablemente, de varias más, tiene que ver con el conflicto entre el campo y el Gobierno, uno de los conflictos más increíbles e inútiles de la Argentina de los últimos tiempos. En la reunión del martes pasado entre el jefe de Gabinete de Ministros, Alberto Fernández, y la dirigencia del campo estaba todo prácticamente arreglado. El Dr. Fernández había reconocido allí que las retenciones móviles iban a ser modificadas. Quedaban por definir aspectos formales. Hay quienes dicen que Alberto Fernández pidió que ello no se hiciera público. Esto ha sido negado por los dirigentes rurales quienes manifiestan que se le hizo saber al funcionario que había necesidad de comunicar a la opinión pública y, sobre todo, a los ruralistas, alguna información sobre el resultado de la reunión en lo concerniente a las retenciones móviles. La presión de las bases era muy grande.
Fue entonces cuando Eduardo Buzzi, titular de la Federación Agraria Argentina, expresó que el Gobierno había reconocido que las retenciones móviles eran un error. Esto estaba siendo seguido a través de la televisión por Néstor Kirchner. (Hoy en día, al ex presidente en funciones le sobra el tiempo, ya que no tiene ningún quehacer diario obligatorio. Por lo tanto, dedica todo su tiempo libre a cogobernar con su esposa).
Cuando el Dr. Kirchner escuchó esas declaraciones del Sr. Buzzi, enfureció y marcó el teléfono de Alberto Fernández a quien conminó a salir a negar esa información que era inaceptable para el Gobierno. Así fue, pues, que el jefe de Gabinete apareció por C5N para desmentir todo. Y ahí, como habría dicho el inolvidable Tato Bores, se “pudrió todo”.

Aquella otra reunión

Ocurrió pocos días después de que el ex ministro de Economía, Martín Lousteau, regresara, en medio del conflicto, de sus increíbles vacaciones en Buzios.
Fue una reunión de difícil concreción. Estuvieron presentes el ex-ministro, dos dirigentes rurales y dos amigos comunes a las dos partes que fueron clave para el encuentro. Para mantenerlo en secreto, hubo necesidad de cambiar el lugar de realización al menos en dos ocasiones.
Allí Lousteau se soltó y habló. Contó su versión de la historia de las retenciones móviles. Dijo que a pedido de Néstor Kirchner se buscó un mecanismo para aumentar la recaudación fiscal y que Guillermo Moreno había sido el de la idea de imponer el 65% de retenciones fijas a las exportaciones de soja. Ante esto que consideró inviable -siguió contando Lousteau-, fue él quien propuso la idea de las retenciones móviles, la que fue finalmente aceptada.
El ex ministro reconoció que esa había sido una medida errónea y que, al observar la reacción del campo, había propuesto levantarla. En esa instancia se encontró con la negativa de Alberto Fernández quien expresaba, en realidad, la del ex-presidente en funciones.
Martín Lousteau agregó que en ese momento se dio cuenta de que su alejamiento del cargo era cuestión de días. También manifestó su deseo de alejarse del Gobierno y su asombro ante el mal asesoramiento que recibe la Presidenta, de la liviandad con la que se adoptan medidas económicas –“de política no sé nada pero me he pasado la vida estudiando matemáticas y de números y economía entiendo” habrían sido sus palabras- y la tremenda influencia de Guillermo Moreno.

Moreno está hiperactivo en estos días. Entre el cúmulo de sus actividades estuvo el de las que lo llevaron a contactar a empresas que se dedican a la fabricación y provisión de bolsas para silos. Las empresas niegan esto ante cámaras y grabadores. La realidad es que esto existió y olió a apriete.
La cosecha se guarda en estas bolsas y esto permite que el producto permanezca almacenado en los silos por meses. Recuerde lector que la medida de fuerza del campo contempla la no realización de operaciones de ventas de las cosechas, las que, embolsadas, pueden conservarse por varios meses. Si no hay bolsas, esto no es posible y el productor debe vender su cosecha inmediatamente.

Las consecuencias económicas y políticas de este conflicto se ahondan día tras día. Desde el punto de vista económico, lo que está sucediendo difícilmente podría haber sido pronosticado por ningún especialista que hubiera sido consultado sobre el devenir de la economía de la Argentina hace dos meses.
En aquellos días no tan lejanos, el Banco Central debía intervenir en el mercado cambiario comprando dólares para evitar que su valor cayera de los 3.15-3.20. En la última semana el mismo Banco Central debió salir a vender para evitar una suba con la ola de rumores de una posible corrida.

Nota al pie: Desde un punto de vista técnico no hay, hoy en día, ninguna posibilidad de que ello ocurra. Al Banco Central le sobran divisas para hacer frente a la compra de todos los pesos que circulan en nuestro país.

Uno de los efectos no queridos por el Gobierno es el enfriamiento de la economía. La incertidumbre que toda esta situación genera está llevando una desaceleración de la actividad económica que se extiende en toda la zona rural y que amenaza con expandirse a todo el país.
Políticamente, las cosas no van mejor para el Gobierno. El frente interno del kirchnerismo ha comenzado a agrietarse. En las provincias de Córdoba y Santa Fe, sus gobernadores, Juan Schiaretti y Héctor Binner, respectivamente, tienen sintonía con el reclamo del sector. Saben del peso que representan para las economías de sus provincias. Y en donde las cosas se sienten más, es a nivel de los intendentes, hacia quienes los ruralistas están enfocando su presión a la búsqueda de definiciones y apoyos que serán cruciales para que muchos de ellos puedan aspirar no sólo a llevar adelante su gestión sino también a aspirar a la posibilidad de ser reelectos.
En Sante Fe, además, hay legisladores del Frente para la Victoria que han decidido apoyar la protesta de los ruralistas. Un dato más: esta semana, los gobernadores Binner, Schiaretti, Urribarri (Entre Ríos) y Scioli van a recibir a los titulares de las entidades del campo. Es un gesto que, seguramente, provocará alguna inquietud en el Gobierno nacional.
A Daniel Scioli se lo está observando. El gobernador de la provincia de Buenos Aires ya decidió que seguirá firme junto a los Kirchner. No tiene otra opción. Sabe que su administración sería imposible sin los fondos del gobierno central y sabe, además, que, políticamente, el peso fuerte de la provincia lo representa el Gran Buenos Aires, en donde el alineamiento con el matrimonio presidencial es total.

Por supuesto que también la politización de la protesta del campo ha prendido en sectores que poco o nada tienen que ver con él. En este sentido, los líderes de la protesta tienen, a su vez, sus desafíos. Uno de ellos es el de mantener la protesta dentro de los carriles de la legalidad. Al respecto, hay que reiterar que los cortes de ruta son ilegales y que el desabastecimiento de alimentos, más allá de lo que marca la ley 20.680, es reprochable por las consecuencias que genera, sobre todo, en los sectores más carecientes de la sociedad que no tienen forma de precaverse de ello.
El otro desafío de quienes encabezan la protesta es el de no ser cooptados por aquellos que, actuando tras las sombras, quieren soliviantar a quienes manifiestan para generar situaciones potencialmente violentas y peligrosas.

Los Kirchner están viviendo esto como una cruzada. Hace acordar, y mucho, a la situación vivida durante la protesta de los docentes de la provincia de Santa Cruz en 2007. En aquellos días, desde el Gobierno nacional se les dijo de todo a quienes llevaron adelante la protesta para, finalmente, darles la razón.

En el discurso pronunciado durante la inauguración de una escuela en Jujuy, Cristina Fernández de Kirchner expresó:

“Tengo aguante y no voy a defeccionar en esta lucha que es la de todos los argentinos”.

El diccionario de la Real Academia Española define a aguante como:

1. Sufrimiento, tolerancia, paciencia.
2. Fortaleza o vigor para resistir peso, impulso, trabajos, etc.
Es muy bueno que la Presidenta tenga estos atributos, imprescindibles para llevar adelante una tarea de la responsabilidad y la dimensión de gobernar.
Sin embargo, la Presidenta debería agregar a sus autodeclaradas virtudes otra que, como a tantos otros, le está faltando y que es tan imprescindible como la del aguante: una cuota de sabiduría.


Producción: Guido Baistrocchi con el aporte de Laura Bartolomé