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Sílabas negras

1-11-2020-Logo Perfil
. | CEDOC PERFIL

A veces nos preguntamos: si los humanos atendieran al cielo, sin apelar a sus dioses, ¿podrían emular nuestro vuelo? ¿La libertad del cielo es posible en la tierra? Eso nos preguntamos, nosotras las golondrinas, tan parecidas a las poblaciones migratorias, aunque la nuestra sea constante y puntual. Lo primero que hacemos cuando llegamos es festejar sus construcciones, nos gusta asentarnos en ellas: caños de una terraza, el portarrollos de una persiana rota o un farol desatendido. Los libramos de los insectos, enseñamos la añoranza. 

Por eso nos esperan sin saberlo y se sorprenden con nuestra llegada. Descorremos el telón de la primavera, lanzándonos en picada para anunciarla. Lo dice la canción que nos traslada, “detrás de tu vuelo errante mis ojos gozan la inmensidad, la inmensidad.” Jaime Dávalos y Eduardo Falú, emisarios entre otros tantos con los que contamos en la Tierra. Les bailamos, jugamos y ellos comunican nuestra llegada a todos los demás (“¿Adónde te irás volando por esos cielos/brasita negra que ilustra la oscuridad?/ “Y como sílabas negras las golondrinas”). Los elegimos porque nos reconocen libres, que ni los halcones (¡que se achican ante nosotras!), ni las palomas lo son. Los primeros aferrados a sus garras, las segundas, dependientes de las migajas del sol.

Pequeñas pero fulgurantes, con menos de 20 centímetros nos alcanza para danzar. La libertad es nuestra música. ¡Escúchenla! Por suerte, algunos nos observan y la saben descifrar: “Vuela, vuela, vuela, golondrina/ vuelve del más allá/vuelve desde el fondo de la vida/ sobre la luz, cruzando el mar”.