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BOCA-RACING, TEVEZ JUEGA DE TEVEZ Y MARTINO CHOCA CON SU RIGIDO 4-3-3

Sobre la extinción del centroforward

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“Number nine, number nine, Number nine, number nine, Number nine, number nine, Number nine, number nine…”

Voz inicial de “Revolución 9”, el tema experimental que John Lennon (1940-1980) compuso para el álbum blanco de Los Beatles, 1968.

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Arruabarrena, por si hace falta, le agrega un plus de tragedia griega a la gesta: “Gano un título o ya sé lo que tengo que hacer”. Tiene su mérito: logró armar un buen equipo, o al menos eso parecen los once que hoy enfrentarán al Racing de Cocca, el técnico que enrocó arqueros a la hora de elegir un esquema para asegurarse el puchero: Falcioni por La Volpe. Cuando llegó habló mucho sobre el estilo, pero no tardó en refugiarse en un 4-4-2 clásico. Fue campeón porque todos pusieron el alma, sí, y también porque River se desentendió del tema y eligió la hazaña histórica: eliminar en choque directo a Boca en los dos torneos continentales. Y encima, ganarlos.  
Que Boca gane este torneo –a menos que se repita una catástrofe lavolpiana– es lo lógico. Hasta podrían hacer doblete con la Copa Argentina. Habrá euforia por Tevez, el arma letal que nadie esperaba que hasta puede salvar del ostracismo a Daniel Bingo. ¡Miracolo! Sin él, serían los títulos más tristes de su historia.

¿Le puede ganar Racing? Sí, claro. Es fútbol. Víctor Blanco –el tímido ex vice segundo que no quería saber nada con completar el período de gobierno después de las renuncias de Cogorno y Molina y ahora es el mandamás del club, además de presidir el Colegio de Arbitros de la AFA– abandonó por un instante su bajo perfil para desmentir que los pitos los ayuden. “Si fuese así tendríamos más puntos. Todo lo contrario: ¡lo hacen con los de arriba, que antes lloraban y ahora van primeros!”.
Wow. Es chiste, ¿no? ¿Favorecen a Boca, quiere decir el presidente del Colegio de Arbitros? Nah. ¿Se puede hacer eso? ¿Nadie se escandalizó todavía? Debe ser una fina ironía. Sí, como cuando habló de Cocca, que desde hace rato negocia con clubes de México, esperando el momento ideal para cerrar. Blanco lo quiere –ya verán cuánto– y lo tentará, sobre todo si clasifica para la Libertadores. “En la intimidad Cocca me declara amor. Si esto fuese una pareja te diría que él nunca me confesó que no me quería”, fue la romántica metáfora que eligió el presidente. Mm… Yo que usted, don Blanco, no estaría tan tranquilo.

Racing es intermitente, como el chiste del gallego que debía avisarle al chofer del bus si funcionaba la luz de giro: “Ahora anda, ahora no anda, ahora anda, ahora no anda”. Al campeón le faltaba fútbol y por eso fueron a buscar a Romero, un chico que juega bien pero no está para cargarse el equipo al hombro. Acuña y Camacho pasan del brillo a la opacidad con rapidez asombrosa. Racing juega cuando Milito está bien y se le arrima Bou, con toda su sed.
También es probable un empate gris, desangelado. Pero lo lógico es que gane Boca. Lo que es un problema: a nadie le gusta ser el invitado bobo de la fiesta, y menos si sos el último campeón.

Veremos si Cocca se anima en la Bombonera con el experimento que ensayó durante la semana, parando un 4-2-3-1 elástico: con Cerro-Aued de doble pivote, Bou único punta, Acuña y Noir como extremos y Romero en el medio. Escribí “elástico” porque imagino a los extremos retrocediendo hasta alcanzar la línea de los pivotes y formar este, digamos, prudente 4-4-1-1. Espero que el travesaño aguante el peso. Je.
Estando bien, el trío ofensivo de Boca es letal. Lodeiro la pisa y acelera, Tevez lo buscará y ambos a Calleri, otro que no es 9 pero juega de 9, y muy bien. En el medio Pérez, Erbes y Meli suman buen pie, marca y dinámica. Imagino a Bou encarando como un tren a Tobio o a Colazo, meta diagonales. Vivirá al filo de la delgada línea roja del offside. Racing deberá resistir, y rogar que la nariz de Tevez lo perturbe y que Lodeiro no esté tan recuperado de su lesión.

Boca tiene un enorme plantel, el mejor por lejos, y dos jugadores exóticos, de esos que, al menos yo, no entiendo de qué juegan. Gago, por ejemplo, que se define como un 5 clásico ¡y ningún técnico lo pone ahí! ¿No es curioso? Por derecha o por izquierda, lleva a cabo su arte: el primer pase. Ooohhh… suspira la tribuna. En la Selección, ese primer pase está valuado en oro: es a Messi. Gago, el futbolista escribano. Te da fe.
El otro es Tevez. Cuando debutó, yo vivía en España y, por lo poco que pude verlo, me pareció chiquito para ser 9, sin panorama para ser enganche ni aptitud para ser un punta por afuera: la raya lo ahogaría.

Tevez juega de Tevez. Una frase tan circular como ésta: “Sería un quilombo bárbaro si digo acá que me gusta jugar de segunda punta porque estaría contradiciendo al Tata. Pero es la verdad. Hace años que no juego de 9 y estoy grande para chocar con los centrales, je”, dijo Tevez en conferencia de prensa antes del partido contra Paraguay. Martino, con su intocable 4-3-3, tuvo que resignarse. Tevez jugó de lo que quiso. Hasta Pastore se metía de punta para que Carlitos arrancara desde atrás.

Esta audacia les puede costar caro a ambos. A Tevez, porque será imposible que vuelva a jugar en una posición que para el técnico parece no existir. Y a Martino, porque la actitud de Tevez lo expone, resquebraja en su autoridad hacia dentro y hacia fuera. Es extraño, además, porque Martino muchas veces jugó con mediapunta. Es más: en el equipo paraguayo que dirigió en Sudáfrica, el 9 era Cardozo, y Haedo Valdez, su Tevez.
Para defender con pasión una idea no hace falta cerrarse, obcecarse, sentir que es tóxico salirse un rato de la partitura. Pero resulta que el fútbol es jazz; ritmo, swing, solos, escalas. Improvisación.

Conocemos la estética de Martino. Posesión, toque, triangulaciones, extremos, laterales que pasen. Eso defiendo. No su tozudez. Ni la de Tevez, más allá de que con su simpatía disimule lo que hace mal; consciente, además, de su poder de daño.