COLUMNISTAS
Liberalismo y materialismo histórico

Sobre relatos e ideologías

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Caso. Las ideas de Montoneros son usadas por La Cámpora. | cedoc

Para alcanzar el poder político se requiere del apoyo ciudadano, tanto en procesos democráticos como revolucionarios. En los primeros lo necesitan las fuerzas políticas para triunfar en procesos electorales, mientras que  en los cambios  revolucionarios los líderes de esos movimientos necesitan el acompañamiento de las bases. Y para alcanzar esos apoyos, unos y otros, exponen un conjunto de ideas que conforman el tipo de sociedad que se proponen construir (ideologías).

En la historia moderna y contemporánea se destacan dos ideologías que ofrecen modelos de sociedades diferentes: el liberalismo y el materialismo histórico. Durante algún tiempo estas ideologías definieron posiciones como “derechas e izquierdas”; posiciones que se han visto matizadas en la actualidad, cuando son mayoría las propuestas que buscan moderar las propuestas de una y otra concepción filosófica (las diferentes versiones de la socialdemocracia pueden ser ejemplo de ello).

Ideologías que en todos los casos necesitan ser comunicadas a las bases por medio de mensajes que, de manera simple y abreviada, capten su atención, las entusiasmen e influyan en sus comportamientos políticos. Mensajes cargados de consignas que se refuerzan con llamados a la empatía y la respuesta afectiva. Lo que se ha dado en llamar “relatos”.

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De los aportes de las ideologías interesa destacar el uso que varias fuerzas políticas hacen de reivindicaciones afines al marxismo, dada la creciente participación de los sectores populares en los asuntos públicos, que los convierte en un capital político a conquistar. Esto se debe al acento que esa ideología pone en la defensa de la clase obrera y la denuncia de la “pauperización” que se cierne sobre las mayorías sociales. Reivindicaciones que en su momento convocaron a campesinos y obreros en la Rusia del 17, en la China de mediados de siglo y en la Cuba del 59, por medio de cartillas de adoctrinamiento, entre las que se cuenta el Libro Rojo de Mao.

Los  resultados de esas experiencias estuvieron lejos de lo que esas cartillas prometían, pese a lo cual es posible pensar que esos relatos se utilizaron con el objetivo utópico pero sincero de crear una sociedad mejor, sin desigualdades; y con un manejo responsable de la cosa pública. Distinto es el juicio que merecen algunos relatos que comenzaron a circular hace algunas décadas.

En nuestra región se destaca uno que nace en Venezuela de la mano de Hugo Chávez y que asume características grotescas bajo la conducción de Maduro. Un relato que bajo la invocación a un “socialismo del siglo XXI” fue utilizado para imponer un régimen que  atropella los derechos más elementales de los ciudadanos, como fuera denunciado por el informe Bachelet de Naciones Unidas; y que con un manejo ineficiente y corrupto de la cosa pública llevó al desempleo, la pobreza y la ausencia de los productos más esenciales para la subsistencia; fue denunciada como “crisis humanitaria” por la Iglesia Católica venezolana.

En nuestro país, las ideas de Montoneros reivindicadas por La Cámpora, el adoctrinamiento de Axel Kicillof y las declaraciones de nuestro presidente dictaminando que “es hora de entender que el capitalismo no ha dado buenos resultados”, son otro ejemplo del mal uso que se hace de ideales socialistas para construir un “relato” que intenta ocultar la ineficiencia técnica para resolver los problemas de los ciudadanos, así como las prácticas corruptas que surgen de los cuadernos de Centeno, de los bolsos de López, de las estancias de Báez o de los negociados de Boudou.

*Sociólogo.

Producción: Silvina Márquez.