Tres problemas parecen ser los que desgarran la vida cotidiana de los argentinos: la violencia extrema (que sería efecto del narcotráfico), la exclusión y la pobreza (por la falta de puestos de trabajo) y la crisis económica (la escasez de dinero en el sector público). Pues bien: he aquí la solución a esos tres problemas estructurales, que podría ser la solución de todos los problemas argentinos (los congestionamientos de tránsito, las Malvinas, el horror de las programaciones de TV, la recolección de residuos, la cuarta categoría, la corrupción policial y política, el tedio).
Es casi imposible saber cuánto dinero mueve el negocio del narcotráfico en el país (las cifras oscilan según el humor y el capricho del articulista), pero la DEA estima una circulación mundial de 870.000 millones de dólares anuales para ese sector que, de acuerdo con una investigación clásica de Sergio Bagú (Tiempo, realidad social y conocimiento, 1970), es el que sostiene al capitalismo global.
Si la Argentina participara en 1% de ese mercado (8.700 millones de dólares) y se decidiera legalizar esa industria (¿cultural?) de drogas recreativas (de efecto mucho más amable que la de los antidepresivos, por ejemplo), el ingreso impositivo sería de más de 2.500 dólares anuales.
Otra solución para el “problema de la droga” no hay, así que por qué no considerar ésta. Se acabarían el paco, las fábricas clandestinas, los sicarios, el submundo, el cepo cambiario. No sería mi felicidad, pero sí la de todos y cualquiera.