En Argentina estamos en plena efervescencia por los cambios que, tanto el DNU como la ley ómnibus, en discusión en el Parlamento Nacional, están cuestionando muchos de los derechos y la eliminación de discriminaciones, que existían y que persisten en muchos casos, que impiden la igualdad de mujeres y hombres, en diversos y múltiples campos de la sociedad. La participación laboral es uno donde es más notoria y marcada la desigualdad. Las mujeres no solo se incorporaron tardíamente al mercado laboral sino que, además, lo hicieron siempre en peores condiciones. Si bien se escribió y difundió mucho, el artículo de 50/50 del domingo pasado en el diario PERFIL muestra un trabajo del Banco Mundial sobre derechos laborales: “La mujer, la empresa y el derecho” brinda una perspectiva muy importante que vamos a analizar. El estudio considera desde 1970 a la actualidad la situación de la igualdad de las mujeres con los hombres en 190 países del mundo, en base a las normas de igualdad de género que se incorporaron y cómo esto evolucionó. El Banco clasifica a los países de cero a cien, según el grado de igualdad alcanzado. Si bien reconoce que en los últimos decenios se produjeron avances, estos aún evidencian áreas o regiones del mundo donde es todavía muy bajo y son muy lentos. Las normas laborales hacia la igualdad en la participación laboral de mujeres y hombres se actualizó con la inclusión del reconocimiento de las actividades de cuidados no remunerados, que en general, son exclusivas de las mujeres en las familias y que son asumidos por el Estado. Esto implica una quita progresiva de la carga casi exclusiva sobre las mujeres al reparto con el Estado como prestador de cuidados, y en diferente medida con los varones de la familia. Es tradicional que el aumento de la prestación de cuidados por parte del Estado en un país se acompaña, en general, también de cambios en la distribución de los cuidados a nivel familiar, adquiriendo los hombres muchas de esas tareas, especialmente en lo relativo a las actividades domésticas.
En el análisis del BM evidencia que solo catorce países lograron la equidad, estos son en general de Europa, con excepción de Canadá. Las regiones más atrasadas en relación a esta equidad son Asia Pacífico y África, sin embargo, un análisis por país muestra que hay diferencias y que algunos países lograron avances que los diferencian claramente del conjunto regional. Por ejemplo, Costa de Marfil y Gabón en África subsahariana lograron puntajes superiores a noventa. Otros ejemplos son países que incluyeron alguna forma de licencia parental remunerada, e incluso Senegal que incorporó la prohibición del despido de las mujeres embarazadas. Es evidente que la adopción de normas que incluyen la prestación de cuidados no remunerados por parte del Estado, logran mejorar la inserción femenina en el mercado laboral. Esto se ve potenciado si además se incorporan normas aprobadas por la OIT respecto a la igualdad entre mujeres y hombres como a igual trabajo igual pago. El trabajo advierte que últimamente se lentificó la incorporación de cambios porque en 2022 se registró el menor número. Esto nos alerta sobre la necesidad de insistir y promover cambios, por eso la Alianza Global para los Cuidados, creada y liderada por México desde 2022 es clave y debe ser promovida. Argentina inició un proceso que se limitó a mejorar la licencia por paternidad, que es la menor del mundo, pero se estancó. Creemos que debe recuperarse porque es una real y comprobada forma de mejorar la economía de un país. Este es un objetivo del gobierno. Promover la prestación del servicio de cuidados por parte del Estado es clave para mejorar la economía, no es solo un mandato para lograr la equidad laboral entre mujeres y hombres, porque la brecha existe, se quiera o no reconocer.