COLUMNISTAS
opinion

Standing Ovation

2023_10_21_allblacks_pumas_mundial_rugby_afp_g
Todo termina. Los Pumas cayeron irremediablemente ante la selección de Nueva Zelanda. | afp

“Todo termina, los viajes y el amor, nada termina, ni viajes ni amor ni olvido ni avidez, todo despierta nuevamente con la tensión mortal de la bestia que acecha en el sol de su instinto”, escribió una vez Enrique Molina. Es cierto, el poeta se refería a la separación de un hombre y una mujer que se han amado, pero podríamos decir que desde que comenzó el Mundial de Rugby, la nuestra (la mía) con los Pumas fue una especie de enamoramiento, aunque es hora de reconocer que ese amor no fue correspondido. No importa. Aunque los Pumas no sepan de mi existencia quiero confesar que los amé, y que como dijo alguna vez el escritor Alejandro Caravario –solo que refiriéndose a los Pumas de 2007, en Francia también–, “estos Pumas nos hacen reconciliar con la aristocracia”. Nuevamente reconciliado, entonces, pero abandonado, decimos (digo) adiós a un sueño que fue bueno mientras duró, y que a su modo alimentó, nutrió y acunó un sueño hermoso, que seguiremos (seguiré) soñando.

Y no me vengan ahora con la moralina de los campeones morales, porque no se trata de eso. De lo que se trata de de acturar por aproximación, como en el alpinismo cuando uno se acerca a la montaña que tiene pensado escalar; o como en el rugby, justamente, donde los jugadores luchan por acercarse de a poco a la linea del ingoal. Se trata de una labor meticulosa y brutal, y por eso épica: nadie sale ileso abriéndose camino frente a un monstruo de quince cabezas. Se muere en el intento, lo sabemos (lo sé), pero a menos que uno sea un verdadero y acabado cretino no puede menos que esperar a que los muchachos se pongan de pie y decirles: “Sé que hiciste lo posible. No fue suficiente, ¡pero qué importa?” A fin de cuentas, lo importante no es competir (esa mentira con que tratan de autojustificarse los perdedores), pero sí haber estado cerca. Luchar ahora por un tercer o cuarto puesto, a nuestro (mí) modo de ver sigue siendo una proeza.

Ya está el día cercano en que no existirá más la derrota. Espero en ese momento estar todavía intacto y con aliento. Soñábvamos con ver a la Argentina venciendo alguna vez a Nueva Zelanda. Y lo vismos. Solo había que estar allí, y estuvimos. Algo parecía decirnos que hoy iba a repetirse, pero no. ¿Y entonces? Entonces es hora de volver a empezar, recoger la linea y volver a tirar. Así funciona el deporte, con una sucesión de frustraciones. 

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Pero no, esto que pasó no ranquea como frustración. Fue frustrante el partido contra Inglaterra, esto no. No alcanzó, esto tal vez sea cierto, pero nadie debería sentirse frustrado. No en este caso, al menos. Hubo muchos takles interruptus, por llamarlos de alguna forma, pero no se cometieron grandes errores. Todo esto suena a “fuga a la rata y queja de morfina”, como diría Cortázar si hubiese visto los Pumas-All Blacks, pero no es ninguna de las dos cosas. 

Debo decir que estábamos (estaba) esperanzado, pero es verdad que la esperanza es algo nuestro, como el hambre y el sueño: nadie debería intentar satisfacernos, porque no es trabajo ajeno: es algo tan nuestro como el amor. Pero no el amor a una camiseta, esa expresión patriótica degenerada y fascista, sino el amor a una épica, a una historia, a una deuda de amor.

Tanto los Pumas como nosotros tenemos una deuda de amor conlLos Pumas que nos precedieron, y también  una deuda de amor con todos aquellos que sufrieron por ellos. Todos están a mano. La cuenta está saldada. Hicieron lo que hacía falta. ¿No fue suficiente? Peor para el rugby. Nosotros no perdimos nada. 

Solo queda comportarse como personas educadas, que, según dicen, debe pronunciar la palabra “gracias” al menos diez veces por día. Se hizo lo que se pudo, fuimos terstigos. A otra cosa, entonces. Cuatro años pasan rápido.

Ya está el día cercano en que los Pumas vencerán un campeonato del mundo. Y vamos (voy) a estar allí para verlo.