Aunque muchas veces las variables macroeconómicas y la enorme distancia con otros grandes centros urbanos del mundo complicaron a Buenos Aires, los porteños siempre tuvieron un resguardo: su talento. El momento que vive el mundo y lo que viene a futuro obligan a reforzar esta fortaleza.
El mes pasado volví del Foro Económico de Davos con una sensación contradictoria. Por un lado, pude palpar de primera mano la incertidumbre que genera la Cuarta Revolución Industrial por el avance inédito de la robotización y la automatización. Lo que viene incluye una compleja fusión de tecnologías en los mundos físicos, digitales y biológicos, con transformaciones en todos los niveles. En todo el planeta –y en todos los ámbitos– las grandes preguntas que resuenan son ¿cuál es el futuro del trabajo? ¿Puede un robot sustituir mi puesto? ¿Cómo nos preparamos para lo que viene?
Pero, mientras estaba allá, la Ciudad recibió una noticia excelente: el último Indice Global de Competitividad del Talento ubicó a Buenos Aires como la mejor ciudad para el talento de Latinoamérica. No fue necesariamente sorpresivo, pero sin dudas aplacó la ansiedad contagiada que sobrevolaba el Foro Económico Mundial.
Estar primeros en este ránking significa superar a ciudades con mayor poderío económico, como San Pablo, Brasil; ciudades que evolucionan constantemente, como Santiago de Chile; y ciudades que son las nuevas estrellas latinoamericanas, como Medellín, Colombia. Implica que nuestra habilidad para generar, promover, atraer y retener talento está a la cabeza de la región. Pero, sobre todo, es un alivio en este nuevo contexto: las capacidades cognitivas, sociales, de gestión y de resolución de problemas son cada vez más importantes para el futuro del trabajo y jugarán un rol fundamental en el proceso de innovación tecnológica que tanta incertidumbre genera.
Volé de regreso a Buenos Aires muy contento, pero masticando las implicancias de este reconocimiento. El talento, a diferencia de otras variables como la posición geográfica, puede mutar: los talentosos pueden irse y las condiciones que los alientan, como las empresas innovadoras o los centros educativos, pueden priorizar otros destinos. Nuestro rol desde el Gobierno, entonces, es fundamental.
Somos la primera ciudad de América Latina, es cierto, pero estamos en el puesto 33 de un total de 46 ciudades rankeadas. Todavía miramos de lejos a Copenhague, Zurich, Helsinki, San Francisco, Gotemburgo, Madrid, París, Los Angeles, Eindhoven y Dublín, las diez primeras. Hay mucho terreno por ganar y para eso necesitamos que el mundo sepa que Buenos Aires es una ciudad de gente talentosa y repleta de oportunidades. En eso estamos: el mismo día en que se publicó el informe, por ejemplo, lanzamos la agencia de inversiones de la Ciudad, InvestBA, que buscará convertir a Buenos Aires en la principal plaza de inversión de la región. Para eso vamos a comunicar oportunidades de negocios y a guiar a los inversores en el proceso.
Pero potenciar a Buenos Aires y a su talento significa, también, hacerlo en cada barrio. Estoy sorprendido por el altísimo potencial que encontramos a través del Programa de Integración Emprendedora (PIE), por ejemplo, en los sectores más vulnerables de la Ciudad. PIE busca promover la integración en barrios como la 1-11-14, la 31, la 21-24, la 20 y Los Piletones a través del desarrollo de las propias capacidades y el fortalecimiento de las habilidades laborales. Hay emprendedores que tienen productos de altísima calidad, como el restaurante de comida peruana de José Luis, en el Barrio 31, que ahora busca nuevas sucursales. O el proyecto para digitalizar documentos de Horacio, del barrio 21-24.
El talento porteño está también en ellos y necesitamos potenciarlo para poder sobrellevar lo que implica la Cuarta Revolución Industrial en el futuro del trabajo.
*Ministro de Modernización, Innovación y Tecnología de CABA.